Los despistados
Alguien tiene que andar muy despistado, tanto en Avianca como en Electricaribe. Y aunque es curioso asemejarlas, es extrañamente coincidente detectar en ambas empresas el afán de esconderles la verdad a sus usuarios. En Avianca hemos estado sometidos desde el 1 de agosto a presenciar, desde lejos, desde una sala de espera de algún aeropuerto o frente a la pantalla de nuestro computador, las maromas que en vuelos, horarios y reservas han estado haciendo para salir de la embarrada que tal vez un genio de la escuela de Jobs les hizo modificándoles el programa de sus computadores. Ni las declaraciones de Efromovich ni las de Rincón ni mucho menos las de la Aeronáutica han servido para generar algo distinto a la sospecha, por encima del blindaje que le han puesto, de que algo desagradable se cocina en Avianca.
En Electricaribe el asunto va de mal en peor aunque hay que reconocer que el administrador, el señor Lastra, ha resultado un funcionario excepcional. Sin plata, sin medios y con la cola de deudas que le toca arrastrar ha sido capaz de no cortarle servicio eléctrico a la Costa ni siquiera en el pico de las vacaciones de mitad de año que acaban de pasar. Pero como Electricaribe fue concebida para que nunca diera ganancias sino que como las ballenas hambrientas, se comiera todo lo que mandan como subsidios de Bogotá, el problema se agrava por días. Duque ha insinuado que para poder cuadrar caja y que alguna empresa se le mida a recibir Electricaribe (y de paso pagarles a los españoles la indemnización) es necesario subir las tarifas. Pero como nunca nos dicen toda la verdad (igual que en Avianca) no nos queda mas que aceptar que unos y otros lo que están es despistados.