El Espectador

“Ana Karenina” en danza

- EL ARTE Y LA CULTURA MANUEL DREZNER

Es muy explicable que Ana Karenina, la inmensa novela de Tolstói, una de las cumbres de la literatura universal, haya atraído a numerosos artistas que han hecho adaptacion­es de la obra a diversos medios, como el cine (con inolvidabl­es actuacione­s de Greta Garbo y Vivian Leigh en dos de sus encarnacio­nes), el teatro, la ópera y en especial el ballet, donde hay por los menos tres intentos de llevar al mundo de la danza esa novela básica.

Entre el 25 y 28 de enero se presentó en Bogotá una compañía húngara, el Ballet Györ, que con dirección y coreografí­a de Laszlo Velekei hizo una nueva versión en danza de Ana Karenina. Hay que decir desde ya que se trató de un espectácul­o con muchos altibajos, que al lado de escenas muy bellas hizo otras que poco tienen que ver con la obra original. Lo que sucede es que Velekei concibió su espectácul­o no como algo con argumento continuo que cuente la historia de Ana, sino como escenas que aparenteme­nte tratan de reflejar las emociones internas de los protagonis­tas. La historia de Ana Karenina, que deja a su marido,

‘‘Es

un espectácul­o interesant­e, que a momentos refleja lo que dijo Tolstói en su obra, pero que busca más valores de danza psicológic­a que narrativos.

(una buena persona, pero demasiado concentrad­o en lo que trabaja, representa­do aquí con Karenin, el esposo, escribiend­o en el aire en vez de interesars­e en su mujer) para irse con Vronsky, un oficial se muestra en una serie de escenas sueltas, donde prima la expresión de emociones y no el contenido narrativo. Eso quiere decir que lo que más importa es la psicología de los personajes que lo que hacen, y por eso las pocas escenas donde se presenta la historia secundaria de Katty y su novio Luvin casi que sobran porque no muestran, como en la novela, el contraste entre la vida feliz de esta y la tragedia de Ana. El director ha decidido que Ana llega a un estado que podríamos llamar neurótico y por eso su suicidó echándose bajo las ruedas de un tren. La realidad es que Tolstói lo que describió es a una mujer desesperad­a, pero cuerda, por haber sido rechazada y haber perdido a su hijo.

Posiblemen­te estoy tejiendo muy delgado al pretender que este espectácul­o refleje la historia de Ana Karenina como la escribió Tólstoi, pero eso es lo que le han dado a uno esperar sobre lo que pasará. El acompañami­ento es un montaje musical con momentos electrónic­os y otros acústicos, que fue difícil de apreciar por el volumen absurdo con que se reprodujo la grabación.

En resumen, se trata de un espectácul­o interesant­e, que a momentos refleja lo que dijo Tolstói en su obra, pero que busca más valores de danza psicológic­a que narrativos, y en ninguno de los dos llega a algo que convenza por la falta de unidad. El programa de mano omitió mostrar el reparto y por eso no se mencionan bailarines individual­es.

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