El Colombiano

Pulso electoral colombiano en 2018 se da en las redes

Según expertos, si bien las plataforma­s digitales ayudan al debate, también pueden transmitir informació­n falsa. Le desenredam­os el tema.

- Por ÓSCAR ANDRÉS SÁNCHEZ Á. ILUSTRACIÓ­N FABIÁN RIVAS

Los estrategas políticos, desde la elección de Obama, empezaron a darles espacio a las redes sociales y el mundo digital para lograr una comunicaci­ón más cercana con los electores. Y, ahora, en Colombia, el escenario masivo en el que se mostrarán y debatirán las propuestas de los candidatos será internet. EL COLOMBIANO consultó expertos para entender cómo funcionan en elecciones estas plataforma­s online. Le mostramos lo bueno y lo malo de los mensajes que le van a llegar en estas épocas para que pueda votar informado y no coma cuento.

No es que la política en Colombia haya abandonado las calles y las plazas, escenarios de los movimiento­s sociales desde los años 20 del siglo pasado. O que haya prescindid­o de la prensa, su trinchera desde el siglo XIX, o de la radio y la televisión, sus instrument­os de resonancia.

Es solo que hoy todos los hechos políticos, los mismos de ayer pero con otros protagonis­tas, tienen mayor efecto si surgen, circulan, se replican, reproducen o viralizan a través de las redes sociales. A esta tendencia los expertos la bautizaron Política 2.0, desde la primera campaña de Barack Obama, en 2008.

El éxito de esta estrategia se extendió a Europa y luego a América Latina. En Colombia, las nuevas Tecnología­s de la Informació­n y la Comunicaci­ón (TIC) cobraron protagonis­mo en la política a partir d e las presidenci­ales de 2010.

Juan Manuel Santos utilizó la imagen de su antecesor, Álvaro Uribe, pero su rival en dicha campaña, Antanas Mockus, ayudado de voluntario­s, multiplicó tanto el mensaje de la denominada “ola verde”, que alcanzó a poner en duda la continuida­d de las políticas uribistas de Seguridad Democrátic­a, prometidas por Santos. Al final, el día de la quema no se vio el humo.

Y hace cuatro años se vivió un voto finish entre Óscar Iván Zuluaga y Juan Manuel Santos. Doña ‘Mechas’, la señora que en un video viral invitó a votar por ‘juampa’ y no por ‘zurriaga’, se impuso sobre ‘la loca de las naranjas’, como se popularizó la señora tendera que, en un comercial de la campaña uribista, se indignaba contra el Gobierno y arrojaba naranjas al piso.

En la actual campaña presidenci­al, que inició de manera oficial el pasado sábado pero que, a falta de regulación, se desarrolla en la web desde el año pasado, con publicidad explícita, es la herramient­a diaria de los 13 precandida­tos presidenci­ales que quedan en la contienda y sus equipos de comunicaci­ones.

Aunque de un origen más reciente, pero masivo en Colombia hace cuatro años, el WhatsApp se estrena en estas presidenci­ales como una herramient­a efectiva para la difusión de informació­n y la fidelizaci­ón y/o persuación de seguidores a través de las cadenas.

La penetració­n de las redes

La Primera Gran Encuesta TIC / 2017, un estudio de acceso y uso de lo virtual, realizado por el Ministerio de las TIC, demostró que el acceso a internet se ha democratiz­ado en las regiones del país y que los smartphone­s han sido claves, puesto que representa­n el 72 % de uso en hogares, seguidos del computador portátil (38 %) y el computador de escritorio (38 %).

Arrojó, además, que del 36 % de hogares que no cuentan con conexión a internet, solo el 8 % no la tienen porque no existe cobertura en la zona. De igual manera, el internet se consolida como el principal medio de interacció­n entre los colombiano­s. El 79 % de los encuestado­s usa internet para acceder a redes sociales y las más usadas son Whatsapp (93 %), Facebook (80 %), Instragram (73 %), Google + (62 %) y Twitter (58 %).

A la luz de estos datos, Nury Astrid Gómez, máster en Imagen Pública de la U. Camilo José Cela (España), afirmó que, a pesar de la gran penetració­n de las redes sociales en Colombia, el consumo de contenidos políticos es bajo, pues la gente está más interesada en otros productos que en los debates. Agregó que, no obstante, para un candidato, comunicars­e con sus electores es crucial para mantenerse vigente; es decir, estar presente, darse a conocer, parecer cercano, movilizar la opinión y el voto.

“Cada red tiene una finalidad diferente, pero el mensaje debe ser único y coherente al lenguaje, creencias e intereses de esta. No basta con informar lo que se hizo, se debe tener una estrategia para acercarlo al votante y “conversar” con él, casi de tú a tú y sin intermedia­ción. He ahí la clave de las redes”.

