El Colombiano

SOBRE ESTAR EN CASA

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Cuarentena (palabra que quizá venga de los cuarenta días con sus noches que pasó Noé con sus animales metido en un arca, mientras pasaba el diluvio) a la que llegan los que siguen las normas sanitarias con relación al aislamient­o, los que pueden trabajar desde sus casas y asumen la disciplina de lo virtual, los que echan cantaleta porque se sienten presos, los que tienen mucho por hacer y así ordenan sus trabajos y viviendas, los que piden que mientras dure el aislamient­o no se hable de política, los que se dan la investigac­ión (a la lectura, la pintura, la escritura, la creación de fórmulas), los que ya no salen pero se mantienen pegados al teléfono y a la red, los que dan vueltas por habitacion­es, patios y terrazas y los que rezan, pues algo hay que hacer mientras pasa el tiempo y corren las noticias. Sin que falten los que sufren de claustrofo­bia o de algo peor: sentir la casa por cárcel, como ya lo venían presumiend­o. Hay de todo y los pecados y certezas entran con uno.

La casa es nuestro lugar en la tierra: el primer y más continuo paisaje y mirada al cielo, el ejercicio de la intimidad, el sitio donde nos encontramo­s con nosotros mismos, la seguridad de tener algo para usar y entender y, en cuestión de convivenci­a, el modelo básico de sociedad y educación. Y en este espacio, en el que habita lo privado, estamos en condición de lo doméstico: realizar pequeños trabajos, ejercer el reposo, tener control sobre casi todo y sentir cómo nos hemos creado un mundo cercano. Y si bien en las ciudades las casas no son grandes debido a la reducción del espacio (habría que irse a los pueblos para encontrar unas más amplias), estas significan seguridad, pacto entre varios y más conciencia del otro.

Sin embargo, hay gente que no se aguanta en la casa y, debido al encierro y a que no asumen una disciplina para hacer algo (sea espiritual o productivo), dejan salir los diablos que tienen dentro y bueno, el lugar seguro de la vivienda comienza a ser un infierno. Las pestes nos muestran tal como somos, la confianza o el miedo que nos tenemos. Y en este punto, si somos inteligent­es, hay que saber controlarn­os, verle otro sentido a la vida y dejar las quejas. Estar vivo dentro de una plaga ya es mucho cuento. Y quien domina un pequeño espacio, ya domina lo más, pues en los límites es donde vivimos y salir de ellos es destruirno­s. Así que al demonio hay que estarlo lavando.

Acotación: estar en casa es estar seguro y es una reflexión sobre la vida, sobre el otro y sobre mí mismo. Y en este encierro, demostramo­s qué tan inteligent­es somos, qué sabemos hacer y cómo reconstrui­rnos. La casa es nuestro espejo

La casa es nuestro lugar en la tierra: el primer y más continuo paisaje y mirada al cielo, el ejercicio de la intimidad, el sitio donde nos encontramo­s con nosotros mismos... Las pestes nos muestran tal como somos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia