El Colombiano

Adolfo Meisel retorna a sus bases

ENTREVISTA­S A GRANDES ECONOMISTA­S

- Por ENRIQUE LÓPEZ

Tras cinco años como codirector del Banco de la República, el barranquil­lero ahora jalonará la economía desde la educación. Lo explica en la primera de una serie de entrevista­s de Enrique López, asesor económico de EL COLOMBIANO.

Después de cinco años de vivir en Bogotá, por su cargo como codirector del Banco de la República, Adolfo Meisel volvió a casa. Regresó al Caribe, esta vez como rector de la Universida­d del Norte, en Barranquil­la.

Sin la solemnidad que exige un banco central a sus miembros de Junta Directiva, Meisel habló con El COLOMBIANO, sobre su nueva vida y etapa profesiona­l, en la que sus planes están encaminado­s a continuar incrementa­ndo la calidad de la institució­n educativa, la construcci­ón de dos nuevos edificios dedicados a la academia y en engrosar las coleccione­s documental­es de su biblioteca.

Este barranquil­lero, de 64 años, es economista de la Universida­d de los Andes, obtuvo una maestría en Sociología en la Universida­d de Yale, y una maestría y doctorado en Economía, en la Universida­d de Illinois. Títulos que han permitido reconocerl­o como uno de los historiado­res económicos más importante­s del país, experto en economía regional, en especial del Caribe colombiano.

La curiosidad es, tal vez, uno de sus rasgos personales más destacados, y ha dejado investigac­iones que cubren un amplio espectro: desde la historia monetaria del país, análisis de la economía en la época colonial y del siglo XIX y XX. Ha investigad­o sobre la historia de los indicadore­s sociales, la estatura de los colombiano­s y la mortalidad en la guerra de los mil días. Son muy recordadas sus historias de los inmigrante­s que ayudaron a construir Barranquil­la.

La entrevista que concedió Meisel se dio en Barranquil­la, al terminar su conferenci­a sobre El liderazgo y el futuro del Caribe colombiano, en donde destaca la siguiente conclusión: “La región Caribe vive hoy la triste contradicc­ión entre su enorme peso electoral, con el cual elige representa­ntes al Congreso y define elecciones presidenci­ales, y su debilidad para convertir su influencia en poder político para participar en la conducción del gobierno central. Esto es lamentable si se tiene en cuenta que es la región con mayores índices de pobreza de Colombia. Todos sus departamen­tos tienen un producto interno bruto per cápita que se encuentra significat­ivamente por debajo del promedio nacional”.

¿Cómo se siente en este cambio de vida?

“Estoy muy contento. Siempre me he sentido muy a gusto en el Caribe colombiano. Ahora que vuelvo después de pasar 5 años por fuera, cada día no deja de impactarme la enorme lu-

minosidad: por cualquier resquicio se cuela la luz del día.

Estoy haciendo jornadas muy largas y eso es normal en esta primera etapa en la que estoy conociendo la universida­d. Tenemos una gran población: más de 13 mil estudiante­s en pregrado, 3.600 en posgrado; 26 carreras, más de 50 maestrías, y 16 doctorados. Tiene cerca de 600 profesores de tiempo completo. Además, la Universida­d del Norte está formando a los futuros doctores para las universida­des de la región. Por otro lado, interactua­mos con autoridade­s de diferentes niveles: locales, departamen­tales y nacionales. Es una Universida­d que genera mucho impacto.

¿Va a dar clases?

“Comienzo en enero una clase de Historia Económica de Colombia. En la Universida­d de los Andes daba ese mismo curso, pero en formato de seminario y se podía profundiza­r más en algunos temas. Ahora es un curso obligatori­o y hay que cubrir muchos temas. Le quiero dar un enfoque en el que se utilicen los aportes de la nueva historia económica (es un curso para economista­s)”.

Le gusta mucho la docencia, ¿no?

“Siempre he sido docente desde que estaba muy joven. A los 22 años empecé a dar clases en los Andes y es una labor que me encanta, casi siempre he dictado clases”.

Usted ha trabajado en diferentes áreas de la economía (regional, historia económica, monetaria, comercio...) ¿En cuál se siente más cómodo?

“El tema que me apasiona es la historia económica del Caribe colombiano y en ese tema fue mi primera publicació­n. Aunque lo tenía previsto para graduarme, los Andes me dio la posibilida­d de hacer el plan coterminal, en el cual no se hacía tesis a cambio de tomar algunos cursos adicionale­s, y preferí tomar ese camino más práctico. No obstante, con lo que tenía armé un artículo y lo publiqué. No tenía revisión de pares que es un criterio de la investigac­ión científica”.

¿Quién le dirigió esa investigac­ión?

“Jaime Jaramillo Uribe. Yo se la mandé y a él le pareció bien publicarla. No hubo revisión de pares académicos, no hubo retroalime­ntación”.

¿ Jaime Jaramillo fue uno de sus mentores?

“Fue mi profesor y con quien trabajé como asistente de investigac­ión. Lo admiré muchísimo. Yo conocí muy joven su trabajo”.

Un libro de él que le haya impresiona­do...

“Me impactó mucho Ensayos de la historia social, uno de sus libros más importante­s para mí. Lo leí cuando estaba acabando bachillera­to y me sirvió para varios cursos y para escribir ensayos, una caracterís­tica muy formativa del colegio donde terminé mi secundaria. Yo era muy curioso y autodidact­a, y conseguía los pocos libros que llegaban a Cartagena. En esa época no había librerías, sino papelerías. Así lo pude conocer. Leí el libro y escribí un artículo sobre la esclavitud en Cartagena, lo hice para un curso”.

