EL EMBRUJO DE INTERNET
Uno de los aspectos que afecta el fin de la neutralidad de Internet, es que se abrirá una brecha aún mayor entre ricos y pobres. Esta brecha, que desde hace cientos de años tratan de acortar almas buenas, ha sido uno de los principales problemas de la humanidad. Algunos trabajan para que no exista esa miseria que hace morir, por falta de oportunidades en el mismo lugar y tiempo, a cientos, donde otros mueren sin acabar de disfrutar todo su exceso.
Ahora resulta que el que pueda pagar más tendrá más velocidad y más acceso, es decir, más oportunidad. Si tenemos en cuenta que el mundo va desbocado en sus formas de comunicación y nuevos negocios hacia los sistemas digitales que pasan por Internet ( es decir: hoy prácticamente todo), significa que el tema no es de poca monta. Después de esta medida que toma el presidente de los Estados Unidos, las empresas pequeñas alojadas en la red ( que cada vez son más, sobre todo las de los jóvenes emprendedores en una ciudad como la nuestra donde ya prácticamente no hay industria), la velocidad del tráfico dependerá de los pagos que se hagan a los servidores, lo que las pondrá en franca desventaja ante los gi- gantes comerciales. Esto, en pocas palabras es: mejores oportunidades para los que más poder económico tienen; menos posibilidades para los que poco tienen.
Ahora las compañías privadas “podrían imponer sus dictados en el tráfico y en el contenido de la red”, como se lee en El País de España. Todo esto significa que, de acuerdo con sus intereses comerciales, los poderosos emporios multinacionales ya no tendrán leyes que los obliguen a ser equitativos, pues antes se les obligaba a ofrecer el mismo trato a todos los usuarios y tenían prohibido bloquear el acceso a páginas.
Uno de los grandes problemas de hoy es que aquellos que no frecuentan los libros para contrastar, creen que el conocimiento humano está alojado en Internet, lo cual no solo es mentira, sino que se está restringiendo el conocimiento a ciertos intereses, geografías y épocas. Si se suma que el acceso a contenidos estará en manos de poderosos intereses comerciales, significa que la brecha será aún mayor y que aquellos que pretendían usar la herramienta como posibilidad de educación, dependerán de las condiciones económicas que se impongan desde intereses particulares (comerciales, culturales, sociales)