PRUEBAS, SABERES Y REALIDADES
Al terminar el año académico se efectúan evaluaciones de distinta índole, tendientes a verificar los adelantos de las políticas del Estado en materia de educación y la evolución de las distintas regiones, municipios y centros de educación. Una de esas medidas parece encontrarse en los resultados de las pruebas saber 11 a que se someten los estudiantes que están egresando de los diferentes colegios del país.
No obstante, un somero análisis de las pruebas, de sus resultados y especialmente de la evolución que a partir de ellas experimentan los estudiantes, permite plantear serios interrogantes sobre su finalidad y utilidad. Es de esperarse que las pruebas sirvan como termómetro para hacer un análisis a los sistemas de enseñanza en términos de contenidos y metodologías, buscando una línea única que oriente a los estudiantes de secundaria hacia actividades profesionales y técnicas adecuadas para ellos y para el país. Sin embargo, las pruebas parecen haberse convertido en un fin en sí mismas, en lugar de servir de guía de orientación para el ejercicio de una profesión y la realización de un trabajo.
Sin que se trate de ningún razonamiento peyorativo, es curioso que los primeros puestos en puntajes institucionales los ocupen planteles educativos situados en centros urbanos sin un peso determinante en materia de desarrollo y con regular proyección nacional. Lo raro es que no exista una evaluación seria y continua por parte de las autoridades del Ministerio, tendiente a establecer las razones de tan destacados resultados y especialmente, determinar si los estudiantes egresados de esos planteles realmente desempeñan un papel importante en los distintos niveles de la educación superior y si su presencia y aporte en el mundo laboral, concuerda con los altos resultados de las pruebas. Si esto es así, es menester felicitar al Ministerio y a las directivas de esos planteles, por la excelente labor que vienen desarrollando. De no ser así, habría que formular una crítica de fondo a la razón de ser y los objetivos de las pruebas.
De todas maneras, hay experiencias que despiertan inquietud. Por ejemplo, aunque el plantel educativo de Antioquia con más alta calificación en el ranquin nacional, ocupa un secundario puesto 68 y otros destacados colegios de esta región figuran con baja calificación, la realidad de los hechos permite observar que durante varios años, sobresalientes estudiantes de la Facultad de Derecho de la UPB y de otras universidades, provienen de estos colegios, de los cuales también son egresados brillantes estudiantes que se destacan en diferentes Centros de Educación Superior locales y nacionales.
Así mismo, en el campo del ejercicio profesional, encontramos entre los nuevos brillantes profesionales, jóvenes egresados de colegios como the Columbus School, la Enseñanza, Jesús María, San Ignacio y otros, igualmente con deficiente evaluación en las pruebas.
Ante esta realidad es menester preguntarse: O se trata de casos aislados (que ya no son pocos) o es que definitivamente hay un inconveniente divorcio entre pruebas, saberes y realidades. El Ministerio de Educación tiene la palabra
Es curioso que los primeros puestos en puntajes institucionales los ocupen planteles educativos situados en centros urbanos sin un peso determinante en materia de desarrollo y con regular proyección nacional.