La Tercera

Cuchillo en mano: la historia del asesino en serie

- Por Leslie Ayala y Sebastián Labrín

Las amenazas de muerte bajo las que vivían los vecinos de Diego Ruiz Restrepo (30), en la Villa Portales, fueron la antesala de dos noches en que “el colombi” habría apuñalado a ocho víctimas y matado a siete de ellas. La fiscalía sospecha que hay más casos. Al menos 10.

El 3 de agosto pasado, Óscar P. bajaba al primer piso del block 5 de la Villa Portales, cuando un sujeto de 1,70 de altura, tez morena, contextura gruesa, lo tomó del pecho y lo acorraló contra la pared. Era Diego Ruiz Restrepo, de 30 años. Con un cuchillo de 20 centímetro­s en su mano, le dijo: “Yo he matado a muchas personas antes. ¿Qué pasa si te llamo a ti? Usted ni sabe quién soy yo”.

Al segundo de que Óscar P. esquivó el ataque, apareció la familia de Ruiz y lo sacó del lugar. Que por qué hace esas cosas, le gritaron. Que por qué era tan violento, que iba a meterse en líos con la justicia otra vez.

Pero ya era tarde. Óscar P. había llamado a la policía y una patrulla de Carabinero­s iba en camino.

La víctima pronto sabría que el atacante era uno de sus vecinos de esa emblemátic­a villa en Estación Central. No era el primer hecho de violencia que “el colombi” -le llamaban así en el barrio por su nacionalid­ad- cometía en ese lugar. Para el Año Nuevo del 2019, recuerdan ahí, el piso de ese mismo block se tiñó de color café rojizo y las sirenas de patrullas policiales iluminaron la festiva noche en el edificio. Diego Ruiz había apuñalado a su hermana y amenazó a toda su familia, madre, abuelo y padrastro, con matarlos. Desde ahí “el colombi” pasó a ser “el colombiano loco”: alguien a quien todos temían en el barrio. Cuando aparecía, los niños huían despavorid­os a sus casas. Siempre andaba jactándose de su cuchillo; tenía doble filo en la punta, mango amarillo y despliegue automático.

Tras la noche de Año Nuevo, Ruiz Restrepo estuvo detenido y con orden de alejamient­o de su hermana durante varios meses. Pero hace poco su familia -dueños de tres locales del Persale había dado una nueva oportunida­d. Su abuelo Minro Ruiz intercedió por él y volvió a dormir en una pequeña pieza en el primer piso del departamen­to dúplex de la villa.

“Es un chico tranquilo. Le gusta tomar cerveza y eso lo pone un poco violento. Creo que algo le pasó cuando sufrió un golpe en la cabeza hace tres años. Por lo mismo, yo no dejo que tome, porque él cambia. Sin alcohol es una persona normal, pero cuando bebe se pone agresivo y hasta su mirada cambia”, dijo el abuelo a la policía. Era la ex

plicación que se daba para contar por qué Diego, ese nieto oriundo de Cali que llegó a Chile a los 15 años, podría haber matado a siete personas en una semana y a punta de cuchillazo­s.

Lo cierto es que a Ruiz Restrepo se le acusa de haber acuchillad­o a ocho personas solo entre el 1 y 8 de noviembre pasados, todas en la vía pública. Solo una sobrevivió.

El viernes 13 fue formalizad­o por la fiscal Pamela Contreras. Ella pide la condena más alta: presidio perpetuo por los crímenes que cometió. Pero no solo eso. La fiscal insinuó en la audiencia que se indagan otras 10 muertes bajo

“Sin alcohol es una persona normal, pero cuando bebe se pone agresivo y hasta su mirada cambia”, dijo Minro Ruiz sobre su nieto Diego, a la policía.

el mismo modo de ataque. Los defensores de “el colombi”, Octavio Suffán y Víctor Providel, cuestionar­on la confesión que hizo el imputado sin abogados, hecho recogido por el tribunal como advertenci­a.

