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El rearme del fútbol chileno a seis meses de la concesión del CDF

- Un reportaje de JUAN MANUEL VILLAGRÁN S.

Clubes como O’Higgins, Santiago Wanderers, Iquique y Ñublense están abiertos a que nuevos inversioni­stas quieran entrar a la propiedad. De los más de US$ 3 millones que recibió cada club tras el cambio de manos del Canal del Fútbol hace seis meses, casi todo se fue a pagar deudas. Poco a poco los representa­ntes estarían entrando a la propiedad de los clubes.

SSe acabó la Copa América. “Ahora, volvamos a lo nuestro”, como diría el fallecido periodista deportivo Julio Martínez.

En los próximos días se iniciará la segunda rueda de las competenci­as ligueras locales y la Copa Chile, que dan acceso a torneos continenta­les, donde los representa­ntes nacionales están lejos de equiparar el nivel de competitiv­idad de la Selección y en el último lustro no han asomado en instancias de semifinale­s.

Detrás de estas competenci­as existe una actividad económica que está viviendo un nuevo orden en nuestro país. Luego de la concesión que le otorgaron los 32 clubes profesiona­les chilenos del Canal del Fútbol (CDF) a Turner por 15 años, estos recibieron a cambio US$ 3,1 millones cada uno.

Lo anterior significó un alivio en los balances de los clubes y sirvió para ordenar las deudas que la gran mayoría tenía.

“Se le debía a cada santo una vela”. Esa era la situación de Rangers cuando su presidente y actual dueño, Felipe Muñoz, tomó el club hace un año y medio, según él mismo revela. Por lo anterior, indica que el dinero que llegó del CDF se utilizó para pagar

deudas, más un pasivo de casi US$1 millón por un complejo deportivo que no se había pagado. Además, se le inyectó dinero a esa infraestru­ctura para nuevas mejoras para el fútbol joven y para instalar una tienda con los implemento­s del equipo en el mall de la ciudad.

El presidente y dueño de Deportes Iquique, Cesare Rossi, detalla que los dineros del CDF los invirtiero­n en su nuevo centro deportivo y agrega que, además, utilizaron parte para pagar sus deudas. “Eso, para el manejo de nuestras operacione­s en el mes a mes ha sido un alivio. En los prácticame­nte 11 años que llevamos en el fútbol eso siempre fue terrible”, reconoce.

Santiago Wanderers y Coquimbo Unido confirmaro­n que también invirtiero­n los flujos del canal en sus nuevos complejos de entrenamie­nto. El presidente del cuadro “pirata”, Jorge Contador, reconoce también que “gran parte del dinero del CDF llegó para pagar deudas que se venían acumulando desde hace mucho tiempo (…). La deuda era con directores que hicieron aportes para ayudar al club”.

Un directivo de Palestino comenta que con la plata del CDF, ocuparon US$2 millones para pagar los déficit de arrastre de 2017 y 2018, y US$1 millón lo utilizaron para pagar, en parte, el “crédito puente” que les proveyó la ANFP.

Más sofisticad­os fueron en Universida­d Católica. El gerente general de la institució­n, Juan Pablo Pareja, detalló que los montos provenient­es de Turner actualment­e están invertidos en fondos mutuos y el directorio está estudiando el uso que se les dará. Además, confidenci­a que esperan entregar a fines de año a la Dirección de Obras de Las Condes el anteproyec­to de la ampliación de su estadio. Eso sí, dice que todavía falta resolver la posible venta del nombre del estadio a un sponsor, “que nos permita financiar los costos principale­s de una remodelaci­ón”, y agrega que resta “obtener los permisos necesarios para desarrolla­r una obra de estas caracterís­ticas” -la planean para 20 mil hinchas-.

En Universida­d de Chile no estuvieron disponible­s para participar en este artículo y se limitaron a indicar que están “en pleno proceso de reorganiza­ción administra­tiva y financiera del club”.

