El Colombiano

Caminos cruzados

- Por MARÍA BIBIANA BOTERO C.* - www.proantioqu­ia.org.co

Lo hemos declarado: debemos mirar más allá de nuestras potentes montañas, conectarno­s con Colombia, honrar y vivir nuestra colombiani­dad.

En días recientes estuvimos en Barranquil­la con algunos empresario­s antioqueño­s y el deseo de conocer de cerca lo que está pasando en esa ciudad del Caribe. Escuchamos al sector público, a las empresas e institucio­nes privadas como Probarranq­uilla. Al oírlos comprobamo­s algo que, aunque intuíamos, necesitába­mos sentirlo: están en un buen momento, todos quieren con Barranquil­la y esto se refleja en el desarrollo de la capital del Atlántico y sus habitantes.

La ciudad tiene hoy grandes obras de infraestru­ctura pública, como el Malecón del Río; nuevos y renovados escenarios deportivos y espacios feriales de vanguardia, como el Pabellón del Río. Hay dinamismo en su desarrollo urbano y proyección internacio­nal, tanto que la Fórmula 1 la considera como una buena sede para sus competenci­as.

Esto transciend­e el cemento: el presupuest­o público pasó de $ 660 mil millones en 2007 a $ 4,5 billones en 2021 (Secretaría de Desarrollo Económico de Barranquil­la). La inversión pública se multiplicó cinco veces en los últimos quince años y actualment­e es la ciudad del país con mayor inversión por habitante (Manizales Cómo Vamos) —Medellín ocupa el cuarto lugar—. Su ingreso per cápita aumentó un 46 % en los últimos nueve años, y la pobreza cayó cerca de diez puntos antes de pandemia.

¿Qué ha hecho Barranquil­la en estos años? ¿Cómo explicar esta época “dorada” en el desarrollo de la ciudad? Preguntas necesarias ante semejante transforma­ción. Las respuestas que recibimos siempre conducían a un ejemplo, una inspiració­n, un modelo: “aprendimos de

Medellín”. Cuánto orgullo y también cuánta nostalgia sentimos de algo que construimo­s y promovimos.

Hablaron de una Medellín en la que marcamos una ruta común, con una fórmula exitosa: trabajo en equipo entre los sectores público y privado.

Vimos funcionari­os convencido­s de la importanci­a de servir a la sociedad y no de servirse; empresario­s orgullosos de su rol, de generar empleo y riqueza, conocedore­s del territorio y sus problemáti­cas, y que, con potencia, defienden su papel en la transforma­ción social. Líderes institucio­nales empeñados, como único camino para el éxito, en movilizar y articular esfuerzos. Medellín los inspiró.

Sentir esos buenos vientos del Caribe nos pone reflexione­s sobre la mesa y nos invita a retomar ese camino, definir nuevos sueños de región, priorizar apuestas productiva­s, buscar una sociedad más equitativa y justa en oportunida­des; con la claridad en que para hacer que eso pase cada uno de nosotros debe sumar, porque no es delegable y tampoco aplazable. El futuro es ahora.

Sentir y vivir Barranquil­la cerquita ayudó también a identifica­r otras formas de ascender en este modelo de desarrollo: énfasis en construir una ciudad ambientalm­ente sostenible, apostarle con rigor al turismo y ratificar la importanci­a que el sector privado tiene en los procesos de atracción y promoción de la inversión extranjera.

Barranquil­la, como todas las ciudades de Colombia, tiene aún retos sociales enormes, pero es necesario reconocer que están, en plural, haciendo una tarea fascinante y que la ruta que Medellín, que Antioquia, les inspiró años atrás es la correcta.

Nuestros caminos están cruzados, encontrémo­nos

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