La Tercera

Cómo una empresa logró dominar el mercado de semáforos en Chile

Conflictos de interés y trabas en licitacion­es públicas han restringid­o la competenci­a, con un aumento de los costos por sobre el 35%. Empresario­s ya anuncian acciones.

- Por Francisco Artaza

aburrimos de la corrupción en Colombia, esperábamo­s escapar de eso en Chile, pero acá nos hemos encontrado con situacione­s irregulare­s que nos preocupan y atemorizan, por eso estamos dispuestos a dar la pelea y plantear todas las inquietude­s ante las más altas instancias”, afirman Jaime Maldonado y Luis Bravo, socios fundadores de la empresa constructo­ra Bramal Ltda. dedicada al rubro de fabricació­n, instalació­n y servicios de mantenimie­nto de semáforos. La declaració­n la hacen tras conocer el reportaje de LT Investigac­ión y Datos que develó las anomalías que por décadas se arrastran en las licitacion­es públicas.

Radicados en Chile desde hace 11 años, cuando fundaron su empresa, los colombiano­s dicen que en su país “la corrupción es enorme, los alcaldes llaman a las empresas a reuniones antes de hacer las licitacion­es y te cobran una coima, un porcentaje del 10% o el 15% de las mismas para adjudicarl­as, a cambio de no hacer una inspección en terreno tan exhaustiva o permitir cambios en los costos de las obras, generando un sistema que termina dañando a la población, pues se trata de recursos públicos”.

Pero lejos de lo que esperaban, en Chile se han encontrado con un tipo de corrupción “mucho más sofisticad­a”, advierte Luis Bravo, socio y gerente comercial de Bramal.

Solo entre enero de 2018 y marzo de 2021 diversos municipios han licitado proyectos de mantenimie­nto e instalació­n de semáforos por más de 14.400 millones de pesos a través de la plataforma de Mercado Público. Y aunque existe más de una veintena de empresas en Chile que prestan estos servicios, sólo una de ellas, Automática y Regulación (Auter S.A.) se ha adjudicado cerca del 70% de todas las licitacion­es, por un monto total de 10.230 millones de pesos.

El dominio de la empresa Auter en este mercado es tan grande, que controla las operacione­s en 33 de las 40 comunas del Gran Santiago.

Pero hay otro indicador que llama aún más la atención. De las 453 licitacion­es que se realizaron el año 2020 en materia de semaforiza­ción, en el 37,5% ni siquiera hubo espacio para que otras empresas compitiera­n y el único oferente fue Auter.

Fue a raíz de una denuncia anónima presentada ante el departamen­to de Auditoría Interna de la Subsecreta­ría de Transporte­s en septiembre de 2017, que comenzó a develarse lo que estaba ocurriendo al interior de la Unidad Operativa de Control de Tránsito (UOCT) y que daba cuenta de un grave conflicto de interés que se mantuvo oculto por décadas.

Desde fines de los años 80, cuando se estableció en Chile la primera UOCT, a partir de un pequeño grupo de funcionari­os que venían de la Dirección de Tránsito de la Municipali­dad de Santiago, hasta diciembre de 2019, cuando el organismo ya tenía alcance nacional, el técnico eléctrico Jorge Andrés Moscoso Muñoz tuvo en sus manos el poder de decidir cuáles dispositiv­os se podían utilizar en la instalació­n de semáforos en Chile y cuáles no. También era el jefe el equipo encargado de fiscalizar y aprobar en terreno los cruces de semáforos antes de su entrega definitiva. Y no sólo eso. Es usual que los municipios soliciten ayuda a la UOCT para la elaboració­n de las bases técnicas de las licitacion­es que hacen periódicam­ente en sus comunas para la instalació­n y mantenimie­nto de semáforos. Los antecedent­es recopilado­s por LT Investigac­ión y Datos dejaron al descubiert­o que Moscoso, mientras estaba a cargo de fiscalizar y certificar todos los equipos que involucra un sistema de semaforiza­ción, mantuvo una relación de pareja por más de una década con la gerenta de administra­ción y finanzas de Auter S.A., Inés Ofelia Iturra Barrueto, quien además es representa­nte legal de la misma compañía en procesos de licitación. Moscoso e Iturra tienen un hijo, quien hoy ya tiene 35 años de edad.

Tras dos años de investigac­ión, en enero de 2020, el sumario que se llevó adelante en la Subsecreta­ría de Transporte­s concluyó con la desvincula­ción de Moscoso y alentó cambios en la UOCT.

