¿DEPRIMIDO POR LA POLÍTICA? SUÉLTELA
¿Cuándo la política es como un árbol?
Si usted estudia y escribe sobre la felicidad como yo, se sintoniza con patrones. Por ejemplo, cuando yo entro a un lugar de trabajo, normalmente me doy cuenta con base en mis primeras conversaciones si el ambiente es feliz o no. Y en años recientes, he notado un patrón de felicidad que tiene que ver con la política. Es- pecíficamente, las personas que más saben tienden a ser menos felices que quienes prestan menos atención.
Sometí esta observación a un poco de análisis y, por supuesto, los números lo confirman. Analicé los datos de 2014 de la Encuesta Social General recopilados por el Centro Nacional de Investigación de Opinión de la Universidad de Chicago para ver cómo la atención a la política está asociada con la satisfacción con la vida. Los resultados fueron significativos. Incluso después del control por ingresos, educación, edad, sexo, raza, estado civil y posturas políticas, el estar “muy interesado en política” aumentó la probabilidad de reportar ser “no tan feliz” sobre la vida en unos ocho puntos porcentuales.
Mis resultados no demostraron causalidad: las personas que prestan atención a la política también podrían tender a tener una fuente latente de infelicidad. Pero la ciencia del comportamiento muestra que el vínculo podría ser causal por medio de lo que psicólogos llaman “locus externo de control,” lo que se refiere a la creencia de que fuerzas externas (como la política) tienen un gran impacto sobre la vida de uno.
Un locus externo de control trae infelicidad. Tres psicólogos sociales mostraron esto en un documento famoso del 2004 publicado en la revista Personality and Social Psy
chology Review. Estudiando encuestas a estudiantes universitarios a través de varias décadas y haciendo control por circunstancias de vida y demográficos, compararon a personas que asociaban sus destinos con suerte y fuerzas externas con quienes creen que están más en control de sus vidas. Ellos concluyen que un locus externo está asociado con peor desempeño académico, más estrés y más altos niveles de depresión.
A propósito, los investigadores también encontraron que este locus externo de control ha estado aumentando entre estudiantes desde los años 60. No es sorpresa, ya que los jóvenes han estado cada vez más expuestos a las advertencias de activación, sensibilidad a microagresiones y espacios seguros. La conciencia de la opresión es cru- cial, por supuesto, pero la investigación sugiere que las modas actuales del campus traen consigo costos académicos y psicológicos tangibles.
Sin duda, un locus externo de control no es necesariamente inexacto. Si alguien está directamente afectado por una acción política ( por ejemplo, un cambio en su situación migratoria o la pérdida de su seguro de salud), su atención estará naturalmente ocupada por eventos fuera de su control. Sin embargo, el locus externo de control puede también estar basado en una ilusión de que algo nos afecta - lo que significa que la infelicidad resultante es innecesaria.
Lo que nos lleva a la pregunta que abrió este escrito: Cuán- do es la política como un árbol? En su libro clásico, “Viviendo con los Maestros del Himalaya”, el gurú hindú Swami Rama recuerda los días en que su maestro le enseñó la naturaleza de “maya”, o ilusión. Sin advertirle, su maestro se agarró fuertemente de un árbol y gritó: “Ayúdeme! Mi cuerpo ha sido atrapado por este árbol.” Rama se agotó tratando de despegar a su maestro del árbol, pero sin éxito. Finalmente, su maestro se soltó y dijo, riendo, “Esta es maya”. Explicó que innecesariamente vinculamos nuestro destino a cosas externas, trayendo miseria. La simple solución: déjelo ir.
Gran parte de lo que sucede en la política está fuera de nuestra influencia individual. Eso no significa que es intrínsecamente insignificante, pero seamos honestos: muchos de nosotros consumimos noticias y comentario político de manera compulsiva y concupiscente, voluntariamente sometiéndonos a información innecesaria y estímulo, en particular en redes sociales.
La infelicidad resultante habla por sí sola
Innecesariamente vinculamos nuestro destino a cosas externas, trayendo miseria. La simple solución: déjelo ir.