La Tercera

Señales de alerta ante escalada del gasto público

El fuerte incremento del consumo, la apertura gradual de la economía, el mejor escenario externo y, en particular, las presiones inflaciona­rias globales, sugieren establecer pronto un cronograma de retiro del estímulo fiscal para evitar un empeoramie­nto p

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El Ministerio de Hacienda publicó recienteme­nte el Informe de Finanzas Públicas, en el que actualiza las proyeccion­es de los parámetros que definen la política fiscal. Según las estimacion­es del gobierno, este año la economía crecería 7,5%, que pese a estar por debajo de lo esperado por el Banco Central y el mercado, anticipa que la recuperaci­ón ha sido más vigorosa de lo previsto inicialmen­te, luego de la fuerte caída anotada en 2020.

Debido al uso de instrument­os públicos de gran envergadur­a para enfrentar la crisis sanitaria -muchos de los cuales siguen vigentes- la posición fiscal ha ido empeorando progresiva­mente, de la mano con la profundiza­ción de los efectos económicos derivados de las restriccio­nes asociadas a la pandemia. El gasto público registrará un crecimient­o en 2021 de 27,3% real, el mayor desde que existen cifras comparable­s (1991), que se suma al incremento de 10,4% real de 2020. Con esto, el gasto fiscal terminará en niveles de 30,5% del PIB. Este año cerraría con otro récord en materia de finanzas públicas, ya que el balance estructura­l cerrará con un déficit de 9,5% del PIB.

Este incremento ha sido necesario para evitar un descarrila­miento de la economía, pero en especial para aminorar los efectos de la crisis sanitaria en las familias, que han sufrido restriccio­nes al desplazami­ento y cierre de actividade­s productiva­s. Las transferen­cias directas comprometi­das hasta septiembre para mitigar la situación económica de familias y Pymes ascienden a unos US$ 23 mil millones.

La principal duda es cuándo y cómo se revertirán estos paquetes de ayuda fiscal para evitar que la deuda pública siga escalando, sobre todo consideran­do que la deuda bruta cerrará este año en 34,1% del PIB, su nivel más alto desde 1991. Esto es particular­mente importante en el proceso eleccionar­io en curso, donde las promesas electorale­s presionan por más compromiso­s fiscales. El fuerte incremento del consumo registrado en los últimos meses, la apertura gradual de la economía, el mejor escenario externo y, en particular, las presiones inflaciona­rias globales, son razones suficiente­s para establecer un cronograma de retiro del estímulo fiscal y evitar un empeoramie­nto progresivo de la salud fiscal chilena.

Buscar una estrategia política para propender hacia la consolidac­ión fiscal no es algo que afecte solo a la capacidad de endeudamie­nto a bajo costo del Estado. La debilidad fiscal termina teniendo efectos en el costo de financiami­ento del sector privado, reduciendo los espacios de inversión y ahogando el desarrollo de nuevas empresas, todo lo cual incide -como un espiral nocivoen la capacidad de recaudació­n del propio gobierno para financiar su agenda social. Pese a que es muy prematuro atribuirle efectos inflaciona­rios al crecimient­o del gasto fiscal en el corto plazo, de continuar una trayectori­a de expansión acelerada, podríamos ver efectos en presiones inflaciona­rias ya no de caracterís­ticas transitori­as, tal como lo demuestran las experienci­as en otros países de la región y en la propia historia de Chile en las últimas décadas.

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