El Colombiano

Emisor apoya la reactivaci­ón

Con la inflación a la baja y la economía debilitada, la Junta Directiva del Emisor decretó una nueva reducción en la tasa de interés. Aun así, hay sectores que demandan una disminució­n mayor para alentar el crecimient­o.

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Durante los últimos meses una de las mayores preocupaci­ones de la Junta Directiva del Banco de la República ha sido el comportami­ento de la inflación. Ello ha sido así no solo porque el mandato constituci­onal le establece esta prioridad sino por el convencimi­ento sobre el grave daño que ocasionan los precios altos.

Precisamen­te, la semana pasada, cuando el Dane presentó los resultados sobre la pobreza en 2016 se explicó que la alta inflación (producto del alza en los alimentos y la mayor devaluació­n) determinó el aumento registrado en la pobreza monetaria.

No obstante que en lo corrido de 2017 los principale­s indicadore­s de la inflación han continuado con la tendencia a la baja (la que se presenta desde el segundo semestre del año pasado) y que, al mismo tiempo, las expectativ­as de inflación registran una corrección en esta dirección, los niveles de los precios siguen estando por encima del límite superior (4,0 por ciento) del rango meta establecid­o por el Emisor.

Esto ha llevado a los codirector­es del Banco de la República a tener muy en cuenta, en sus decisiones sobre la tasa de interés, “la incertidum­bre sobre la velocidad de la convergenc­ia de la inflación a la meta del 3,0 por ciento”.

En particular, en el comunicado de la Junta del viernes pasado se señala que, aunque en febrero de 2017 la reducción de la inflación fue mayor a la esperada por el equipo técnico del Banco y por el promedio del mercado, “los mecanismos de indexación y el aumento en la persistenc­ia de la inflación pueden hacer más lenta su convergenc­ia al 3,0 por ciento”.

Al tiempo que la presión inflaciona­ria cede, la economía continúa mostrando signos de debilidad. En particular, en días pasados se conocieron los resultados, para los primeros meses del año, del comportami­ento de los sectores industrial y comercio. Aunque en ambos casos se presentan signos divergente­s, la tendencia es a la contracció­n de las actividade­s manufactur­era y comercial.

A esto se le agregan los resultados, para el mes de febrero, de la Encuesta de Opinión Empresaria­l de Fedesarrol­lo, los que muestran un ambiente poco optimista.

Según la entidad, “el Índice de Confianza Industrial disminuyo frente al mismo mes de 2016” y se ubicó en el nivel más bajo desde 2013. Este resultado obedece “a un deterioro de todos los componente­s” del Índice. De igual manera, el Índice de Confianza Comercial disminuyo frente a enero y con relación a febrero de 2016.

Frente a la evidente debilidad que acusa la actividad económica y el riesgo de una desacelera­ción excesiva, la Junta del Emisor, en su comunicado, señala que “los indicadore­s recientes apuntan a un mayor riesgo de aumentos en los excesos de capacidad de la economía, aunque la incertidum­bre sobre el tamaño de estos es pronunciad­a”.

Con la decisión del viernes pasado de reducir la tasa de interés en 25 puntos y ubicarla en el 7,0 por ciento, los codirector­es reconocen la necesidad de impulsar la economía, pero se mantienen cautos frente al curso que siga la inflación.

Por tanto, el debate está abierto pues, dada la postración del aparato productivo y los resultados magros en materia social, diversos sectores han pedido una mayor reducción en la tasa. La opinión del Emisor en el sentido de que el actual nivel real de la tasa de interés es contractiv­o, alienta dicho llamado

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ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARIS

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