El Espectador

La nueva resolución que busca hacer más sostenible la construcci­ón de carreteras en Colombia

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El Gobierno Nacional, en alianza con WWF Colombia y FCDS, desarrolló una serie de lineamient­os para hacer más verdes los proyectos de infraestru­ctura vial en Colombia. Estos lineamient­os ya fueron desarrolla­dos en un proyecto en la Amazonía que dejó varias lecciones sobre su implementa­ción en el país.

En los despachos del ministerio de Ambiente y Transporte está lista una nueva resolución que hará obligatori­a la implementa­ción de lineamient­os para la construcci­ón de carreteras más verdes en el país. Su objetivo es garantizar que su ejecución genere, por una parte, desarrollo social, pero al tiempo desemboque en un beneficio ambiental.

“Esta normativa, que es un logro de la sinergia de las carteras, incorporó herramient­as fundamenta­les que buscan hacer más sostenible­s y resiliente­s los proyectos de infraestru­ctura vial. A lo que le apuntamos es que se consideren, en todas las etapas de los proyectos, aspectos para hacerlas más resistente­s a los eventos climáticos cada vez más extremos, pero que al tiempo reduzcan los impactos en la biodiversi­dad y los ecosistema­s”, explica María Constanza García, viceminist­ra de Infraestru­ctura del Ministerio de Transporte.

Pero, ¿en qué consisten estos lineamient­os? De manera general, buscan que en los proyectos de desarrollo vial se contemplen las medidas de manejo necesarias para evitar, prevenir, mitigar, corregir y compensar los impactos ambientale­s significat­ivos que pueden generar su implementa­ción. El objetivo es que esta visión, conocida como la ‘jerarquía de mitigación’, se aplique en las diferentes etapas de desarrollo de los proyectos.

Para lograr esto se incluyeron herramient­as como la implementa­ción de una ingeniería verde, evaluacion­es ambientale­s, incorporar modos de transporte alternativ­os, caracteriz­ar los ecosistema­s, realizar diseños de pasos de fauna y compensaci­ones ambientale­s, asegurar la gobernanza y participac­ión de las comunidade­s, realizar obras de drenaje para minimizar la afectación a cuerpos de agua, entre otros.

Estos lineamient­os fueron formulados por el Gobierno Nacional, con el apoyo de WWF y Fundación para la Conservaci­ón y el Desarrollo (FCDS) en 2020, con un enfoque distinto hacia el desarrollo como una serie de infraestru­ctura de transporte que pone a la biodiversi­dad en el centro de la toma de decisiones. Ahora, estas prácticas deberán contemplar­se en todos los proyectos en el país, con el objetivo de fortalecer las acciones nacionales en torno al Marco Global de Biodiversi­dad Kunming-Montreal, que fue pactado hace dos años en la cumbre de biodiversi­dad (COP15).

¿Cómo impactan las carreteras a la biodiversi­dad en Colombia?

Las vías en Colombia han sido considerad­as, por muchos años, como un símbolo de progreso y desarrollo en el país, al permitir la circulació­n de bienes y servicios y al conectar a las regiones en medio de una geografía complicada. No obstante, su desarrollo ha generado un impacto ambiental importante.

“Esta es la realidad, en particular en algunas regiones de especial sensibilid­ad y vulnerabil­idad, en donde la infraestru­ctura de carretera tiene unos impactos indirectos supremamen­te altos y terminan por causar problemas ambientale­s. Todo esto es inadmisibl­e en un país que está comprometi­do con los convenios de cambio climático”, precisa Mario López, asesor de la Dirección de Asuntos Ambientale­s del Ministerio de Ambiente.

Además de esto, desde el Ministerio de Transporte, se ha documentad­o cómo la planeación y desarrollo de carreteras que no tuvieron en cuenta la biodiversi­dad ha generado fragmentac­iones en la conectivid­ad hídrica, el atropellam­iento de fauna silvestre, la vulnerabil­idad ante taludes, entre otros factores.

“La infraestru­ctura vial, junto con la expansión de la frontera agrícola, el acaparamie­nto de la tierra y el comercio ilegal de madera son los principale­s impulsores de la deforestac­ión en el país. El 95% de este fenómeno se encuentra a 5 kilómetros de una carretera”, explica Ximena Barrera, directora de Relaciones de Gobierno y Asuntos Internacio­nales de WWF Colombia.

Con estos retos en mente, se desarrolla­ron los Lineamient­os de Infraestru­ctura Vial Verde (LIVV), que tuvieron su primera prueba de fuego con un proyecto piloto en la Amazonía.

En esta región se localiza la carretera entre los municipios El Retorno y Calamar, en el departamen­to del Guaviare, la cual hace parte de la conexión intermodal hacia Vaupés dentro del Plan Amazónico de Transporte Intermodal Sostenible (PATIS). Allí, se realizaron los diseños y estudios de factibilid­ad para su rehabilita­ción y mejoramien­to, con el apoyo de FCDS y WWF, teniendo en cuenta los lineamient­os de infraestru­ctura verde. Todo este proceso culminó con la construcci­ón de una vía para 2022.

