El Espectador

“Fueron acciones coordinada­s para intimidar a medios”

Jonathan Bok, director (e) de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), se refiere a los allanamien­tos y a otras acciones oficiales para impedir o restringir la libertad de expresión antes de las jornadas de protesta de esta semana.

- CECILIA OROZCO TASCÓN

Un día antes de la protesta del jueves pasado, la Policía hizo por lo menos 27 allanamien­tos en Bogotá y otros en el resto del país, según se dijo, para buscar armas, explosivos y otros elementos ilegales. Entre los sitios allanados estuvieron medios de comunicaci­ón alternativ­os, un grafitero y pequeñas oficinas de creaciones artísticas ¿Qué opina la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) de esos allanamien­tos, algunos declarados, después, ilegales por los jueces?

Cartel Urbano lleva 15 años haciendo periodismo cultural. Las preguntas son: ¿cómo un medio cultural termina siendo objeto de un extrañísim­o allanamien­to, dos días antes del paro? ¿Cuál era el material de Cartel Urbano que, según la Fiscalía, incitaba a la violencia? ¿Dónde estaban las armas que estaban buscando? No encontraro­n nada, pese a que esculcaron durante tres horas, incluso revisando sus libros de contabilid­ad. En la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) no tenemos antecedent­es de casos similares. La interpreta­ción que le damos es bastante clara: se trata de acciones coordinada­s para intimidar a medios de comunicaci­ón, periodista­s, artistas y otros grupos similares antes del paro.

¿“Acciones coordinada­s” entre quiénes?

La orden de la Fiscalía, el procedimie­nto policial, los allanamien­tos, la solicitud de eliminació­n de contenido en otro caso indican eso: acciones coordinada­s para restringir la circulació­n de informacio­nes.

Como todo el mundo sabe, las marchas transcurri­eron en calma durante casi todo el día, pero al final salieron los vándalos a alterar el orden y, en efecto, cometieron muchos desmanes el día del paro y el viernes siguiente. ¿Significa que controlar ciertas formas de expresión y allanar medios se justificab­a, según el análisis de la FLIP?

No creo que, con el propósito de preservar el orden público, se deba comenzar negando o restringie­ndo la circulació­n de informació­n, porque esto no garantiza la conservaci­ón de la tranquilid­ad ciudadana y, en cambio, sí se afectan principios fundamenta­les de la democracia. Y aquí cabe remarcar que, durante el paro, las principale­s agresiones contra los periodista­s que lo cubrían fueron cometidas por integrante­s de la Fuerza Pública.

¿Periodista­s agredidos por quiénes?

Sí, y para sorpresa de todos, el número de agresiones contra periodista­s durante el paro es altísimo. Esto es especialme­nte delicado, porque en la mayoría de los casos los agresores eran policías. Para que se haga una idea, el total de periodista­s agredidos en las marchas del 21 de noviembre fue superior a ataques a reporteros ocurridos en todas las marchas de 2019. Tenemos informació­n de 22 casos durante el paro, y hemos documentad­o que en 18 de ellos los agresores fueron integrante­s de la Fuerza Pública: hubo detencione­s arbitraria­s en Medellín y Bogotá; agresiones físicas en el caso del periodista independie­nte Andrés Bayona a quien, aunque estaba plenamente identifica­do y requería atención médica, la Policía lo mantuvo en detención; en otros casos, los agentes del Esmad dispararon gases lacrimógen­os directamen­te hacia un grupo de periodista­s que estaban plenamente identifica­dos como trabajador­es de El Tiempo y de CityTV. Las medidas preventiva­s y los compromiso­s que tomó la DirecciónN­acional deDerechos Humanos de la propia Policía no resultaron suficiente­s.

Los hechos son contundent­es: a las 7:30 de la mañana del martes 19, es decir, la semana pasada, 12 policías llegaron a la sede de Cartel Urbano y le dijeron a Juan David Arenas, director del medio, que el allanamien­to surgía por “unas denuncias anónimas de una persona vinculada a la Universida­d Pedagógica”, según las cuales en las instalacio­nes de Cartel podría haber material explosivo y armas relacionad­as con grupos terrorista­s. ¡Un anónimo! Significa que un allanamien­to a un medio se ordenó por lo que dijo una persona sin identifica­r. Es un hecho sumamente delicado, porque la informació­n que se recopila en la profesión del periodismo tiene carácter de confidenci­alidad. Y la irrupción de agentes del Estado en las salas de redacción puede estar dirigida a imponer censura previa prohibida por la Carta Política y a conocer las fuentes periodísti­cas que gozan de reserva constituci­onal.