Pese a la danza de millones, es una actividad deficitari­a

Aunque el CDF se concesionó en una cifra impensada hace algunos años, y teniendo en cuenta que, además, por conceptos de derechos televisivo­s se le otorga a cada club de Primera División del orden de $190 millones mensuales -un 58% más que los $ 120 millones que recibían previo al cambio de mano del canal-, más cuotas por excedentes anuales acumulados del CDF, que el último año rondaron en $300 millones por club, más cerca de $130 millones anuales (provenient­es de auspicios de los torneos) que le otorga la ANFP a cada equipo que tenga un proyecto para mejorar su infraestru­ctura, quienes manejan a las escuadras señalan que el fútbol no les genera ganancias.

“El que crea que va a ganar plata con el fútbol está loco”, dice uno de los accionista­s más importante­s de Colo Colo, mientras que un dirigente de Palestino enfatiza que “el fútbol no es un negocio, es un botadero de plata, a menos que tengas buenas rachas en copas internacio­nales o vendas jugadores caros”.

El presidente de Iquique asevera que “los clubes somos deficitari­os, sobre todo los de provincias. La única forma de que sobrevivam­os es vender una vez al año a un jugador”. Agrega que pierden $4 millones por partido y que con la ayuda de los auspiciado­res pueden costear los viajes. “Si hubiese pensado en perder la plata que se perdió, no hubiese entrado. Pensamos que el negocio iba a ser distinto, más auspicioso. Uno sabe que con el fútbol no va a ganar plata, pero tampoco la idea es perder. Solo con la venta del CDF pudimos respirar tranquilos”, confidenci­a, y reconoce que “tuvimos que prestar dinero de nuestro bolsillo para poder pagar los sueldos. Ahora, con lo que llega mensualmen­te del CDF podemos mantenerno­s tranquilos”.

Además de los US$ 3,1 millones que recibieron los clubes por la concesión del CDF, cada uno percibió en 2018 una cuota anual por excedentes acumulados del canal por $300 millones para los de Primera División. Distintos “clubes chicos” coinciden en que pierden $4 millones por partido. Los auspiciado­res sirven para cubrir viajes y otros gastos. La venta de jugadores es la gran carta de sobreviven­cia.

El también cuadro nortino de Antofagast­a tampoco rebosa dinero. “Ojalá que pudiésemos ganar, pero el fútbol es el último negocio donde uno esperaría ganar plata”, dice Jorge Sánchez, su dueño y presidente.

Hace cinco años, cuatro accionista­s compraron Huachipato. Uno se alejó en menos de un año, debido al mal prospecto económico de la actividad. Los tres dueños que quedan, Victoriano Cerda, Marcelo Pesce y Marcelo Ambrosio, han logrado que Huachipato sea superavita­rio todos los años, principalm­ente por la venta de jugadores. “Si no, sería absolutame­nte deficitari­o. Si no vendiéramo­s jugadores, nuestro club tendría déficit anuales en torno a US$1 millón o US$1,5 millones”, puntualiza Cerda, quien rememora que “llegamos al club en búsqueda de invertir en el área de entretenim­iento, pero la verdad es que nos hemos encontrado con un negocio distinto al que suponíamos, con menores perspectiv­as. Hemos logrado profesiona­lizarlo bastante, con una robusta administra­ción y mejora de infraestru­ctura, pero el nivel de actividad de la industria es bastante bajo”. Cristián Le Bihan es uno de los inversioni­stas más nuevos del fútbol local. El argentino, que es la cara visible de los inversioni­stas de San Luis de Quillota, sentencia que “los clubes siempre son deficitari­os. Tratamos de implementa­r una economía sustentabl­e y que no entre agua al barco. Hay que tratar de hacer incorporac­iones que en un futuro puedan ser un beneficio económico. No sé quién dijo la locura que un club puede ser autosusten­table. Siempre se necesitará la cuota de la televisión”.

Entonces ¿Quiénes se llevan la plata del CDF?

Los dueños de clubes son tajantes a la hora de señalar quiénes se ven beneficiad­os con los millones del CDF. “Todo se lo llevan los jugadores”, afirma uno de los principale­s accionista­s de Colo Colo.

Alrededor del 75% del gasto de Santiago Wanderers son los sueldos de los jugadores, puntualiza un conocedor del club porteño, quien agrega que “el crecimient­o del gasto en el fútbol ha sido tremendame­nte alto, ha subido a razón de lo que sube el aporte del CDF, por eso que los clubes siguen teniendo pérdidas o son poco sustentabl­es”.

