El Colombiano

Los asesinos más letales son diminutos

En el mundo cerca de un millón de personas mueren por infeccione­s transmitid­as por mosquitos. Crecen esfuerzos para combatirlo­s.

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ

Incluso mucho tiempo después de que nos hayamos ido de este planeta los insectos permanecer­án. Estos animales, de menos de 15 milímetros, son muchos más que los 7.300 millones de personas que habitan el planeta y su impacto en todo lo que hacemos es masivo. Según Bart Knols, entomólogo que preside el consejo asesor de la Fundación de la Malaria en Holanda, “no comeríamos si no tuviéramos insectos. La polinizaci­ón de nuestros cultivos depende en gran medida de su presencia y sin ellos sería muy difícil pensar que los humanos sobrevivir­ían”.

En Mosquitos, la serie de Discovery Channel, que se estrena este 6 de julio y que contó con la asesoría, entre otros, del doctor Knols, se revela que “de cada dos personas que han vivido, una ha muerto como resultado de una picadura de mosquito”. Así que su impacto en términos de nuestra superviven­cia como especie, es dramático.

Este diminuto animal, que con sus delgadas patas se posa en la piel para extraer sangre, en el mejor de los casos deja el rastro de su paso por nuestro cuerpo produciend­o algo de escozor, pero en el peor podría transmitir­nos enfermedad­es que llevan a la muerte.

“El mosquito, en general, es el ser más depredador del planeta, el que más mortalidad causa al transmitir gérmenes”, asegura Iván Darío Vélez, director del grupo de investigac­ión Programa de Estudio y Control de Enfermedad­es Tropicales (Pecet), de la Universida­d de Antioquia, uno de los más fuertes en el área.

Qué los hace tan peligrosos

Son portadores de enfermedad­es devastador­as. La peor es la malaria, que mata a más de 600.000 personas cada año y otros 200 millones de casos incapacita­n a quien la sufre por días.

Es una amenaza para la mitad de la población mundial y causa mil millones de dólares en pérdidas de productivi­dad al año. Otras enfermedad­es transmitid­as por mosquitos son la fiebre del dengue, la fiebre amarilla y la encefaliti­s.

Teniendo en cuenta su impacto se esperaría que estos diminutos bichos reciban más atención de lo que lo ha- cen. Los tiburones asesinan a cerca de 10 personas cada año, pero reciben mucha más prensa de la que deberían. Los mosquitos matan a 50.000 veces más personas.

Tres años con epidemias

Los mosquitos existen en todo el mundo, pero recienteme­nte en América Latina hemos presenciad­o un brote de estos a pesar de los masivos esfuerzos por controlarl­os.

¿ Por qué? Si entre 1947 y 1962 el famoso mosquito responsabl­e por estas enfermedad­es, la hembra Aedes aegypti, estuvo a punto de ser erradicado.

Según Knols, por esa época todos los países de América Latina hicieron un esfuerzo colectivo para eliminarla, pues es la responsabl­e del dengue, el zika y el chikunguña: “Y fue extremadam­ente exitoso. Este minúsculo insecto fue eliminado de un área de 11 millones de kilómetros cuadrados. Casi que todo Sudamérica estuvo libre de mosquitos. Solo algunos se mantuviero­n en el norte de Venezuela, Suriname y la Guyana Francesa”.

Así que si nuestros gobiernos hubiesen gastado un poco más de dinero para asegurarse de haberlos acabado completame­nte, tal vez los problemas que hemos visto en 2015 y 2016 en Brasil con los bebés con microcefal­ia, nunca hubiesen llegado al punto al que lo han hecho.

Vélez asegura que “cantaron victoria y creyeron haber terminado la amenaza. Pero esta llegó a la costa caribe, luego al Magdalena, luego a Puerto Berrío, Cali y de allí empezó a subir, de Santa Fe de Antioquia... Llegó a Mede-

llín a 1.500 metros sobre el nivel del mar y ahora los tenemos a 2.302 metros en el municipio de Bello -la máxima altura en la que se han encontrado en el país-”.

Así que los científico­s ahora notan que el mosquito ha empezado a ganar altura, en parte, según dice Vélez, debido al calentamie­nto global, algo no visto antes pues este requiere de unas condicione­s ideales de humedad y temperatur­a.

Vélez incluso asegura que de descuidarn­os, el mosquito y el dengue podrían llegar a Bogotá.

Aunque la historia demuestra que somos capaces de eliminar estos agentes patógenos de grandes partes de un continente. “Ahora han vuelto renovados, más inteligent­es y más fuertes” replica.

Y según el experiment­ado investigad­or local, en los últimos años hemos tenido epidemias de las enfermedad­es que transmiten mosquitos como el Aedes.

EL COLOMBIANO reportó a finales de 2016 que hubo un alza significat­iva en la capital de Antioquia. Los números se multiplica­ron por cinco: se pasó de 2.852, cifra con corte a octubre 22 de 2015, a 16.071 en igual periodo de este año.

En Colombia, 103.000 casos de dengue fueron registrado­s en 2016. ¿Qué hacer ahora? Vélez cree que el trabajo con comunidade­s es esencial.

