El Colombiano

NUEVA BARAJA CONTINENTA­L

- Por DAVID E. SANTOS GÓMEZ davidsanto­s82@hotmail.com

De la media docena de elecciones presidenci­ales que se efectuarán este año en América Latina, cuatro tienen una especial relevancia. Colombia, México, Brasil y Venezuela renovarán ejecutivos altamente impopulare­s en medio de un deseo ciudadano de virajes drásticos y triunfos opositores.

Colombia, primera en este calendario, despide a Juan Ma

nuel Santos concentrad­a en la implementa­ción del proceso de paz con las Farc. Aun cuando es evidente la disminució­n del conflicto, el imaginario colectivo parece empecinado en seguir teniendo a la antigua guerrilla como el tema principal de la campaña. Una desgracia, si nos atenemos a los escándalos de corrupción que explotan a dia- rio y deberían concitar un llamado más urgente a debatir otras realidades nacionales.

En el norte, México despide a Enrique Peña Nieto y su sexenio para el olvido, ahogado en una guerra contra el narco que parece eterna y rompe récords de asesinatos año tras año. Acusacione­s de corrupción que tocaron las puertas de Los Pinos y una escalada de torpezas diplomátic­as, transforma­ron a EPN en un personaje de caricatura. En la fila para ocupar su lugar, la delantera la lleva Manuel López

Obrador, veterano de izquierda que estuvo a un puñado de votos de ganar en 2006 y en 2012. A pesar de ello, la continua comparació­n con Chávez es una cruz pesada que lo atemoriza con una tercera derrota consecutiv­a.

Brasil decidirá en octubre y, si la justicia no lo detiene, Luis Iná

cio Lula da Silva, se perfila para un regreso que tiene tintes de venganza: reconstrui­r al golpeado Partido de los Trabajador­es y sacar del poder a la derecha de

Michel Temer. En las próximas semanas se decidirá si es aceptada la apelación que presentó Lula a su condena por corrupción, lo que allanaría su camino. Por el contrario, si su nombre queda descartado, el partidor se atomizará a tal punto que la presidenci­a puede recaer igual en una envalenton­ada fuerza conservado­ra o en una coalición de partidos de izquierda.

Este angustioso listado, que refleja cómo Latinoamér­ica decidirá el devenir de su democracia más por impulso que por razón, lo debería cerrar Venezuela con elecciones en diciembre. Sin embargo, aventurars­e sobre el reemplazo de Nicolás Maduro es una ruleta macabra para un país que coquetea con el abismo hace mucho tiempo. Cuando se pronostica el futuro del vecino, hablar de mañana es arriesgars­e a ir demasiado lejos

En Amérca Latina 4 países renovarán ejecutivos altamente impopulare­s en medio de un deseo ciudadano de virajes drásticos.

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