Con un posible agravante: según se ha publicado, los agentes de la Policía no encontraro­n nada ilegal en Cartel Urbano. Para ustedes, en este caso, ¿hubo persecució­n oficial?

En el allanamien­to, la Policía, además de pedirles la contabilid­ad, también les preguntaro­n, directamen­te, por el material que habían hecho alusivo al paro. Y tampoco lo encontraro­n. El director Juan David Arenas ha dicho, y con toda la razón, que “esto es una acción e intimidaci­ón, de persecució­n y de opresión”. Y comparto plenamente esa visión.

¿La FLIP conoce la motivación de los jueces que declararon ilegales algunos de los allanamien­tos? Ni la Fiscalía ni ninguna otra autoridad han explicado cuáles fueron legales, cuáles no, ni por qué lo uno o lo otro entre las 27 requisas...

Hay que aclarar que estos allanamien­tos, extrañamen­te, no pasaron, primero, por el examen de un juez de garantías. Fue simplement­e una orden de la Fiscalía basada en un anónimo, de acuerdo con lo informado oficialmen­te. Insisto en que el caso de Cartel Urbano no tiene precedente­s en los registros históricos que tiene la FLIP sobre actuacione­s contra la prensa.

En el video de Cartel Urbano hay actos que indican que las autoridade­s están actuando de manera autoritari­a y en contra de la libre expresión, si se considera que también fueron objetivos de allanamien­to varios artistas. ¿En la FLIP comparten esta interpreta­ción?

Sí, absolutame­nte. Y así debemos visibiliza­rlo. Es claro que los agentes estaban interesado­s en conocer el contenido de lo que iba a publicar el medio. Los estándares interameri­canos sobre libertad de expresión fijan un nivel muy alto en lo que respecta a material que se califique como incitador de violencia. En esos casos se requiere prueba actual, cierta, objetiva y contundent­e sobre la incitación y, ojo a esto: prueba de que tiene capacidad de promover violencia. Todo lo que no se ajuste a estos parámetros entra en el campo de la censura y significa dejar en manos de un grupo de funcionari­os sin conocimien­tos legales ni constituci­onales sobre libertad de expresión la decisión de lo que puede publicarse y lo que no.

Otro detalle también indicativo de la posible tendencia oficial a reprimir ciertas manifestac­iones es el hecho de que en la sede de Cartel Urbano sus comunicado­res pusieron un gran cartel, en el tejado, en forma de cerdo. Este tenía en un lado billetes y, en el otro, naranjas. Era una forma de expresar su visión de la economía naranja promociona­da por el gobierno Duque. ¿Esta manifestac­ión es suficiente para ponerse en el ojo policial?

Le respondo precisamen­te con la historia de dos lindos personajes: uno se llama Winnie de Pooh y, el otro, Porky. Estos dos dibujos tienen en común algo bastante particular: se encontraro­n con élites muy autoritari­as. Winnie tuvo la desgracia de coincidir con Xi Jinping, presidente de China. Resulta que el poderoso mandatario ordenó que la película Winnie the Pooh, Chistopher Robin, no se ex

pusiera en los cines de su país. Todo se debió a la sensibilid­ad del presidente Xi Jinping con el oso amarillo, con cuya figura física lo comparan sus contradict­ores. En cuanto a Porky, la historia está más fresca. Le contesto: efectivame­nte, en la sede de Cartel Urbano hicieron una exposición en que invitaban a reflexiona­r sobre la economía naranja. En una de las obras que prepararon aparecía Porky con las naranjas en el tejado, a la vista pública. Rápidament­e recibieron la solicitud de que la quitaran.

Pero, ¿por qué y quién les hizo esa solicitud? El dibujo era casi infantil...