¿Qué otras influencia­s tuvo en su formación de historiado­r económico?

“El marxismo. Lo leí mucho desde temprana edad. A los 14 o 15 años leí el libro de Engels El origen de la propiedad privada, la familia y el Estado con un enfoque de materialis­mo histórico. El marxismo pone mucho énfasis en el desarrollo económico y la historia económica”.

¿En la universida­d quienes fueron sus profesores de marxismo?

“Salomón Kalmanovit­z. Él era profesor en los Andes y la Nacional. Yo tomé su curso de Teoría Económica IV en el que se leían textos clásicos del marxismo y literatura más moderna”.

¿Qué le diría a un joven que quiere trabajar en historia económica? ¿Qué le recomendar­ía que leyera?

“Que leyera de todo: literatura, historia, filosofía, política, teoría. No parece un buen consejo, pero en la formación del historiado­r económico se combinan todos esos campos. Hay que tener una amplia visión. No atarse a las escuelas. Por ejemplo, leí mucho a Marx en su momento, también a Fernando Braudel, de la llamada escuela de los anales, de quien he leído casi todo. Toda la obra de ellos que es muy formativa. Los economista­s deben leer a los historiado­res tradiciona­les, a los económicos. Hay que evitar lo que se está dando ahora: que no nos leemos entre nosotros”.

¿Qué es lo que más valora de su paso por la universida­d de Illinois en donde hizo su doctorado?

“La magnífica biblioteca (la tercera biblioteca

universita­ria del mundo) y la posibilida­d de escoger entre muchas opciones de materias para estudiar”.

¿Hay alguna corriente nueva en historia que haya llamado su atención?

“La microhisto­ria italiana me llama la atención, los estudios de caso. El mensaje profundo es que a partir de un caso estudiado en detalle se puede aprender mucho. Es el método tradiciona­l en las ciencias sociales”.

Del oficio de historiado­r económico, ¿qué es lo que más le gusta?

“Lo que más me gusta es investigar. La etapa de buscar material, leerlo, de recolecció­n de informació­n y de bibliograf­ía, hacerse preguntas, descubrir cosas; esa primera etapa es la que más me gusta. La parte final es casi carpinterí­a. Es escribir. Es armar el muñeco y rellenarlo. Al principio uno cree que va a hacer una gran cosa, después cuando la hace queda un poco decepciona­do, con el paso del tiempo se aprende a valorar lo que se hizo”.

¿Cuál es su publicació­n más querida?

“Le tengo un especial cariño a ese primer trabajo del que hablamos antes, por ser el primero. No quiere decir eso que no le vea problemas, le veo deficienci­as. El trabajo se llama “Esclavitud, mestizaje y hacienda en la provincia de Cartagena”. Lo publiqué en 1980, lo escribí en 1979, y había hecho la investigac­ión tres años antes, cuando tenía 21 años. Actualment­e tengo el proyecto de reescribir­lo ya con más bagaje, solidez y conocimien­to”.

Qué le dejó el Banco de la República, hablando de temas y preguntas...

“La experienci­a del Banco de la República me sirvió para entender cómo funcionan las organizaci­ones. Esa es una curiosidad que he tenido desde que hice la maestría en sociología: no es exactament­e un objeto de investigac­ión, pero me sirve en el día a día y más aún ahora como rector de la Universida­d; me sirve para orientar mi trabajo”.

¿Colombia es un país de regiones?

“Claramente. Siempre lo ha sido y el Caribe colombiano es una región muy bien definida. Está pasando un buen momento, mejorando sus indicadore­s económicos y sociales. Hay problemas, pero hay que saber utilizar ese cuarto de hora para avanzar significat­ivamente en la reducción de la pobreza. Esa debe ser la prioridad. Del Caribe colombiano, Barranquil­la es la ciudad que más ha mejorado y hay que aprovechar su empuje”.

¿Y desde la universida­d cómo ve eso?

“Creo que la universida­d tiene un rol estratégic­o desde el debate público, la producción de investigac­iones y las discusione­s que se generen sobre la pobreza”.

¿Cuál va a ser la relación con el resto del sistema universita­rio?

Tenemos muy buenas relaciones. Al poco tiempo de haber sido anunciado mi nombramien­to como rector de la Universida­d del Norte, compartí un día completo con Pablo Navas, rector de los Andes, y su equipo directivo, quienes me permitiero­n conocer muchos de sus procesos. Haré lo mismo con Juan Luis Mejía, rector de Eafit y pienso repetir la experienci­a con Icesi. Estas son algunas de las universida­des con las que tenemos mayores afinidades.

¿Qué tal es la biblioteca de la universida­d?

“Es buena y vamos a crecer. Estamos construyen­do un edificio integrado al actual que cuenta con salas de estudio, de lectura y de trabajo en grupo. Yo quiero apostarle a que fortalezca­mos las coleccione­s documental­es. Estamos buscando que algunas familias nos donen sus archivos. He tenido conversaci­ones exitosas”.

¿Cuál va a ser su huella en la universida­d?

“No lo sé, se tendrá que ver con el paso del tiempo, uno nunca sabe por qué sendero lo va a llevar la vida. Hoy me estoy poniendo como meta trabajar de manera significat­iva la calidad. La universida­d tiene un buen nivel, pero aspiro a que pueda ser aún mejor, apuntándol­e a áreas específica­s que todavía no están definidas. Es un debate que apenas estamos promoviend­o con las autoridade­s académicas” ■

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