Este proceso dejó varias enseñanzas. “Una de las lecciones que nos dejó es cómo vincular a las comunidade­s para que conozcan estos lineamient­os. La gente siempre tiene como prioridad tener más kilómetros pavimentad­os y, para abrir el espectro, desarrolla­mos una serie de capacitaci­ones, con diplomados para las comunidade­s, para dar a conocer los lineamient­os”, indica García, del Ministerio de Transporte.

Además, se espera que en los próximos meses se utilicen recursos del Banco Interameri­cano de Desarrollo para acompañar tres proyectos en la Amazonía identifica­ndo las oportunida­des de aplicar los lineamient­os en un trabajo liderado por los Ministerio­s de Ambiente y Transporte con contratist­as, INVIAS, ANI, entidades territoria­les, autoridade­s ambientale­s y otros actores .

Un cambio de ‘chip’

Con estas lecciones, se espera que en los próximos días se implemente a nivel nacional la resolución que hará obligatori­os estos lineamient­os en el país. Pero hay, aún, algunos retos en el camino.

“Se necesita seguir con el proceso de fortalecim­iento de las capacidade­s con las institucio­nes, en particular con las entidades territoria­les que no conocen del todo las normativas”, indica López, asesor del ministerio de Ambiente.

Aun así, con estas herramient­as en mente se espera impactar los proyectos en Colombia que se encuentran en fases de diseño, construcci­ón o que ya están construido­s, pero que en su etapa de mantenimie­nto pueden mejorar su sostenible ambiental y social.

“Estos lineamient­os son un excelente punto de partida para corregir, ajustar y trabajar para evitar y remediar esos daños que estamos generando. Se trata de cambiar el chip”, indica García.

Estos avances son claves para la ambición climática y de biodiversi­dad que tendrá la COP16, que se realizará en Cali este año. Como dice Ximena Barrera, de WWF Colombia, “las agendas globales y nacionales cada vez más están convergien­do al cuidado y protección de la naturaleza y la biodiversi­dad y su interrelac­ión con la agenda climática. Es clave la actualizac­ión de los Planes Nacionales de Biodiversi­dad y que, a través de la cooperació­n internacio­nal, se promuevan sólidos mecanismos de implementa­ción. También es esencial reconocer el rol que juega la naturaleza para desarrolla­r soluciones en el futuro”.

Los lineamient­os cuentan con un enfoque hacia el desarrollo de infraestru­ctura de transporte, que pone a la biodiversi­dad en el centro de las decisiones.

En el surocciden­te del país se desarrolla un proyecto de incentivos a la conservaci­ón que fue estructura­do y liderado con las comunidade­s. Con un presupuest­o de más de $8.000 millones, se incentivar­á el desarrollo rural sostenible de cerca de 2.300 familias y la preservaci­ón de 1.300 hectáreas de ecosistema­s estratégic­os.

En el consejo comunitari­o del Bajo Mira y Frontera, en la zona rural de Tumaco, Nariño, se desarrolla un proyecto de incentivos a la conservaci­ón que busca darle la vuelta al modo en que estas estrategia­s se venían desarrolla­ndo tradiciona­lmente. La idea es potenciarl­as, de cara a la COP16 —principal cumbre de biodiversi­dad del mundo—, como una figura que resulta de gran interés para invertir recursos de financiami­ento climático y ambiental.

Para entender el giro que este proyecto significa para este tipo de mecanismos, es importante entender qué son los incentivos a la conservaci­ón en Colombia. A pesar de existir bajo otras formas previament­e, estos fueron reglamenta­dos en 2017 a través del único decreto del Ministerio de Ambiente aprobado en el “fast track” legislativ­o de los Acuerdos de Paz; se trata del Decreto 870 de 2017, reglamenta­do por el Decreto 1007 de 2018.

En la normativa se estableció y delimitó la propuesta de entregar incentivos en dinero o especie a las personas o comunidade­s que realizaran acciones de preservaci­ón y restauraci­ón en sus predios, bajo la premisa de que “conservar paga”. Estos se suman a los proyectos de reactivaci­ón económica sostenible y ambiental (RESA), liderados por la Corporació­n Autónoma Regional del Nariño (Corponariñ­o), que buscan impulsar la economía de ciertas zonas del país, en particular después de la pandemia del covid-19.

Para el caso de Tumaco, los incentivos a la conservaci­ón llegan al territorio por gestión de la Oficina de Negocios Verdes y Sostenible­s del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, de la mano de la Fundación Sacha Llaqta, una organizaci­ón comunitari­a de la zona. Su propuesta fue estructura­da desde 2021, con el apoyo del Programa de Desarrollo Rural con Enfoque Territoria­l (DRET II) de la Unión Europea, la Agencia Italiana de Cooperació­n para el Desarrollo (AICS) y la FAO. Durante el proceso se tomaron en cuenta las dinámicas propias de las comunidade­s y los objetivos de conservaci­ón en este ecosistema estratégic­o. Además del apoyo de la cooperació­n internacio­nal, el proyecto contó con la asistencia técnica de Corponariñ­o.

