Macarena Sánchez
PROTECCIÓN DE VÍCTIMAS Y TESTIGOS DE CORRUPCIÓN
también a quienes realizan funciones en cargos de exclusiva confianza y debe considerarse una falta grave a la probidad la aplicación de ellas.
Valeria Lübbert Álvarez
Directora de Democracia y Anticorrupción, Espacio Público
Alberto Precht Rorris
Director ejecutivo de Chile Transparente, Capítulo chileno de Transparencia Internacional
ELISA LONCÓN, UNA
SEÑOR DIRECTOR
La elección de Elisa Loncón Antileo como presidenta de la Convención Constituyente es sumamente importante desde un punto de vista histórico, político y simbólico. La capacidad de agencia y negociación del pueblo mapuche estuvo en la base de las relaciones políticas con el mundo colonial, hecho que se perdió -en parte- durante la República, cuando fue encerrado en reducciones y subalternizado en distintos sentidos, profundizando la brecha entre el Estado y las comunidades, entre la sociedad chilena y su cultura ancestral.
Elisa Loncón encarna la esperanza de muchos de poder generar un nuevo pacto en Chile, uno que sea más respetuoso, más diverso y digno; un Chile que valore desde sus cimientos los aportes de la interculturalidad, que recoja su pasado, su memoria, y desde ahí se vincule con su futuro.
Elisa, por su vida, su trayectoria, tanto política como profesional, familiar y académica, como egresada de una escuela pública en Traiguén, como mujer, como mapuche, como dirigente social, profesora, lingüista, PhD. e investigadora, puede ser a todas luces una mediadora, una
-nombre que se da a aquellos agentes sociales-, que desde una posición a menudo liminal y “a caballo entre culturas” han favorecido las transferencias y el diálogo.
En este Chile actual tan desigual, el cruce de fronteras, entre mundos tan lejanos como aquel que se encuentra en los orígenes de Elisa, es algo que parece una necesidad evidente y urgente.
Directora Escuela de Historia Universidad Finis Terrae
CÁRCELES COMO PLAYAS
SEÑOR DIRECTOR
Joaquín Lavín, comparando a las cárceles con una playa, propuso que las personas encarceladas no tengan derecho a visitas conyugales y cuenten solo con una hora de patio al día. Así, se suma a quienes buscan endurecer penas y reclaman que las cárceles son “hoteles para delincuentes”.
Además de incumplir los más básicos estándares internacionales de respeto de los DD.HH., este planteamiento revela un profundo desconocimiento de la realidad nacional: muchas de nuestras cárceles presentan niveles de hacinamiento intolerables, otras no cuentan con agua potable permanente, más de la mitad no tienen cama propia, entre otras condiciones inhumanas. A ello se suman las dificultades que enfrentan algunos grupos en situación de vulnerabilidad, como mujeres, minorías étnicas, migrantes, personas en situación de discapacidad, LGBTIQ+, entre otros.
Propuestas como estas no solo privarían a las personas de derechos básicos, sino también importarían un grave trastorno al orden interno de los establecimientos.
Es imprescindible que quienes aspiran a liderar nuestro país recuerden que estas personas no han perdido el derecho a vivir en condiciones dignas y adecuadas. La privación de libertad no puede significar un despojo de la condición humana.
Javiera Canessa Cordero Iván Fuenzalida Suárez Catalina Fernández Carter