“LA FIESTA DE LA GUERRA”
En el ensayo Sobre la Guerra,
Estanislao Zuleta da a conocer cinco puntos de vista sobre este ámbito: el primero se basa en el poder de silenciar al otro que se ve suprimido al no tener un espacio social y legal en el cual manifestar y desarrollar sus ideas; el segundo desarrolla la idea de reducir las diferencias, las oposiciones y las confrontaciones a una sola, llegando así a “negar los conflictos internos y reducirlos a un conflicto externo”; el tercero define la guerra como una “fiesta” ya que une a la comunidad; el cuarto explica la figura del “amo absoluto” de Hegel: la muerte y finalmente, el quinto termina con la frase “solo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz”.
Sin lugar a duda, este término ahoga mi corazón y me hace pensar en la poca humanización que existe, acaso ¿qué celebramos? ¿a la madre que llora en el ataúd a su hijo? ¿Al niño que quedó huérfano por culpa de la “fiesta” de la guerra?
La guerra no es “fiesta”, la guerra es dolor, cómo olvidar los carrobombas de Pa
blo Escobar, el atentado en las Torres Gemelas, los secuestros de las Farc, y peor aún, cómo llamarle a esto “fiesta”. Llamemos así a las opiniones, al escuchar al otro, su punto de vista, el dar a conocer el nuestro y generar un diálogo, a eso sí llamemos “fiesta”, a la unión de pensamientos y diálogos, pero no llamemos “fiesta” a la guerra, a las muertes, a la sangre que esta derrama.
Es necesario abrir espacios de diálogo, de concentración de personas donde se expongan sus ideales y no se limite simplemente a exterminar al otro, sino a comprenderlo, refutarlo y llegar a un consenso donde primen las ideas no la sangre de los hombres.
Este discurso reduce a su mínima expresión la posibili- dad del debate, llevándome a pensar que los muertos y costos de la guerra son el precio que hay que pagar para que sean tomadas en cuenta nuestras opiniones y puntos de vista.
Aunque fueron muchos los que estuvieron en contra del Tratado de Paz con las Farc, no cabe duda de que este hecho abrió las puertas al diálogo y a la visibilización de la paz para Colombia. Finalizo con la idea de que es mejor negociar la paz que seguir manchándonos de sangre
Es necesario abrir espacios de diálogo, y no se limite simplemente a exterminar al otro