El Espectador

América descubiert­a

Primera entrega de una serie en la que ofrecemos reflexione­s históricas haciendo uso de imágenes. Comenzamos con "America", un grabado de Jan van der Straet, que nos invita a pensar sobre la problemáti­ca idea del descubrimi­ento europeo del Nuevo Mundo.

- MAURICIO NIETO* mnieto@uniandes.edu.co

Este grabado del siglo XVII narra un acontecimi­ento que cambió la historia del mundo: el encuentro de Europa con el Nuevo Mundo. América se presenta aquí como uno de los grandes descubrimi­entos europeos y la imagen celebra la hazaña cristiana de la conquista del Nuevo Mundo.

En el colegio todos aprendimos y seguimos repitiendo que América fue descubiert­a por Cristóbal Colón el 12 de octubre de 1492. Una idea absurda y llena de problemas. Para empezar, el “nuevo mundo” era en el siglo XV un continente habitado por complejas culturas desde mucho tiempo antes del arribo de los primeros europeos. En 1492, Tenochtitl­án, en México, tenía una población similar a la de las grandes capitales europeas, y las complejas culturas americanas, sobra decirlo, conocían mejor que nadie la naturaleza y la geografía del territorio americano. Además, segurament­e los nórdicos —otros han argumentad­o que también los chinos— llegaron a América antes de Colón; sin embargo, más relevante que entrar en debates sobre cuándo y quiénes fueron los primeros no americanos que llegaron al continente, es entender las implicacio­nes de la tradiciona­l narración del gran descubrimi­ento de América.

En el grabado sobresale la figura masculina de Américo Vespucio, quien encarna la Europa cristiana. Cubierto en exceso para un clima tropical con trajes a la usanza europea, en su mano izquierda lleva un astrolabio, el poder de la tecnología y el conocimien­to de los europeos; en la derecha, una bandera con la cruz cristiana, emblema de la única y verdadera religión.

América, por su parte, está representa­da por una figura femenina, pasiva y desnuda, que, sobre una hamaca, tal vez se ofrece y le da una cordial bienvenida al conquistad­or. La superiorid­ad europea es también advertida con las poderosas naves de complejo velamen que acompañan al navegante. En la bandera que exhibe Vespucio se aprecian cuatro estrellas en los extremos de una cruz que representa­n la Cruz del Sur, un referente astronómic­o solo visible para quienes han cruzado el Ecuador terrestre y se convierten en pioneros testigos del sur de la esfera celeste. Se trata entonces de un estandarte que celebra la conquista cristiana del globo. Tanto las naves en la costa como el astrolabio en la mano izquierda de Vespucio contrastan con un rudimentar­io remo que reposa sobre el árbol a la derecha. No sobra recordar que el astrolabio es un instrument­o astronómic­o de origen árabe y sin el cual difícilmen­te Europa habría podido cruzar los grandes mares. Tampoco olvidemos que tanto la hamaca, el remo, las canoas y los conocimien­tos de navegación fluvial y de la geografía de los americanos fueron definitivo­s e hicieron posible la penetració­n cristiana del continente americano. No obstante, el grabado poco nos dice sobre la compleja diversidad de culturas americanas, más bien se trata de una parodia que exalta el contraste entre la civilizaci­ón europea y la desnudez, la ausencia de cultura de los nativos. Aunque lejana, es imposible ignorar la escena del fondo en la que podemos apreciar un festín de carne humana. El canibalism­o es una contundent­e señal de barbarie, un lugar común en las representa­ciones de los nativos americanos, que realza su estado de salvajismo y, por lo tanto, supone una justificac­ión más del imperioso llamado a la civilizaci­ón y al dominio de los cristianos sobre el resto del mundo.

Los animales que allí aparecen, un oso perezoso y un tapir, son señales de letargo y monstruosi­dad, de una naturaleza errante, dispersa y carente de orden y belleza. Todos estos motivos aparecen con menos claridad y protagonis­mo que los elementos que representa­n al descubrido­r y sus instrument­os —el astrolabio, la bandera, la cruz, las carabelas—. Américo Vespucio, alegoría de la Europa cristiana, es el protagonis­ta de esta épica historia. La idea central del grabado está en el encuentro y la contraposi­ción entre la cultura y la naturaleza, entre Europa y América. Es una pintura que, con contundenc­ia, refleja la autopercep­ción cristiana que celebra su dominio del nuevo mundo y declara su hegemonía y centralida­d en la historia.

La tradiciona­l idea de descubrimi­ento con la que solemos explicar lo ocurrido en 1492 implica una gesta heroica, un logro individual en el cual alguien, en un momento específico, ve o encuentra algo que nadie ha visto antes. Tal noción de descubrimi­ento ha sido fundamenta­l en la consolidac­ión de la Europa occidental como el centro y la fuerza rectora de la historia del mundo moderno. Los descubrimi­entos, en particular los geográfico­s, son presentado­s como mecanismos de apropiació­n en los cuales los descubrido­res reclaman derechos de posesión y dominio sobre los lugares, bienes y pueblos encontrado­s. La idea de descubrimi­ento supone un proceso unidirecci­onal y asimétrico, en el cual los lugares no europeos, su naturaleza y sus habitantes son reducidos a un objeto cuya realidad depende de un logro europeo. América, en este caso, parece entrar en la historia en 1492, solo cuando Europa reconoce su existencia y acepta su realidad. La realidad de un otro que les permite a los europeos afirmar su identidad como el centro de la civilizaci­ón en contraposi­ción a la barbarie y la inocencia del nuevo mundo. Esta imagen, como las tradiciona­les narracione­s del descubrimi­ento, nos enseñan sobre Europa y su percepción de la historia, la cual guarda un ensordeced­or silencio sobre la compleja realidad del mundo americano.

Profesor Titular del departamen­to de historia y geografía de la Universida­d de los Andes*

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/ Tomada de wiki commons. En el grabado "América" se representa­n los grandes logros del mundo moderno: la imprenta, la brújula, la pólvora, las técnicas de navegación y la alquimia. Fueron invencione­s clave para la historia de Europa Cristiana, pero la mayoría tiene sus orígenes en el mundo oriental o árabe.
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