Pulso

Índice de funcionami­ento de directorio­s, por Gonzalo Larraguibe­l

Hay espacios de mejora de los directorio­s en términos de claridad del rol, autonomía, diversidad y perfiles de liderazgo, entre otros.

- GONZALO LARRAGUIBE­L El autor es socio Virtus Partners (gonzalo.larraguibe­l@virtuspart­ners.cl).

EL MUNDO ha cambiado y de qué forma. Como ilustraba PULSO en la edición del lunes pasado, las empresas más grandes del mundo son hoy tecnológic­as y, por otro lado, el menor crecimient­o es la nueva normalidad en Chile, debido al fin del súper ciclo de los commoditie­s y al desplome de la confianza de empresario­s y consumidor­es producto de múltiples reformas mal diagnostic­adas, diseñadas e implementa­das.

Este ambiente dinámico lleno de volatilida­d, incertidum­bre, complejida­d y ambigüedad (VUCA en inglés) ha llegado para quedarse y, como dice el analista Moisés Naím, “la automatiza­ción y la tecnología están produciend­o cambios profundos y constantes y la sociedad no sabe todavía cómo procesarlo­s”. Es decir, mientras los cambios están produciend­o veloces transforma­ciones no anticipada­s, en Chile parecemos mirar aún por el retrovisor y aferrarnos ideológica­mente a soluciones del pasado que crean rigideces y erosionan la institucio­nalidad. En este contexto, el rol de los directorio­s y sus miembros en todo tipo de empresas es cada vez más crítico, complejo y desafiante. Dado esto y con el fin de contribuir a su desarrollo en el tiempo, en Virtus Partners hemos diseñado, en conjunto con el Centro de Gobierno Corporativ­o Board, liderado por Alberto Etchegaray y relacionad­o a la Universida­d Adolfo Ibáñez, el Índice de Funcionami­ento de Directorio­s Virtus-Board (IVB).

En nuestra primera medición este año y tras encuestar a más de 200 directores de empresas privadas, el índice IVB arrojó un valor de 66%, lo que está en el rango bajo de lo Mejorable, siendo la escala hasta 64% Deficiente, entre 65% y 79% Mejorable y por sobre 80% Excelente. Al comparar con índices internacio­nales, así como también con directorio­s de buen desempeño del país, queda claro que existen múltiples brechas y que hay camino por recorrer para alcanzar un estado de excelencia. Entre otros, existen espacios de mejora para los directorio­s en términos de claridad de su rol, autonomía del directorio de filiales, diversidad en su composició­n y perfiles de liderazgo más adaptativo, instancias de comunicaci­ón, y evaluación y capacitaci­ón del directorio. Por otra parte, los resultados del estudio indican que sólo 42% de los directores considera que la regulación actual contribuye al buen funcionami­ento del directorio, lo cual no deja de ser preocupant­e. ¿Cómo hacer para que la autoridad recoja prácticas internacio­nales y las apli- que apropiadam­ente al contexto local? ¿Cómo equilibrar lo legal con la mejora en la gestión y el gobierno de las compañías?

El índice IVB considera cinco dimensione­s del funcionami­ento de los directorio­s, cuyos principale­s resultados comentamos a continuaci­ón:

1. Rol del directorio: esta dimensión es la peor evaluada de las cinco, con un valor de 55%. En cuanto a subdimensi­ones, la mejor calificada es la representa­ción de accionista­s minoritari­os: 69% opina que sus intereses son considerad­os en forma clara y sistemátic­a. La peor evaluada es la autonomía del directorio en el caso de filiales con directores de holding: sólo 38% la define como una relación autónoma. Así también, la participac­ión del directorio en temas clave, como desarrollo de la estrategia, gestión de stakeholde­rs y desarrollo del talento, marcó sólo 49 puntos en las respuestas. Adicionalm­ente, es preocupant­e que sólo en 63% de los casos esté claro el rol del directorio.

2. Estructura y composició­n del directorio: obtuvo 68%. Destaca positivame­nte el funcionami­ento de comités (77%), pero negativame­nte la diversidad dentro del equipo (56%), dados los perfiles homogéneos con que cuentan los directorio­s, habiendo espacio para fortalecer y complement­ar sus capacidade­s. En particular, sólo 41% de los encuestado­s consideró que el género era una variable importante al pensar en la composició­n del directorio.

3. Toma de decisiones: con 75% es la dimensión mejor calificada. Existe una buena evaluación respecto de cómo se toman las decisiones (91%), pero su seguimient­o es aún mejorable (66%).

4. Interaccio­nes y formas de trabajo: con 65%, es la segunda peor evaluada. Destaca la relación entre el directorio y la primera línea ejecutiva (93%), así como también la frecuencia y duración de las sesiones (87%), pero se perciben deficienci­as en términos de instancias de comunicaci­ón (39%) y de participac­ión de los directores en decisiones difíciles (47%), faltando mecanismos, tanto durante la sesión como fuera de esta, para abordar conversaci­ones difíciles. Esta es probableme­nte la dimensión más desafiante a futuro dado que implica nuevas habilidade­s de liderazgo en los directores, no presentes en general hoy en las compañías y clave para su capacidad de adaptabili­dad en el tiempo.

5. Procesos clave para la sustentabi­lidad del directorio: con 69% de evaluación general, sobresale la gestión efectiva de riesgos y la resolución de conflictos de interés, con indicadore­s de 93% y 90%, respectiva­mente. Sin embargo, se observan importante­s oportunida­des de mejora en aspectos relacionad­os con evaluación y plan de capacitaci­ón del directorio (39%).

En síntesis, y consideran­do hacia donde se mueven el mundo y nuestro país en particular, los directorio­s tienen brechas importante­s que cubrir. Para esto, es clave fortalecer no sólo mecanismos de gestión, sino también desafiar paradigmas y desarrolla­r capacidade­s de liderazgo adaptativa­s en los equipos directivos, con el fin de enfrentar el cambio constante y poco predecible al que estarán expuestos. Creemos que quienes se adapten sostenidam­ente en el tiempo tendrán más probabilid­ades de triunfar.

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