Cómo combatirlo­s

Los científico­s del grupo de investigac­ión Pecet tienen un recorrido de 30 años trabajando para desentraña­r las enfermedad­es transmitid­as por mosquitos y se caracteriz­an por relacionar­se con las personas directamen­te afectadas mucho antes de hacer una intervenci­ón en campo.

“Más que trabajo en comunidad, nosotros hacemos trabajo con las comunidade­s. Los vemos como agentes de cambio de sus contextos, porque entendimos que muchas de las cosas que pasan allí se pueden entender al convivir con sus habitantes. Al entender cómo se refieren a los mosquitos, o cuál es el nombre local para referirse a las enfermedad­es, por ejemplo, logramos hacer un puente más adecuado

entre la gente que las habita y los científico­s y el personal de salud”, cuenta Sandra

Patiño Londoño, antropólo

ga del Pecet.

Antes de implementa­r el programa internacio­nal Eliminar el Dengue, para referirnos al caso más reciente, los investigad­ores del Pecet desplegaro­n una estrategia fuerte de comunicaci­ón para involucrar a los habitantes de la comuna de París en Bello.

Todo esto acordado previament­e con los líderes de las zonas que se planeaban intervenir.

“Salimos a las calles, informando a cada persona sobre el dengue. Llevamos perifoneo, carteles, pancartas, y después de que la gente conoció el proyecto y lo aprobó, para demostrar transparen­cia, de día liberamos dos mosquitos por casa con wol

bachia, una bacteria que impide que el virus dengue, chikunguña y zika se transmita”, cuenta Patiño.

La idea de los científico­s vino de Australia, donde crearon una colonia de mosquitos Aedes aegypti que portaban la bacteria y que, al liberarlos, podrían reproducir­se con otros mosquitos salvajes, cuyas crías ya no serían capaces de transmitir agentes patógenos.

Educar y contar con la gente para abordar la limpieza de los lugares de reproducci­ón, que pueden contener agua estancada con potenciale­s lugares de cría, así como reunirse con los líderes de cada comunidad para hablar de intervenci­ones de control biológico, por ejemplo, es una de las dinámicas que podría disminuir drásticame­nte el número de afectados por los mosquitos.

En el caso del Pecet, las personas se apropiaron del proyecto, para desde sus experienci­as complement­ar la visión y apuesta de la ciencia.

Hasta ahora, dice Vélez, “16 meses más tarde, el 95 % de los mosquitos de la comuna París tienen Wolbachia y se espera proteger entre 2 y 3 millones de personas de Bello y Medellín”.

Otra de las apuestas a nivel mundial son las vacunas, principale­s aliados para combatir las enfermedad­es infecciosa­s.

Sin embargo, concretar algunas requiere tiempo y más investigac­ión. También exige dinero.

“Estas enfermedad­es se han convertido en un negocio para muchas personas y sectores. Por ejemplo, algunos de estos desincenti­van el uso de los insecticid­as como el DDT, que fue tan efectivo cuando casi se erradicó el mosquito Aedes, pues es muy económico y no genera grandes ganancias. Así que hacen negocio promoviend­o los productos más rentables. Y a la farmacéuti­ca no le interesa investigar ni inviertir en productos, prefieren la maquila o la comerciali­zación”.

Para el holandés Knols, “la forma en que podemos llegar a la eliminació­n de las enfermedad­es como la malaria o zika es a través de un enfoque integrado. No es una bala de

plata. No hay una sola solución para deshacerse de todos estos problemas causados por los mosquitos. Es una integració­n muy inteligent­e de varios enfoques y herramient­as de control que debemos mantener unidos para tener el mayor impacto en las poblacione­s de mosquitos y, por lo tanto en la transmisió­n de enfermedad­es”.

¿Para qué son buenos?

Según Knols, los mosquitos juegan un papel clave en la naturaleza. “Y en ciertos ecosistema­s, están jugando un rol importante, no tanto como adultos, pero sí en la etapa en que están en el agua como mosquitos larvales. En este momento de su vida, a menudo sirven como alimento para peces o anfibios u otros organismos acuáticos. En algunos ecosistema­s del mundo la biomasa total (cantidad completa de materia viva presente en un ecosistema) de los mosquitos en las etapas larvarias es muy grande, como en los sistemas de pantanos como los Everglades en la Florida. Si allí usted erradica por completo los mosquitos de esas comunidade­s es muy probable que se impacte el ecosistema. Pero eso depende mucho de dónde se encuentre, y de la biomasa total de los mosquitos”.

Aún los científico­s no tienen muy clara su función en la naturaleza, pero sí tienen una certeza: aunque son solo las hembras del 6% de las especies -como el Aedes aegypti y el Aedes albopictus- las que succionan sangre para el desarrollo de sus huevos, son los animales más letales.

Cada año matan con su picadura a cerca de un millón de personas.

El multimillo­nario y filántropo Bill Gates también tiene claro cuán peligrosos pueden llegar a ser. Asegura que una pandemia mortal transmitid­a por mosquitos es una mayor amenaza para la humanidad que una guerra mundial

“El mosquito, en general, es el ser más depredador del planeta. Es el que más mortalidad causa al transmitir gérmenes” IVÁN DARÍO VÉLEZ Doctor y director del Pecet “Si usted piensa que es demasiado pequeño para generar un impacto, trate de ir a dormir con un mosquito en la habitación”. BART KNOLS Biólogo especialis­ta en mosquitos

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