“Si no pescamos, entonces qué comemos”
Cientos de familias en el Atlántico sobreviven gracias a la pesca. En el municipio de Ponedera, de la banda oriental del departamento, la actividad pesquera cada vez se ve más mermada. Así lo perciben pescadores del lugar, quienes coinciden en que las grandes especies han ido desapareciendo. “Difícilmente encontramos un bagre grande en la zona, las faenas son bastante largas y las hacemos en la Ciénaga El Uvito, pero lo que más pescamos son tilapias y una que otra mojarra, pero ya no es como antes”, indica Alberto Pérez, pescador de más de 30 años dedicados al oficio. Alberto cree que las generaciones de pescadores están destinadas a desaparecer, pues la actividad ya no es rentable y a duras penas da para sobrevivir y alimentar a la familia. “Si no pescamos, entonces no comemos, pero por lo menos yo no quiero que mis hijos se dediquen a lo mismo, porque cada vez hay menos qué pescar”, afirma mientras arma su atarraya.
Él y los demás pescadores de Ponedera son conscientes de que muchos de los caños o pequeñas lagunas que se han formado del río Magdalena están contaminadas, ya que reciben las aguas servidas de todo el pueblo.
“Cuando no hay que pescar en El Uvito, vamos a los caños, pero son pescados que cocinamos bien y luego fritamos para que se les mate todo lo que tienen malo adentro, aunque la idea no es consumirlos, porque por lo general son tilapias mojoneras”, cuenta el pescador de Ponedera, quien le pide al Gobierno local que impulse la tecnificación de la actividad pesquera en la zona.