Interés y amor
El amor es ciego, y no responde a parámetros sociales, económicos, de raza, religión ni edad, sostienen poetas y románticos. Además, los finales felices de novelas concluyen en el matrimonio de los protagonistas enamorados. Bacano. Empero, siempre hay peros, no en todos los casos las cosas se dan tan bonito, entran al juego otras circunstancias de la vida real y, aunque lo normal y deseable es familia unida, papá, mamá, hijos y nietos, tampoco todos los matrimonios se desenvuelven felices hasta la muerte, y hoy tenemos separaciones de común acuerdo, algunas muy precoces y otras de efecto retardado; peticiones de divorcio por alguno de los cónyuges; y anulaciones decretadas por las mismas autoridades eclesiásticas. Ahora la Corte Suprema acaba de dejar sin efectos un matrimonio entre una joven de 28 años, y un señor de 95.
El señor de la cuarta edad falleció prácticamente recién casado, y todos pensaron que el deceso ocurrió en el cumplimiento de los deberes conyugales, que seguro intentó poner el mismo entusiasmo de épocas juveniles, y fijo le falló el corazón. Pero no. Lo anularon, no por la diferencia de edad, ni por sospecha de homicidio culposo, sino porque la viuda fue a cobrar el seguro que previamente ambos habían tomado con ella como beneficiaria del siniestro, y la investigación de la aseguradora arrojó que no había existido la convivencia. O sea, consideraciones de billete, y no de afecto, como si la convivencia tuviera algo que ver con el amor. La abogada Margarita Useche, profesora de la Externado, sostiene que lo del seguro vaya y venga, pero no anular el matrimonio, porque no se puede asegurar que ella no lo amara.
La justicia debe tener en cuenta que un anciano viudo y solitario no sólo está en su derecho, sino que le resulta casi obligatorio conseguir compañía para sus últimos días, y que una joven puede encariñarse y hasta querer casarse con su viejito, aunque haya cuota de interés. Porque al revés ocurre poco, dado que la lente femenina es diferente, pues soportan mejor la soledad, y la mayoría de ellas no quiere, a tales alturas del partido, enhuesarse con un pelao controlándoles la vida y la billetera. Para ellas la viudez es el estado ideal, sin perrito que les ladre, a toda edad lucen preciosas, y siempre consiguen combo para las diversas actividades. El hombre no. El calendario lo trata duro, es muy dependiente, sin ayuda en el vestir luce llevao y, aún en la sospecha de un plante, prefiere compañía y atención. Así que las cortes deberían cambiar el concepto y, para los viejitos, conjugar interés y amor.
Coletilla: La Junta Directiva del Country Club adelanta, de años atrás, una muy buena tarea. Ejecutan, no improvisan, y los resultados son visibles. Por ello los vecinos no deben preocuparse mucho por el segundo acceso planteado por la calle 77 pues, amén de no ser masivo, contempla carriles de aceleración y desaceleración, y la caseta de control a una adecuada distancia de la entrada, lo que tranquiliza en cuanto a ausencia de represiones del tránsito.