Se nos va China
Hace más de 2.100 años, durante la dinastía Han, se inauguró la que se denominó ‘Ruta de la Seda’, que comunicó al este con el oeste, a Asia y Europa, que unieron las civilizaciones de Oriente y Occidente.
Por la ‘Ruta de la Seda’ se inició el intercambio y la cooperación entre las dis- tintas culturas, con el tránsito de comerciantes, viajeros y artesanos. Unos y otros aprendieron cosas diversas impulsando conjuntamente el progreso de la civilización humana.
Con la antigua ‘Ruta de la Seda’ las diversas culturas aprendieron el beneficio de la cooperación, la amistad y a construir confianza mutua; donde con la premisa del ganar-ganar se hizo posible que diferentes razas, credos y culturas pudieran disfrutar la paz y el progreso conjuntamente.
La amistad en la diferencia es progreso: el odio solo trae guerras, pobreza y denigración a la condición humana. Por esto hay que potenciar la cooperación pragmática en todos los sentidos; sacar partido de nuestras ventajas, pero siempre teniendo en consideración que en la relación con los otros se trata de construir una comunidad de intereses en el beneficio mutuo.
Con base en estas ideas del intercambio comercial, político, educativo, cultural, los países crean no solo embajadas, sino también consulados en ciudades que pueden ser atractivas. Es así como podríamos decir metafóricamente que la ‘Ruta de la Seda’ llegó a nosotros en 1990, cuando se creó el Consulado de la República Popular China en Barranquilla, para atender los departamentos de Atlántico, Bolívar y Magdalena.
Hace pocos días, en el Cuerpo Consular despedimos a la última cónsul de China en Barranquilla, Honorable Wang Huijun, que deja una huella imborrable en la ciudad. Gracias a su gestión, los intercambios económicos, culturales y educativos se vieron muy enriquecidos; entre otras cosas porque, por sus gestiones, China pudo conocer el Carnaval de Barranquilla; y en la ciudad disfrutamos de impresionantes eventos culturales venidos desde esa gran república.
Las inversiones chinas en América Latina son inmensas, especialmente en Brasil. Quizás donde menos actuaciones económicas chinas hay sea en Colombia.
Los chinos, que se caracterizan por tener una gran paciencia, perciben a los occidentales como activos, inquietos e intolerantes. A ellos, que saben esperar y respetar los tiempos de los demás, se les agotó el aguante con lo difíciles que son las cosas en el país: Bogotá lleva más de 20 años hablando del metro subterráneo y todavía no se inicia o quizás nunca se hará. Mejorar la navegabilidad del río Magdalena o el puerto de aguas profundas en Barranquilla, o el tren de cercanía entre Cartagena, Santa Marta y Barranquilla son proyectos que hasta ahora solo se han quedado en cuentos chinos. Y a los chinos se les extinguió la paciencia.
El cierre del Consulado de China es una gran pérdida. No sé en qué momento Barranquilla perdió su cultura cosmopolita y se transformó en un pueblo grande.