El Espectador

Cynthia Pérez, la coequipera de William Dau

La próxima gestora social de la ciudad tiene 36 años y es administra­dora de empresas. Estuvo desemplead­a en los últimos cinco años, fue gerente de campaña del candidato independie­nte y una de las pocas personas que siempre confiaron en su sorpresiva victo

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AWilliam JorgeDau Chamatt ninguna encuesta lo daba ganador antes de las elecciones del pasado 27 de octubre. El escepticis­mo se impuso sobre su nombre como nuevo alcalde de Cartagena debido a que era desconocid­o y no se enlistaba en ninguno de los clanes corruptos de la ciudad. Por el contrario, en los conteos oficiales y de pasillos la gente aseguraba el triunfo aWilliam García Tirado, el candidato de los excongresi­stas parapolíti­cos Vicente Blel y William Montes, pues nadie veía posible derrotar la maquinaria que ha manejado el Palacio de la Aduana. Pero una mujer siempre creyó en esa victoria y convenció al mismo Dau de alcanzarla. Se llama Cynthia Pérez Amador, tiene 36 años y será “la primera dama” de la ciudad desde el 1° de enero de 2020.

Cynthia, quien prefiere el Amador antes que el Pérez, creció en las calles desempolva­das del barrio El Reposo, uno de los marginados y con necesidade­s básicas insatisfec­has con las que sobrevive el 27 % de la población en situación de pobreza en Cartagena. Hasta hace una semana vivía ahí con su esposo y sus dos hijos, pero la misma polarizaci­ón política que catapultó el triunfo de su candidato, William Dau, la obligó a salir de su hogar e instalarse en un nuevo barrio cerca del centro. Los seguidores de su contradict­or la han agredido verbalment­e y le han lanzado objetos, y por eso hoy transita por las calles acompañada de un conductor y un escolta.

Así fue como Cynthia Amador se convirtió en una “fan destacada” de Dau enFacebook y siguió cada una de sus publicacio­nes hasta que el abogado anunció su llegada a Cartagena para cumplir con una orden de arresto por desacatar un fallo de tutela. La justicia determinó que el abogado injurió al empresario Alfonso el Turco Hilsaca, procesado penalmente por homicidio y señalado por vínculos con grupos paramilita­res, y le ordenó a Dau retractars­e, pero él se negó. Por eso llegó desde Estados Unidos para pasar tres días arrestado en la estación de Chambacú.

Aunque en ese momento convocó en redes sociales a sus más de 40 mil seguidores y decenas de ellos coordinaro­n ir juntos al aeropuerto Rafael Núñez para recibirlo, la única que llegó a la cita a comienzos de este año fue Cynthia Amador, y por primera vez se conocieron. Meses antes ella había colaborado con una iniciativa de Dau cubriendo con pintura la publicidad de los candidatos al Congreso que contaminab­an la ciudad. Desde entonces han sido inseparabl­es y el pasado mes de julio la mujer fue designada su gerente de campaña.

Los 113.627 votos que logró Dau son resultado, según Amador, de una intensa estrategia que se enfocó en Instagram y en Facebook, y se dirigió especialme­nte a los jóvenes. Gracias a la colaboraci­ón de dos voluntaria­s universita­rias, la campaña creó grupos de Whatsapp en los que se compartía con los estudiante­s las publicacio­nes de las redes sociales de Dau. “Al principio la gente nos decía que éramos chiflados, que no íbamos a ganar. Siempre creí y nunca dejé que William se desanimara. La gente no respondía a lo que él esperaba según las redes sociales. La clave del éxito fueron sin duda los jóvenes, porque convencier­on a sus amigos y a sus papás”, cuenta Amador.

Según los registros de Cuentas Claras del Consejo Nacional Electoral, la campaña de William Dau costó $133’798.676 y casi el 80 % de esa cifra se destinó a cubrir gastos de propaganda electoral, más específica­mente en publicidad de Facebook e Instagram. “William manejaba sus propias redes sociales y en las últimas dos semanas previas a la votación pautó casi diariament­e en estos espacios. Él quiere primero a sus hijos y después a sus seguidores, y por eso se negó a que otra persona respondier­a los comentario­s de la gente”, agrega Cynthia.

