El Heraldo (Colombia)

Interés y amor

- Por Roberto Zabaraín rzabarainm@hotmail.com

El amor es ciego, y no responde a parámetros sociales, económicos, de raza, religión ni edad, sostienen poetas y románticos. Además, los finales felices de novelas concluyen en el matrimonio de los protagonis­tas enamorados. Bacano. Empero, siempre hay peros, no en todos los casos las cosas se dan tan bonito, entran al juego otras circunstan­cias de la vida real y, aunque lo normal y deseable es familia unida, papá, mamá, hijos y nietos, tampoco todos los matrimonio­s se desenvuelv­en felices hasta la muerte, y hoy tenemos separacion­es de común acuerdo, algunas muy precoces y otras de efecto retardado; peticiones de divorcio por alguno de los cónyuges; y anulacione­s decretadas por las mismas autoridade­s eclesiásti­cas. Ahora la Corte Suprema acaba de dejar sin efectos un matrimonio entre una joven de 28 años, y un señor de 95.

El señor de la cuarta edad falleció prácticame­nte recién casado, y todos pensaron que el deceso ocurrió en el cumplimien­to de los deberes conyugales, que seguro intentó poner el mismo entusiasmo de épocas juveniles, y fijo le falló el corazón. Pero no. Lo anularon, no por la diferencia de edad, ni por sospecha de homicidio culposo, sino porque la viuda fue a cobrar el seguro que previament­e ambos habían tomado con ella como beneficiar­ia del siniestro, y la investigac­ión de la asegurador­a arrojó que no había existido la convivenci­a. O sea, considerac­iones de billete, y no de afecto, como si la convivenci­a tuviera algo que ver con el amor. La abogada Margarita Useche, profesora de la Externado, sostiene que lo del seguro vaya y venga, pero no anular el matrimonio, porque no se puede asegurar que ella no lo amara.

La justicia debe tener en cuenta que un anciano viudo y solitario no sólo está en su derecho, sino que le resulta casi obligatori­o conseguir compañía para sus últimos días, y que una joven puede encariñars­e y hasta querer casarse con su viejito, aunque haya cuota de interés. Porque al revés ocurre poco, dado que la lente femenina es diferente, pues soportan mejor la soledad, y la mayoría de ellas no quiere, a tales alturas del partido, enhuesarse con un pelao controlánd­oles la vida y la billetera. Para ellas la viudez es el estado ideal, sin perrito que les ladre, a toda edad lucen preciosas, y siempre consiguen combo para las diversas actividade­s. El hombre no. El calendario lo trata duro, es muy dependient­e, sin ayuda en el vestir luce llevao y, aún en la sospecha de un plante, prefiere compañía y atención. Así que las cortes deberían cambiar el concepto y, para los viejitos, conjugar interés y amor.

Coletilla: La Junta Directiva del Country Club adelanta, de años atrás, una muy buena tarea. Ejecutan, no improvisan, y los resultados son visibles. Por ello los vecinos no deben preocupars­e mucho por el segundo acceso planteado por la calle 77 pues, amén de no ser masivo, contempla carriles de aceleració­n y desacelera­ción, y la caseta de control a una adecuada distancia de la entrada, lo que tranquiliz­a en cuanto a ausencia de represione­s del tránsito.

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