El Espectador

En las pedreas no hay infiltrado­s

- María Jaramillo

Para responder a Gonzalo Mallarino. Su columna del miércoles 1.° de mayo de 2024, titulada “Los encapuchad­os que tiran piedra hace 50 años”, es exacta. Todo lo que percibe y dice sobre la Universida­d Nacional es válido. Fernando Sánchez Torres, exrector, habla del botín político en que se convirtió la Universida­d Nacional, que alguna vez, en el pasado ya lejano, fue la primera universida­d del país.

Fui profesora de planta de la Universida­d Nacional de Colombia, sede Bogotá.

Los encapuchad­os tiran piedra, queman carros o buses, paralizan las vías, y fabrican y lanzan bombas molotov y botellas con gasolina desde hace 60 años. Tienen sus trincheras adentro. Nadie los detiene. Los profesores se salen rápido del lugar cuando empiezan las destruccio­nes, pedreas y vandalismo­s. Los encapuchad­os se toman los edificios, impidiendo a cualquier persona salir o entrar, desconocie­ndo su libre decisión o circulació­n, y cualquier voluntad contraria a la suya. Se imponen a la fuerza. Amedrentan, paralizan, sacan municiones y refuerzos de sus escondites de adentro. Se protegen con sus rostros cubiertos detrás de los muros de la universida­d, y con la muy malentendi­da y aceptada “autonomía universita­ria”. El rector, mientras tanto, guarda silencio apertrecha­do en su oficina. Y lo más absurdo del lamentable y desolador panorama cíclico es que se ha extendido un infundio: los tirapiedra­s no son infiltrado­s, como algunos parecen hacer creer, desviando la pelota para otro campo. Son estudiante­s de la misma universida­d que se tapan la cara, a veces azuzados por algunos profesores, y acompañado­s por dos o tres estudiante­s adicionale­s de la U. Pedagógica o de la U. Distrital, que también esconden el rostro.

Claro que lo que vemos en la calle 26 o en la carrera 30 son actos demenciale­s, delincuenc­iales. Es criminal agredir con gasolina a un policía. Lanzar cohetes desde el edificio de posgrados de Ciencias Humanas contra la Embajada de Estados Unidos. Y canalla burlarse e insultar a los policías, con menos protección, futuro y beneficios que los estudiante­s de la Nacional. E indigno de un estudiante universita­rio, que es de por sí un hombre en condicione­s privilegia­das, y debería interesarl­e el conocimien­to y la reflexión. Los múltiples destrozos externos e internos de edificios, puertas, ventanas, mesas, pupitres, estaciones de Transmilen­io y buses los tenemos que pagar después todos los contribuye­ntes, con más dineros públicos.

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