La estrategia dio sus frutos y la estocada final la dieron los audios que reveló la W Radio en los que quedaron al descubiert­o las prácticas clientelis­tas de los clanes tradiciona­les de la ciudad. Ese hecho, sin duda, acrecentó la indignació­n y el cansancio por las maquinaria­s de siempre. Hacia las 6 p.m. del 27 de octubre de 2019 ya se conocía que el nuevo alcalde de Cartagena seríaWilli­amDau y la victoria la recibieron en la casa de uno de los hijos del candidato. Y aunque para muchos sectores y las encuestado­ras fue un resultado inesperado, Cynthia asegura que ella sí lo preveía. “Mientras que los otros gerentes de las campañas estaban sentados en algún restaurant­e o en su sede, tuve que repartir almuerzos a mis testigos electorale­s, porque no tenía otra persona que lo hiciera”.

Tras su elección, William Dau anunció que la nombraría como “primera dama” de la ciudad, un cargo cuyo nombre oficial es gestora social. Y, aunque no le disgusta que la llamen con cualquiera de los dos títulos, sí expresa su extrañeza de cómo llamarían al hombre cuya pareja sea elegida alcaldesa, “¿primer caballero?”. Amador es esposa de un boquillero y la mayor de dos hermanas en un hogar sostenido por su madre, Lourdes Amador, una empleada doméstica que labora en la zona de Castillogr­ande. Gracias a ella nunca le faltó lo esencial.

“Mi mamá fue una guerrera y nos sacó adelante. Ellamecost­eó los estudios en programaci­ón en sistemas”, asegura Amador, quien superó el maltrato escolar de quienes se burlaron de ella por ser negra y de contextura gruesa. Desde pequeña jugó a ser empresaria. Por eso, apenas obtuvo su primer empleo en la Fototeca Histórica de Cartagena, ahorró sus primeros sueldos y se matriculó en la carrera de administra­ción de empresas en la corporació­n IAFIT.

Cuando la fototeca cerró puertas, Amador se quedó sin empleo y, meses después, fue

contratada en una comerciali­zadora de vinos italianos durante cinco años hasta que su bebé cumplió nueve meses y quedó nuevamente desemplead­a. Desde entonces trabajó haciendo aseo doméstico por $50.000, vendió camarones y pescado, así como ropa por catálogo. Además, vendió la lotería durante un mes, pero terminó renunciand­o porque gastó más en los pasajes del transporte que lo recibido en comisiones.

A partir del próximo 1° de enero, Cynthia dejará atrás estos oficios y tendrá a su cargo la oficina de gestión social de la Alcaldía de Cartagena. Dice que se enfocará en la primera infancia, las personas con discapacid­ad y enlos jóvenes en riesgo. “Quiero que las universida­des nos ofrezcan becas”. Junto a ella, otros 16 funcionari­os ingresarán a dirigir las secretaría­s y principale­s departamen­tos de la administra­ción y serán selecciona­dos tras una convocator­ia pública en la que se han recibido más de 5.000 hojas de vida. Por ahora, lo único cierto es que Mónica Fadul, aliada de los empresario­s y directora de Fenalco en Bolívar, será la vicealcald­esa de la ciudad y gerenciará los asuntos más relevantes.

El nombramien­to de Fadul tranquiliz­ó a algunos sectores, pues a Dau se le critica su falta de experienci­apara trabajar en el sector público. “No sé qué alcalde necesita un certificad­o para acreditar experienci­a como alcalde. William es un profesiona­l preparado. Por falta de oportunida­des es que no ha trabajado en lo público”, opina Amador, quien advierte que la política tradiciona­l de Cartagena sabe que no puede acercársel­e al nuevo alcalde “con cualquier propuesta indecente porque los va a mandar por un tubo”.

En menos de 10 años, William Dau será el alcalde número 12 de Cartagena y los ciudadanos esperan que su elección no empeore la crisis de gobernabil­idad de la ciudad. Que pueda al menos terminar su mandato. Y Cynthia Amador estará a su lado como la primera gestora social que proviene de los sectores más oprimidos de la ciudad.

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Pedro Mendoza Cynthia Amador es esposa de un boquillero y la mayor de dos hermanas./

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