El éxito lo medían en tacones y traje de baño
“Para fortuna de nosotras se han abierto puertas más allá de ser reconocidas por la belleza. Hemos logrado revertir esos estereotipos de género, las mujeres hemos avanzado mucho en replantear lo roles que socialmente queremos ocupar. El siglo XXI nos llevó a conquistar espacios que estaban ligados al hombre, a romper esa lógica que nos habían propuesto que para lograr el reconocimiento el camino más directo era el atractivo físico. Los reinados son un negocio, una industria, financiada por empresas de la moda, cosméticos, turismo y medios de comunicación, que en los años 80 y 90 nos mostraban eso como un referente para ser exitosas desde la belleza. Nuestra inteligencia era medida en vestido de baño y tacones. Ahora las niñas dicen que quieren ser presidentas, médicas, gobernadoras y científicas, no reinas, porque esto última implica asumir unos cánones de belleza y principios que pueden atentar contra su salud mental y física. En ese momento nos los pintaban como el gran sueño, ahora bajo la formación y las oportunidades en educación que tenemos ya no es tan relevante esa relación directa entre éxito=belleza. Las que hoy se enfrentan a ese reto de participar en un reinado saben que es una plataforma, un ejercicio de transición. Los reinados han perdido protagonismo porque se puede ser actriz, modelo, cantante o presentadora sin tener que someterse a los cánones que les imponen a las mujeres para poder triunfar. Esta plataforma para lograr el triunfo ha perdido protagonismo, porque hemos entendido que lo podemos lograr desde otros lugares y estrategias. También tienen que ver los movimientos globales que promueven ver a la mujer en otros escenarios diferentes”.