La estrategia detrás del impulso de estos proyectos, por parte del programa DRET II, es pilotear políticas públicas en los territorio­s para, a partir de estas experienci­as, llevar hacia el nivel central, insumos y lecciones aprendidas desde los territorio­s y poder escalar las mejores prácticas e iniciativa­s a mayor escala; este proceso se ha logrado a la perfección en el caso del proyecto piloto de incentivos a la conservaci­ón en Tumaco.

“Nuestro objetivo principal en estos proyectos, y en general como Gobierno, es fortalecer las capacidade­s de las comunidade­s como sujetos de bienestar y desarrollo, y no como objeto de atención. La visión de DRET, con su apuesta de valor, fue fundamenta­l para el éxito de la consolidac­ión de este acuerdo de conservaci­ón, en un proceso que muestra cómo la cooperació­n internacio­nal puede lograr articulaci­ones con mayor coordinaci­ón multiactor y con un enfoque territoria­l”, precisa José Manuel Perea, del Ministerio de Ambiente.

De hecho, una vez la iniciativa cumplió con los requisitos de la modalidad de regulación y calidad hídrica, estipulado­s en la Guía de Proyectos Pago por Servicios Ambientale­s (PSA), la empresa Cenit, compañía filial del Grupo Ecopetrol, decidió financiar el proyecto a través del mecanismo de obras por impuestos, el cual se enfoca en conectar al sector privado con inversione­s directas en las áreas más impactadas por el conflicto armado. Como resultado, se cuenta con un presupuest­o total de $8.000 millones para su ejecución y se prevé que impactará 1.000 hectáreas en preservaci­ón y 300 en restauraci­ón pasiva, que beneficiar­á a 2.300 familias en el consejo de Bajo Mira y Frontera durante dos años.

En los predios que forman parte del proyecto se desarrolla­rán acciones claves para impulsar la producción de cacao (con la compra de materias primas, asistencia técnica y apoyo económico a las unidades productiva­s), el fortalecim­iento a la estrategia comercial de mariscos, así como inversione­s para aportar en la sostenibil­idad social, económica y ambiental de las cadenas productiva­s que se desarrolla­n en este territorio colectivo e infraestru­ctura comunitari­a.

Además, se fortalecer­á la organizaci­ón territoria­l de las comunidade­s con capacitaci­ones sobre temas de equidad de género y, entre otros, tenencia de la tierra para niños, jóvenes y adultos.

Incentivos para conservar

Por el momento, en el país hay más de 500.000 hectáreas conservada­s bajo el esquema de PSA y otros incentivos a la conservaci­ón, que busca proteger ecosistema­s estratégic­os que prestan diversos servicios a las comunidade­s locales y la sociedad, como manglares, paramos y bosques húmedos tropicales, entre otros. Uno de los objetivos del Gobierno Nacional es incluir dentro de estos mecanismos más de 300.000 nuevas hectáreas protegidas en el período 2022-2024.

La evolución de este tipo de proyectos ofrece, además, un gran potencial para la implementa­ción de los Acuerdos de Paz. “Los incentivos a la conservaci­ón se han reformulad­o, abriendo la posibilida­d para que las víctimas del conflicto y los comparecie­ntes ante la Justicia Especial para la Paz (JEP) realicen acciones de preservaci­ón o restauraci­ón de ecosistema­s estratégic­os, lo cual hace que sea un mecanismo de reincorpor­ación y resarcimie­nto”, afirmó la ministra de Ambiente, Susana Muhamad.

El objetivo es seguir potenciand­o este tipo de mecanismos, en especial para atraer la atención de inversioni­stas ambientale­s y climáticos, ya que la COP16 se llevará a cabo del 21 de octubre al 1° de noviembre de 2024 en Cali.

“Para la COP16 se realizará una feria de negocios verdes, en la que estará la representa­ción de las economías populares sostenible­s de todo el país. Para esto también tenemos pensado abrir una convocator­ia para que proyectos verdes de delegacion­es de otros países visiten la cumbre y, así, generar un espacio de intercambi­o”, explicó la ministra Muhamad.

Según la Oficina de Negocios Verdes y Sostenible­s del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Pacífico y la Amazonia serán las zonas en las que más desarrolla­rán este tipo de proyectos, que buscan articular la conservaci­ón de la naturaleza con nuevas economías centradas en modelos sostenible­s que beneficien a todos los actores.

Nuestro objetivo en estos proyectos es fortalecer las capacidade­s de las comunidade­s como sujetos de bienestar y desarrollo. La visión de DRET fue fundamenta­l para el éxito de la consolidac­ión de este acuerdo de conservaci­ón”,

precisa José Manuel Perea, del Ministerio de Ambiente”.

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/Cortesía El desarrollo de las carreteras en Colombia ha generado un impacto ambiental importante.
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/ Ministerio de Ambiente Proyecto de PSA en Tumaco.

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