DUQUE, MANIFESTACIONES Y OTROS TEMAS
Cuando se asumen responsabilidades en cargos que implican liderazgo se hace necesario tener mucho carácter, equilibrio y sensatez. Además de estas características que creo son necesarias, a mi parecer hay una que es imprescindible: visión de futuro. Por desgracia, en el mundo actual, tan dado a la inmediatez, a funcionar bajo la tiranía efímera de las encuestas y Twitter, esta característica tiene poco valor y es menospreciada. El filósofo Soren Kierke
gaard escribió que “La vida solo puede entenderse hacia atrás, pero hay que vivirla hacia adelante”. Y esa paradoja básica desentraña lo que implica poder ser un visionario: entender el pasado y aplicarlo al futuro. Algo que no siempre sabemos hacer. Tener visión de futuro puede ser entonces determinar los caminos a seguir para en un momento dado enderezar el rumbo.
En este orden de ideas la responsabilidad de nuestros líderes políticos debería ser leer el pasado y buscar soluciones para el futuro. Colombia es una nación con muchas necesidades y problemas estructurales que llevan años, pudiéramos decir décadas, tratadas muchas veces con paños de agua tibia. Nos acostumbramos a soluciones que no atacan lo estructural y que no nos permiten dar el siguiente paso para abordar otros temas que nos centren en el desarrollo de nuevas capacidades.
Temas como la justicia, el hacinamiento carcelario, la corrupción, el déficit en salud y educación, la deforestación y contaminación por emisiones y vertimientos, la violencia, la misma financiación del pos-conflicto, en fin, una lista larga cuyas soluciones se discuten en un sin número de comités, reuniones y hasta decretos y resoluciones que, en la letra parecen ser perfectos, pero en la realidad muchas veces no operan en la lógica del día a día.
La mayoría de nuestros problemas tienen que ver con lo económico pero a decir verdad no necesariamente con esto se resuelve todo. Es decir, si bien la inyección de capital es im- portante no debemos perder de vista que la estrategia, operación, indicadores y medición del impacto de las soluciones planteadas, son también igual de relevantes al momento de medir la eficacia de las políticas, programas y proyectos.
A raíz del acuerdo alcanzado entre estudiantes y Gobierno Nacional, hecho histórico que debemos celebrar, quiero llamar la atención sobre la estrategia, programas y proyectos en los que se invertirá el presupuesto acordado, pero sobre todo en la efectividad de la ejecución presupuestal, la cual debe tener una verdadera medición de impacto frente a unos indicadores medibles y claros. Los estudiantes lograron algo que parecía imposible y por ello y con la misma fuerza deben exigir ejecuciones de impacto y manejo austero de los gastos que pudieran ser irrelevantes. Qué bueno sería que las organizaciones estudiantiles hagan un seguimiento detallado a la multimillonaria cifra que acaban de recibir y a las que históricamente han tenido las universidades públicas y así nos muestren al país que somos muy buenos para protestar por causas necesarias, pero también para fiscalizar los recursos y exigir buenos resultados en las inversiones.
Por último reconocer la disposición y determinación del presidente Duque y su ministra de Educación, que para llegar a acuerdos en temas tan estratégicos demuestran, a propios y extraños, que están leyendo el pasado para enfrentar el futuro
Tener visión de futuro puede ser entonces determinar los caminos a seguir para en un momento dado enderezar el rumbo.