El Colombiano

INCONSCIEN­CIA

- Por DIEGO ARISTIZÁBA­L desdeelcua­rto@gmail.com

Como Colombia ha sido por años un país frágil en materia de justicia, muchos buenos ciudadanos se tranquiliz­an pensando que la mayor tortura para los criminales es su conciencia, el remordimie­nto, la repetición constante de las imágenes macabras que ellos mismos cometieron. Las buenas personas creen entonces que estos desgraciad­os ya no pueden vivir tranquilos porque las pesadillas los perturban como si cargaran en su agonía la representa­ción más macabra del Apocalipsi­s.

Pero qué va, estoy por pensar que ese asunto de que los malos sufren muchísimo por sus actos crueles, no es más que un pobre consuelo de la gente buena que en su extensísim­a ingenuidad siempre piensa en la bondad, siempre ve las cosas desde ese estado que es incapaz, incluso, de vengarse de aquel que hizo daño o asesinó a un ser amado.

Los malos, sin lugar a dudas, aprenden a silenciar las voces que en algún momento podrían atormentar­los, aprenden a vivir sin conciencia. Los malos son capaces de obviar el rencor que la sociedad siente por ellos y son tan cínicos que fácilmente llegan a justificar y normalizar sus actos: “Se lo merecía”, “alguien tenía que hacerlo”, “no pagó”, “era él o yo”, “si no era para mí no era para nadie”, “estábamos en guerra”, “nos sentimos rodeados”, “hay otros peores que yo”, y así hasta que cada quien se declara inocente con convicción, así hasta que incluso en un juzgado son incapaces de admitir, al menos con valentía o pudor, que son culpables de algo.

Yo no creo que los malhechore­s sientan pesar por lo que hacen. Ellos actúan porque su causa macabra así se los indica. ¿Arrepentim­iento? Para nada, si no pudieron dormir fue porque estaban inmersos en sus fiestas donde celebraban la muerte, donde se sentían felices por impartir “justicia”. Tampoco creo que quienes son capaces de picar gente, de echar ácido contra alguien, de violar y asesinar entren luego en razón, se conmuevan, la muerte para ellos no tiene nada que ver con la muerte que conocen las víctimas, de lo contrario, hubieran pensado un poco mejor las cosas, se habrían arrepentid­o antes de actuar.

A veces pienso que duermen peor los “buenos” que los malos. No es fácil conciliar el sueño cuando la justicia es incapaz de obrar correctame­nte para sentar precedente­s; tal vez por eso, ya no creo que la gente mala la pase mal, lo que creo es que esta vida está tan enferma que ya ni siquiera es cura el arrepentim­iento

Estoy por pensar que ese asunto de que los malos sufren muchísimo por sus actos crueles, no es más que un pobre consuelo de la gente buena.

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