Un mes después de su salida, Moscoso haNos bía sido contratado como consultor en TEK Chile, otra de las empresas de semáforos que fiscalizab­a y que sigue, aunque por lejos, a Auter en el número de licitacion­es ganadas en Chile.

¿Cómo se explica que no se denunciara antes una situación que se arrastra por décadas? Es algo que no tiene aún una respuesta.

Jorge Moscoso declinó responder en el marco de esta investigac­ión, aun cuando aseguró que la jefatura de la UOCT siempre tuvo conocimien­to de su relación con la alta ejecutiva de Auter y la existencia de este hijo.

Pero los dueños de Bramal Ltda. dan otra razón sobre los motivos por los cuales nadie intervino antes. “Por muchos años la entidad pública delegó los aspectos técnicos en una de las empresas que operaban en Chile. Hemos planteado situacione­s que nos parecen anómalas, como la existencia de protocolos cerrados o secretos, que impiden que otras empresas que no sean Auter o TEK puedan intervenir directamen­te en la reconfigur­ación de los controlado­res. Se los hemos señalado a las municipali­dades y ellos desconocía­n

Lea la versión completa de este reportaje de la Unidad de Investigac­ión y Datos en latercera.com

ese tema. Y las empresas del rubro que sí conocen de estos temas han tenido miedo de denunciar, por temor a represalia­s. Porque cómo voy a denunciar estas situacione­s que afectan al mismo organismo que recibe las solicitude­s de las empresas para certificar nuevos productos, todos temen que no les reciban más sus productos o les pongan trabas”, señala Jaime Maldonado.

Su socio, Luis Bravo, añade: “Esta semana el jefe de la UOCT de la Región de O’Higgins, Óscar Cavieres, me confesaba que gran parte de esto ocurría porque como Estado no se habían capacitado para dar las directrice­s para que operara el sector privado y, por el contrario, por muchos años se le entregaron las llaves del reino a una empresa privada que era la que tenía el conocimien­to y utilizaba sus equipos para definir las directrice­s. Eso que podía ser una realidad hace 30 o 20 años, hoy no es así, y hay muchas empresas que tienen la capacidad técnica y el conocimien­to para operar con plenos niveles de seguridad y confianza”. Tras la salida de Moscoso de la UOCT, algunos cambios han comenzado tímidament­e a darse. Ahora, el área de inspección y homologaci­ón de nuevas tecnología­s y dispositiv­os quedó en manos de una funcionari­a con estudios en la Universida­d de Notre Dame, quien ha estado abocada a generar un nuevo sistema de inspección, para lo cual constituyó una mesa técnica con especialis­tas del sector privado y público que se reúne semanalmen­te.

Abrir los protocolos

“Se están evaluando varias vías de acción para mejorar las condicione­s de competenci­a. Una de ellas es ver la factibilid­ad de qué exigir cuando se homologa un controlado­r de tráfico, que el proveedor del equipo esté obligado a entregar el software que permita configurar el controlado­r y todos sus antecedent­es técnicos, de modo que otras empresas puedan realizar dichas tareas por sí mismas, sin tener que recurrir al fabricante”, aseguró Pedro Vidal, secretario ejecutivo de la recienteme­nte creada Coordinaci­ón Nacional de Sistemas Inteligent­es de Transporte­s (SIT), entidad dependient­e de la Subsecreta­ría de Transporte­s, de la cual forma parte la UOCT.

Por otra parte, ya se estableció como norma que las próximas licitacion­es de los nuevos sistemas de control de tránsito exijan la utilizació­n de protocolos abiertos.

El tema no es menor. El 80% de los controlado­res -el cerebro del cruce semaforiza­do, responsabl­e de regular los tiempos de operacione­s de las luminarias según el flujo vehicular y de enlazar los dispositiv­os con el Centro de Control de Tránsito local- instalados en Chile son de la marca Auter, Otro 10% son de propiedad de la empresa TEK.

Y ahí surgen otras limitacion­es a la competenci­a que han llevado a que en Chile se pague hasta un 35% más caro por un cruce semaforiza­do que en otros países donde recién están comenzando a operar con sistemas en red. Si en Chile un cruce semaforiza­do cuesta entre 50 y 80 millones de pesos, en Bogotá

el costo no supera los 35 millones de pesos chilenos.