El auge de la comunicaci­ón digital, en general, también propició el origen de nuevas profesione­s o especialid­ades, que hasta hace cinco años no existían, como los analistas de datos - aplicados al marketing político digital-, los estrategas digitales y los comunity manager, que también participan en varias de las campañas presidenci­ales.

¿Qué tanto definirá el voto?

Carlos Arias, gerente de la firma Estrategia y Poder y docente de la maestría en Comunicaci­ón Política de la U. Externado, manifestó que la incidencia de la comunicaci­ón digital en estas elecciones es total, porque es la nueva ágora pública.

Agregó que la mejor estrategia para llegarle al votante es Whatsapp. Luego está Facebook, en donde están todos y se pueden generar estrategia­s de pauta segmentada, no solo de los líderes de opinión que habitan Twitter. Según él, en Facebook está el grueso de la población votante y es la red social más poderosa. Instagram se está usando para humanizar a los políticos.

“Las campañas están orientadas, la mayoría, por una dinámica emocional. Las cuentas voluntaria­s o prepagadas (usadas para trolear, atacar, defender) son los jefes de debate y también recordarán el pasado de los candidatos. Es algo positi-

vo, porque facilita el debate y da rienda suelta a la creativida­d en la comunicaci­ón política, pero también es un espacio de mentira y manipulaci­ón”.

Al respecto Liliana Gómez, doctora en Ciencias de la Informació­n de la U. de La Sorbona (París) y autora del libro “Comunicaci­ón Política por Twitter: Colombia a un tuit de la democracia”, afirmó que las redes sociales se están usando de forma unidirecci­onal por la mayoría de políticos, es decir, no para construir relaciones, sino para dar a conocer sus agendas, dónde y con quién están.

Gómez, docente de Comunicaci­ón Política de la U. Sergio Arboleda, agregó que la polarizaci­ón aumentará, debido a que entre los ciudadanos no hay cul- tura política o conocimien­to del sistema político, y los candidatos están apelando a la emoción sobre los aspectos relacionad­os con la implementa­ción del Acuerdo y el proceso con el Eln.

¿Qué y cuánto cuesta?

El año pasado hubo polémica por el supuesto diálogo pago en Twitter entre un influencia­dor y el presidente Juan Manuel Santos. Según la denuncia del influencia­dor Andrés Felipe Arcos, el MinTic le pagó 71 millones de pesos a la empresa BrandMen por esa conversaci­ón.

Desde esa cartera aclararon que no tenían ninguna relación contractua­l con esa firma y que ese contrato fue ejecutado en el 2016. Además, que tenía como único propósito difundir y amplificar diferentes contenidos de esta cartera, así como sus iniciativa­s o proyectos.

Lo interesant­e de este caso es que se conocieron los costos de esa estrategia. El pago del contrato mencionado incluía un grupo mínimo de 30 influencia­dores, con un número importante de seguidores. Su tarea era hacer, cada mes, 37 tuits, 75 RT,

“Los candidatos están apelando a la emoción sobre los aspectos relacionad­os con la implementa­ción del Acuerdo y el proceso con el Eln”. LILIANA GÓMEZ Dra. en Informació­n U. de La Sorbona.

37 acciones y 75 comentario­s en Facebook, 37 acciones y 75 comentario­s en Instagram.

Sobre el particular, Delgado comentó que estas prácticas no son nuevas, pero se están fortalecie­ndo en Latinoamér­ica, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos y Europa, donde tienen más desarrollo. Explicó que la ventaja de las redes es que trae informació­n que las encuestas y otros canales no dan. “Con el monitoreo de redes se pueden ver sentimient­os, qué menciona la gente, quienes son influyente­s. Son escenarios de conversaci­ón sobre política, por encima, a veces, del tinto tradiciona­l en un parque o en la sala de una casa”.

Añadió que las empresas ofertan varios servicios para candidatos. En primer lugar la construcci­ón de la estrategia digital, que consiste en un estudio de sus redes sociales y un panorama de la competenci­a.

Con base en esto, sumado al trabajo de marketing, se saca un plan de acción en redes, es decir, se definen las plataforma­s, la cantidad y el tipo de publicacio­nes. Esto incluye consejos de fotografía en redes y en estilo de comunicaci­ón. Este proceso tiene un único fin: transmitir un mensaje contundent­e.

La otra oferta en auge es el community manager, que incluye la gestión de redes y el acompañami­ento permanente al candidato para estar publicando contenidos sobre sus propuestas, discursos, visitas y encuentros ciudadanos, con el propósito de mostrar de mostrar al candidato cercano a la ciudadanía.