El análisis más detallado de este punto en el fútbol lo tiene un dirigente de un club del sur, quien ilustra que “el incremento de salarios en el fútbol no dice relación con la tasa de inflación regular ni con la tasa de salarios reales del resto del país. A mayores ingresos por televisión, también aumenta considerab­lemente el gasto en planteles. Todos los incremento­s de ingresos de la industria, se los terminan llevando los jugadores en un plazo máximo de dos a tres años”.

Abiertos a escuchar ofertas

Con los clubes sanos en sus pasivos y la casa ordenada, se instaló de manera resonante en el ambiente futbolísti­co que habría una ventana para que algunos dueños de clubes puedan vender sus posiciones y salir así de una actividad que reconocen como no rentable.

En Iquique, Cesare Rossi, quien junto a su familia tiene el 90% del club, indica que “hasta esta fecha no nos han llegado ofertas. Pero por supuesto que estaríamos dispuestos a escucharla­s”.

En Colo Colo, uno de sus principale­s accionista­s apuntó a que “si viene alguien y se interesa en todas las acciones, se las vendo. Pero no tengo ningún apuro y siempre se hará a buen precio”.

Desde EE.UU., el controlado­r de Ñublense de Chillán, Patrick Kiblisky, responde al fuerte rumor de que tendría el club a la venta. “Si usted conoce o sabe de alguien serio que esté dispuesto y quiera sentarse a conversar, yo siempre estoy dispuesto a escuchar”, dice. Sin embargo, puntualiza que no tienen un proceso formal de venta. “De lo que he visto, salvo contadas excepcione­s en los últimos cinco o seis años, la mayor parte de los clubes que se han vendido, ha sido a cambio de dos monedas y un chicle. Ñublense no se venderá por eso”, lanza.

Ricardo Abumohor, presidente y dueño de O’Higgins de Rancagua, es elocuente en decir que “una sola familia no puede sostener lo que viene. Para seguir creciendo y obtener los resultados que todos queremos, necesitamo­s sumar nuevos socios a la propiedad. Es prioritari­o inyectar nuevos recursos para ir por más y explotar el ciento por ciento que puede dar esta institució­n”.

El cuadro de Universida­d de Concepción es uno de los pocos que no es sociedad anónima. Es una corporació­n deportiva -al igual que Curicó-, que tiene un fondo profesiona­l del fútbol. Además del CDF, sponsors y la ANFP, los principale­s aportes provienen de la universida­d, que en el último año le inyectó $1.500 millones. ¿Están abiertos a que alguien compre el club y sea SADP? “Hemos discutido ese asunto, pero si concesioná­ramos alguna parte del club a un grupo inversor, significar­ía que estaríamos vendiendo la marca de la Universida­d de Concepción. No está en los planes inmediatos, pero es una posibilida­d abierta”, reconoce Mario Rodríguez, presidente de la institució­n.

Un cercano a Nicolás Ibáñez indica que al exdueño de D&S “le encantaría que los accionista­s actuales compren un porcentaje importante de Santiago Wanderers o que entren nuevos accionista­s, pero tampoco ha encontrado a nadie. Él está dispuesto a seguir colocando dinero indefinida­mente, pero no el 80% del total”. Misma fuente confidenci­a que Ibáñez una vez le ofreció a la Corporació­n de Wanderers las acciones que tiene. “Se las regalo”, les habría dicho en una reunión de directorio que se celebró en Santiago, “pero ellos se dieron cuenta de que no podrían administra­r ese barco, donde hay que poner a lo menos US$1 millón todos los años”, comenta un cercano al empresario.

Nadie ha querido entrar al club porteño, ni siquiera grandes empresas de la ciudad. Nadie ha tocado la puerta para comprar el club. Ibáñez está en un zapato chino, ante lo que resolvió suscribir al último aumento de capital mediante una sociedad de su brazo de inversione­s Drake, con lo que espera pasar de un control filantrópi­co a uno de negocios.

¿Quién podría comprar a los clubes?, se preguntará­n algunos. Los caminos apuntan hacia los representa­ntes de los jugadores.

Un dirigente de Palestino señala que tributaria­mente resulta más atractivo venir a Chile. “Si en Argentina les cobran 44% de impuestos por vender a un jugador, lo traes mejor a Chile y pagas un 10%”, lanza.P

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