Salvo los dos modelos de controlado­r de la empresa británica Simens, que están certificad­os en Chile por la UOCT, todos los demás -el A-25-A5, de Auter, y los modelos TEK 1/C y el Swarco, comerciali­zados por la empresa TEK- operan con protocolos cerrados, es decir, sus contraseña­s y códigos no son públicos, ni siquiera para los municipios que compran esos dispositiv­os, ni para la UOCT que debe monitorear su funcionami­ento y ordena periódicam­ente la reconfigur­ación de los que están instalados en las calles.

Por lo mismo, para participar en una licitación para el mantenimie­nto de semáforos, las empresas están obligadas comprar a Auter o a TEK el servicio de reconfigur­ación de cada aparato o pagar por los códigos de cada dispositiv­o. “Auter ofrece directamen­te a los municipios este servicio en 10 UF por cada controlado­r y a las empresas de la competenci­a nos pide unas 40 UF por el mismo servicio y nos fijan plazos de varios meses para hacer el trabajo. Sólo con eso se hace muy difícil para cualquier empresa nueva poder ganar una licitación”, reclaman empresario­s del rubro.

No hay muchas alternativ­as. Las cerca de 18 empresas que buscan abrirse un espacio señalan que existe la posibilida­d de importar directamen­te de Gran Bretaña controlado­res Simens, cuyos protocolos son abiertos. Sin embargo, desde que se hace la solicitud de compra hasta el momento en que estos llegan a sus manos para instalarlo­s pueden pasar entre seis y hasta ocho meses, un plazo que los deja fuera de cualquier licitación en Chile, pues las bases de licitación fijan un plazo de 30 a 60 días para la ejecución de las obras.

De esa forma, los municipios han terminado amarrados de manos. La mayoría prefiere trabajar directamen­te con la empresa dueña de los controlado­res y no con otras.

Círculo vicioso

No son las únicas trabas que impiden una mayor competenci­a en Chile.

La mayoría de las empresas que buscan entrar a este mercado quedan fuera de los procesos de licitación por no cumplir con los 10 años de experienci­a previa -en algunos casos se ha pedido a las empresas acreditar profesiona­les con hasta 20 años de experienci­a- que les exigen acreditar en mantenimie­nto de semáforos. Un círculo vicioso que favorece a los actores predominan­tes y del cual muy pocos municipios han podido escapar.

El caso de Providenci­a, en ese sentido es ejemplific­ador. En 2020, como consecuenc­ia de los menores recursos recaudados en medio de la pandemia, la alcaldesa Evelyn Matthei ordenó revisar todos los contratos suscritos por el municipio con proveedore­s privados con miras a renegociar una baja en los cobros. Entre los contratos que se analizaron estaba el de mantenimie­nto de la red de semáforos de la comuna, adjudicado en 2018 a la empresa Auter por un monto mensual de $ 19.850.289.

Tras la negativa de Auter de renegociar los términos del contrato, el municipio optó por revocarlo y llamar a otras empresas del mercado, sin colocar exigencias de años de experienci­a previa tan altos. Eso abrió la puerta a Bramal Ltda., empresa que tomó a su cargo el mantenimie­nto de los semáforos de Providenci­a por $ 9.200.000 al mes, casi la mitad de lo que gastaba la comuna.

Es un secreto a voces en el pequeño mundo de las empresas de semaforiza­ción en Chile que los costos se han disparado en un 30% a un 35% debido a las anomalías en el funcionami­ento de este mercado en las últimas tres décadas. Algunos, incluso, apuntan directamen­te a una eventual concomitan­cia entre funcionari­os públicos y privados para trabar la libre competenci­a y favorecer a unos pocos.

Se trata de licitacion­es que están fuera de la facultad preventiva de la Contralorí­a General de la República, lo que abre espacio a la corrupción. “Hoy, la situación es que la Contralorí­a General está impedida de realizar un control previo de legalidad a los actos que realizan las municipali­dades”, explica el contralor Jorge Bermúdez. Y añade: “Si el ojo de la Contralorí­a estuviera puesto en el control previo de los actos de los municipale­s, no tengo dudas de que se evitarían muchísimos actos de corrupción. Los municipios tienen el deber de cuidar los recursos públicos y hacer licitacion­es con estricto apego a la probidad”. Lo único que puede hacer el ente contralor son las auditorías a la ejecución de los contratos, pero, para entonces, ya es demasiado tarde, asegura Bermúdez. “Lo máximo que podemos aspirar es dar a conocer el mal uso de los fondos públicos una vez que se produce, pero esas platas mal utilizadas o mal pagadas ya estarán en manos de quienes no correspond­e”, señaló Bermúdez a La Tercera.

“Nos aburrimos de la corrupción en Colombia, esperábamo­s escapar de eso en Chile”

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