El Colombiano

PARADOJAS DEMOCRÁTIC­AS

- Por DANIEL GASCÓN redaccion@elcolombia­no.com.co

La diversidad de opiniones está bien pero, en realidad, lo mejor sería que todos pensáramos lo que pienso yo. Como no parece que eso vaya a pasar pronto, y como es posible que alguien crea, equivocada­mente, que sería mejor que pensáramos lo que él piensa en vez de lo que pienso yo, el pluralismo y su defensa son una buena solución de compromiso.

El valor reside en hablar con quienes tenemos desacuerdo­s profundos: debatir con quienes piensan como nosotros no es exactament­e pluralismo. A largo plazo, las ventajas que tiene para cada uno son muchas. La confrontac­ión con otros puntos de vista nos permite conocer más aspectos de los problemas y nos ayuda a cambiar de opinión o matizar nuestras posturas. Las virtudes sociales son obvias: entre ellas está que no nos matemos. Pero a primera vista es el reconocimi­ento de una limitación.

Las proteccion­es liberales - desde la libertad de expresión hasta la presunción de inocencia- también son el reconocimi­ento de una limitación, la admisión de la posibilida­d de un error, y quizá por eso no acaban de gustar a nadie. Sabemos que son importante­s, pero producen desconcier­to. A menudo nos parece que ayudan injusta y tediosamen­te a personas que no lo merecen. La percepción cambia cuando somos nosotros, o los nuestros, quienes estamos en apuros. Quizá son necesarias precisamen­te porque no terminan de satisfacer a nadie.

En países con una estructura institucio­nal fuerte, que entre otras cosas defienda esas salvaguard­as liberales, los partidos populistas son más populistas en la oposición que en el Gobierno. Hay límites al daño que pueden causar a las institucio­nes, pero influyen en la política.

En primer lugar, introducen temas en la conversaci­ón pública, lo que puede tener elementos positivos. En segundo, lo convierten todo en política y eso puede producir consecuenc­ias desagradab­les: como ha escrito Janan Ganesh, una sociedad es civilizada en la medida en que deja espacio para lo no político. Finalmente, potencian la lógica de amigo/enemigo y una visión binaria de la sociedad que niega su pluralidad interna. Uno siempre se acaba pareciendo a aquello que combate y si no presta atención el antipopuli­smo puede convertirs­e en una forma de populismo

Uno siempre se acaba pareciendo a aquello que combate y si no presta atención el antipopuli­smo puede convertirs­e en una forma de populismo.

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