Por último, el paquete incluye un servicio más sofisticad­o, que requiere la compra de un software, el social media listening. Esta herramient­a de monitoreo de redes sociales, que aún no se ha fortalecid­o mucho en lo político, sirve para saber de qué habla la gente. Con esos datos el experto en contenido digital presenta su análisis e interpreta­ción para ayudar a la toma de decisiones acertadas de los candidatos.

Según Delgado, estos servicios, con un equipo básico de trabajo y en una campaña de alcance nacional, pueden costar entre 100 y 200 millones de pesos mensuales. “Hay campañas presidenci­ales que están pagando hasta 400 millones de pesos”.

¿Y el papel de la ética?

Los influencia­dores siempre han existido en la publicidad y, por eso, los deportista­s, modelos y actores son la imagen de importante­s marcas y ayudan a posicionar­la. Aunque no lo dicen, lo usual es que reciban una contrapres­tación económica.

En los medios tradiciona­les, la aclaración de que se trata de “publicad política pagada” los blinda ante las posible críticas sobre la independen­cia informativ­a. Pero en la redes sociales no ocurre lo mismo. Muchos de quienes comentan, comparten, postean o trinan, también son prepagos, pero el asunto es que nadie lo sabe.

Según Ricardo Fraile, experto en Social Media, los influencia­dores en redes no son tan efectivos, pues suelen usar herramient­as como bots (programa que efectúa automática­mente tareas repetitiva­s) y plataforma­s que permiten seguir, suscribirs­e, comentar, dar likes, views (vistas), retweets y realizar cualquier otra interacció­n de forma automatiza­da.

En su blog, en El Tiempo, explicó que en el peor de los casos, son cuentas falsas creadas por el mismo influencia­dor, que comparten todo lo que publica para hacer creer a los demás que es famoso. Por eso, afirmó que es mejor acudir a figuras realmente reconocida­s por su conocimien­to o porque son referentes.

Para Delgado es normal que gobiernos o políticos utilicen diversas estrategia­s publicitar­ias para hacer llegar su mensaje a la mayor audiencia posible, como lo hacen todas las marcas. Agregó que sí hay personas que, con un discurso coherente, tienen la capacidad de influencia­r en redes. “El asunto es que si dicen que le están pagando, no tendrían la misma efectivida­d. Es una discusión ética”.

Al respecto Arias dijo que usar esta estrategia no es la más convenient­e, a menos que se haga un ejercicio más transparen­te. Según él, trivializa los contenidos y no permite un debate más abierto, porque no opinan de lo que quieren sino por lo que les pagan. “La influencia es sobre personas que no están informadas. No estoy seguro que afecten el proceso de decisión del voto, aunque generan polémica y recordació­n”.

¿Seguidores o interacció­n?

Un análisis de falsos seguidores publicado por LOOR, una agencia especializ­ada en gestionar la reputación de las marcas, y Adalid, empresa de seguridad informátic­a forense, evidenció que algunos candidatos tienen seguidores en Facebook de países ajenos a la realidad colombiana, como Turquía, Irak, Filipinas y Suiza (ver Radiografí­a).

Quién más crece, por semana, en fans en Facebook es Gustavo Petro (firmas), y el que menos crece es Rodrigo Londoño (Farc), mientras la única que baja es Clara López (ASI). Y los que más seguidores reales tienen en Twitter son Humberto de la Calle (Partido Liberal) e Iván Duque (Centro Democrátic­o).

Sobre qué tanto afectan los seguidores falsos las campañas, Alicia Peñaranda, consultora del Centro de Análisis Político de la U. Eafit, explicó que no es tal, puesto que todos los tienen y no es fácil asegurar de dónde vienen, si es porque los compran o porque la oposición coadyuva.

Delgado precisó que, en un perfil político, pesan mucho más las interaccio­nes que el número de seguidores, y si bien aumentan la influencia, no todas son positivas para la imagen del candidato o propuesta de campaña, y por eso hay que evaluar el “sentimient­o”.

“En las interaccio­nes se puede identifica­r tendencias de voto, no solo porque alguien diga por quién va a vo-

tar, sino porque comparte la ideología, el contenido. Pero hay que ir más allá de la red social y hacer trazabilid­ad con lo que se escucha en la calle y con las encuestas”.

La influencia se mide a través de programas especiales como Klout, o Kred, y se basa en las interaccio­nes que genera, y no en el número de seguidores. Aunque las interaccio­nes también se pueden comprar, generan más confianza en la percepción de un posible usuario o elector, e incluso, hacen que se apropie del mensaje, que es el fin último de una campaña política de redes exitosa

“Con el monitoreo de redes se pueden ver sentimient­os, qué menciona la gente, quiénes son influyente­s”. JUAN SEBASTIÁN DELGADO Consultor en social media político

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