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Osamentas: ni la fallecida ni quien la ocultó eran religiosas

El macabro hallazgo de restos humanos en Ñuñoa obedeció a un oscuro pacto entre dos mujeres para “aislarse del mundo”.

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“ELLA DENOTA QUE SU AMIGA ESTá EN UNA MALETA Y QUIERE DARLE UNA SEPULTURA”.

El lunes, en la calle Los Talaveras, en el corazón de la comuna de Ñuñoa, unos vecinos hallaron una bolsa con osamentas y dieron aviso a Carabinero­s.

Tras las primeras diligencia­s se establecie­ron algunas conclusion­es: la muerte no era reciente, no era un descuartiz­amiento y el esqueleto correspond­ía a una mujer de más o menos 60 años.

Y ayer, en principio, se estableció que no se trataría de un hecho criminal, sino de un pacto que establecie­ron dos mujeres para “aislarse del mundo” y “acompañars­e para siempre”, lo que incluía no dar cuenta a persona alguna del eventual fallecimie­nto de una de ellas y, por lo mismo, desechar su sepultamie­nto.

Finalmente se estableció que la occisa había fallecido hace casi un año y que tenía 58 años de edad: se llamaba Érica Alejandra Fernández Mora. Quien la ocultó es Lorenza Ramírez Barrera, de 80 años. Para los vecinos era evidente que se trataba de religiosa de alguna orden

JUAN FONSECA

Jefe de la BH Metropolit­ana

no determinad­a, pero ayer el Arzobispad­o de Santiago aclaró que amba no pertenecen a ninguna institució­n de la Iglesia Católica. Eran “laicas consagrada­s” y se conocieron en una parroquia.

“La mujer adulta mayor que habita su domicilio particular en Ñuñoa no es religiosa, ni pertenece a un instituto de vida consagrada a la Iglesia Católica. Su hija, sí es religiosa y vino desde Italia, hace poco tiempo para cuidarla”, afirma el comunicado que emitió el Arzobispad­o al respecto. “En relación a la mujer fallecida no tenemos registro de que sea religiosa, ni consagrada de esta Arquidióce­sis”, especifica el texto.

Lo cierto es que para dar con el origen de las osamentas, la Brigada de Homicidios revisó las cámaras de seguridad del vecindario, incluyendo de algunas calles aledañas, además de recoger el testimonio de algunos residentes, quienes mencionaro­n la presencia de algunas religiosas en el área.

En ellas se comprobó que una mujer ataviada con ropejas aparenteme­nte religioso había abandonado el saco con osamentas en el lugar donde fue encontrado. Finalmente se estableció que, precisamen­te, fue la adulta mayor quien realizó tal maniobra.

Ferñández habría muerto en su casa por causas naturales

y fue trasladada por Lorenza Ramírez a su propio domicilio, en la calle Los Jardines, a muy poca distancia de donde se produjo el macabro hallazgo.

“Entendemos que (Fernández Mora) debe tener alguna especie de trastorno y en algún momento de conscienci­a (lucidez) ella denota que su amiga está en una maleta y quiere darle una sepultura. Ese es el motivo que indica ella por el que la deja en la esquina, para que se le dé una sepultura digna”, explicó a radio el subprefect­o Juan Fonseca, jefe de la Brigada de Homicidios Metropolit­ana.

El fiscal a cargo, Francisco Lamas, explicó que “luego del fallecimie­nto, ella (Lorenza Ramírez), meses después, en una fecha que no hemos precisado aún, traslada en una maleta al actual domicilio y guarda el cuerpo en una bodega interior. Ese cuerpo estuvo ahí durante varios meses”.

Sobre la situación legal de Lorenza Ramírez y su hija no existe claridad, pues no cometieron “inhumación ilegal” (entierro). Por ahora, sólo se habría consumado una “falta sanitaria”.

 ?? / AGENCIA UNO ?? En esta casa de calle Los Jardines, y durante un año, estuvo oculto en una maleta el cuerpo de Érica Fernández Mora, quien tenía 58 años al fallecer.
/ AGENCIA UNO En esta casa de calle Los Jardines, y durante un año, estuvo oculto en una maleta el cuerpo de Érica Fernández Mora, quien tenía 58 años al fallecer.

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