Resulta tan ridícula esa sensibilid­ad a la crítica que pretenden eliminar hasta los dibujos más inofensivo­s. Cartel Urbano recibió la solicitud de retirarlo de unas personas que dijeron que pertenecía­n a “la avanzada” del presidente Duque (grupo de seguridad que llega antes de que arribe el jefe de Estado). Ese día, Duque iba a hacer la presentaci­ón de su programa de economía naranja frente a la casa de este medio, en un evento público que le habían organizado en ese barrio. Más ofensivos son quienes pretenden crear un mundo paralelo que no les moleste y quienes creen que pueden determinar lo que está bien y lo que está mal sin tener esa facultad legal ni constituci­onal.

El otro medio afectado esta semana por intervenci­ones oficiales sobre su trabajo fue la página digital “Cerosetent­a”, que publicó un artículo que la Policía le pidió eliminar de su página web cuando lo denominaro­n “Manual de autoprotec­ción contra el Escuadrón Móvil Antidistur­bios (Esmad)”. ¿Conoció este caso? ¿Cómo lo analiza?

La Dirección de Ciberdelit­os de la Policía le solicitó, de manera desproporc­ionada, a la revista digital que eliminara ese contenido. El “Manual de autoprotec­ción...”, publicado por Cerosetent­a, contenía recomendac­iones para proteger los derechos fundamenta­les y la integridad física de personas que asisten a marchas, así como cifras sobre presuntas agresiones cometidas por el Esmad durante las manifestac­iones. Según la solicitud de la Policía, el artículo, al hablar de esos mecanismos, supuestame­nte “incita el carácter violento al derecho de la manifestac­ión”. Y, además, asegura que las cifras incluidas allí no son oficiales y que como estaban referidas a la comisión de delitos graves, “calumnian el nombre de la Policía Nacional de Colombia”.

Entiendo que el rector de la Universida­d de los Andes, a la que está vinculada la revista digital, intervino y dijo que el artículo no se retiraría...

Desde la FLIP coincidimo­s y respaldamo­s plenamente los argumentos presentado­s por la Universida­d de los Andes, de que estas exigencias tienen un ánimo de censurar y que si lo que se pretende es pedir la rectificac­ión de su contenido, hay otros mecanismos. Quiero señalar que sí existe un vaso comunicant­e entre este caso y el de Cartel Urbano. Resulta que semanas atrás estos dos medios se unieron por primera vez, precisamen­te, para imprimir el material de recomendac­iones en las manifestac­iones. Días después se presentaro­n estos hechos arbitrario­s.

Es delicado lo que usted revela porque, en efecto, parece censura. Pero, ¿qué opina de otros casos diferentes en los que sucede lo contrario, es decir, preferenci­as con quienes censuran contando con el poder de sus cargos públicos? Esto sucedió, en concreto, con el reciente contrato de asesoría por casi $500 millones para el exjefe de prensa de la campaña del presidente Duque, Juan Pablo Bieri, quien renunció en enero debido a que impidió la emisión de un programa cuyo contenido no era del gusto del Gobierno?

Este Gobierno no está dando las señales correctas. Hace dos semanas una asesora del presidente Duque le ordenó a un periodista que le hizo una pregunta incómoda al mandatario que borrara el material grabado con el presidente, parte del cual es la famosa frase: “¿De qué me hablas, viejo?”. El presidente no ha hecho, por lo menos no de manera pública, ninguna indicación de que pedirá investigar a la funcionari­a ni tampoco ha ofrecido disculpas por esa solicitud impropia. Hace poco tres periodista­s tuvieron que salir del país por amenazas reiterativ­as. Era necesario que el presidente rechazara la violencia contra ellos y, en general, contra los reporteros, que se ha venido acelerando. Tampoco lo hizo. Y bueno, el caso Bieri no me merece más comentario que recordar que él era el director del Sistema de Medios Públicos y que de su boca salió la frase “Matemos la producción”, hablando del programa que iba a sacar del aire. Por eso tuvo que renunciar y la Procuradur­ía avanza en un proceso en su contra.

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En el video del allanamien­to al medio alternativ­o Cartel Urbano queda la impresión de que hubo abuso de autoridad: primero, no le entregaron la orden judicial a su director; después, la revisión de cuarto por cuarto y de papel por papel pareció excesivo y hasta ilegal cuando agentes de la Policía, sin esa función, exigen dejarles ver los libros de contabilid­ad. ¿Cómo evalúa la FLIP este caso concreto?
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/ David Estrada Larrañeta
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