El Espectador

La arepa como alimento universal

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La arepa es un producto precolombi­no de la zona que ahora es Colombia y Venezuela, y aunque aún no se ha precisado en qué país se cocinó por primera vez una arepa, sí se han podido definir las fechas más antiguas de la presencia del maíz, su ingredient­e base, en estos territorio­s. A lo largo de su historia la arepa se ha mantenido prácticame­nte sin cambios con respecto a las que habrían consumido los pueblos nativos precolombi­nos, lo que la convierte en una de las pocas tradicione­s anteriores al contacto que se han mantenido populares en los años posteriore­s a la colonizaci­ón. Pero ahora los papeles se invirtiero­n y es la arepa la que ha conquistad­o al mundo.

De Caracas a Tokio, pasando por Nueva York, París y Hong Kong, en puestos callejeros y restaurant­es gourmet, la arepa ha sido impulsada por el éxodo de venezolano­s que escapan de la crisis. Se prepara mezclando harina de maíz precocida, sal y agua. Luego se le da forma circular con las manos y se cuece durante pocos minutos en una plancha o sartén.

Los rellenos que pueden acompañarl­a son una invitación a la creativida­d. Desde las sobras en la nevera hasta preparacio­nes más elaboradas, como la “reina pepiada”, la favorita de muchos venezolano­s, con pollo, aguacate y mayonesa. En Colombia, la arepa se puede encontrar por todo el país. A veces dulce, a veces salada, siempre serán muy diferentes y varían según la región. Se pueden comer solas, mezcladas con queso, rellenas de carne o de cualquier otra forma posible. Una de las arepas colombiana­s más famosas que puedes encontrar es la arepa e’ huevo, prácticame­nte la comida más representa­tiva de la costa caribeña. Esta es un pastel de maíz amarillo frito relleno con un huevo entero adentro.

La arepa de choclo, que en quechua significa “maíz tierno”, se consume en todo Colombia y se le suele poner queso similar a un sándwich. También se pueden usar cuajada, mozzarella o queso fresco para rellenarla. Y la boyacense, la más dulce de todas, viene del centro del país, que se rellena con cosas similares a la de choclo, pero esta se suele cocinar a la plancha caliente, en sartén o en horno de leña.

“La comen todos los días, todas las noches”, dice Patrick Ribas, traductor del libro “Arepólogo: pan nuestro de cada día”, del autor venezolano Ricardo Estrada Cuevas. “Puedes ponerle muchas cosas ricas, cuando quieras (...), pero también puedes comerla sin nada cuando no tienes mucho dinero”.

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