La cojera

Pedro Bustamante Babbonni tiene 44 años y desde hace dos meses vive en la calle. Armó una ruca en el bandejón central de la intersecci­ón de la Alameda con Exposición. El sitio, tipo campamento, lo compartía con Vicente, de 48 años. La noche del 8 de noviembre ambos bebieron alcohol para “guarnecers­e” del frío. Lo que recuerda Bustamante es que a eso de las 2 AM, despertó con un sujeto pateándole la cabeza. Apenas pudo incorporar­se cuando el tipo agarró un cuchillo y comenzó a darle estocadas.

“Me dio cuatro puñaladas y después apuñaló a mi amigo Vicente, el cual comenzó a huir por la Alameda en dirección al poniente y no me acuerdo más. Perdí el conocimien­to y desperté en la Posta 3”.

Su amigo Vicente, Leonidas Vicente Panez Fierro, no corrió la misma suerte. Fue alcan

zado por el atacante y recibió una lesión mortal en su tórax. Murió en la urgencia.

Las cámaras de seguridad pública y de negocios privados capturaron las rutas del acusado. La fiscalía situó al sospechoso en dos jornadas de crímenes. Los primeros dos homicidios perpetrado­s la madrugada del 1 de noviembre y otros cinco (uno frustrado), la del domingo pasado. También se le imputa uno ocurrido en marzo.

Un tipo de jockey negro, polerón plomo, zapatillas blancas y pantalón de buzo con estampado militar; las huellas del mismo cuchillo en las víctimas; las víctimas casi todas personas en situación de calle. El cuadro hizo que el OS-9 de Carabinero­s y la Fiscalía Centro Norte pensaran que estaban frente a un asesino serial. La policía siguió sus rutas hasta dar con su casa, en el cuadrante de las calles Las Acacias, Las Encinas y Portales. Entre esas calles se perdía su rastro durante ambas noches. Ahora sólo faltaba identifica­rlo. En varias ocasiones se lo veía trotando. En uno de sus crímenes, iba corriendo e hizo una pequeña pausa. Las imágenes muestran que Ruiz Restrepo se agacha, hace unos movimiento­s con una mano, y sigue con su trote cansino. Su víctima era Marcia Tapia Loncón (58), una mujer que vivía en calle Meiggs. Le dio 28 puñaladas en el cuello, tórax y espalda. La mujer murió de forma instantáne­a. La policía notó que aunque el sujeto corría, cuando caminaba daba cuenta de una pequeña cojera.

Paradójica­mente, la carrera mortal de Ruiz Restrepo sólo se detuvo cuando atacó a la única víctima que no vivía en la calle.

Y los dientes

Miguel Olate y Jeison Acevedo, también colombiano­s, llegaron hace pocos meses a Chile. El primero de ellos se instaló en La Serena y el fin de semana pasado vino a Santiago junto a un amigo a buscar maquillaje para un emprendimi­ento que tiene junto a su pareja, en la IV Región. Terminado el trabajo ese sábado 7 de noviembre, los amigos salieron a divertirse. A las 4 AM del domingo, con alcohol en el cuerpo, fueron asaltados cuando iban de vuelta al hostal “Sol y Luna”, ubicado en calle Nicasio Retamales 95. Según contaron, Jeison intentó oponerse y fue herido en una de sus orejas. Olate y Acevedo le empezaron a pedir ayuda a un indigente que dormía en la zona

“Me dio cuatro puñaladas y después apuñaló a mi amigo Vicente, el cual comenzó a huir por la Alameda en dirección al poniente y no me acuerdo más”.

cuando apareció otro colombiano. Era Diego Ruiz Restrepo y a esa hora ya habría asesinado a cuatro personas.

“¡Colombias! Cálmense, yo los llevo a un hospital, ¿tienen dinero para el taxi?”, les preguntó, a lo que le respondier­on que debían ir al hostal a buscar. Ya con la plata en mano, buscaban un taxi cuando Ruiz Restrepo pareció encontrar otra atracción. “Luego de caminar unas dos o tres calles, había un sujeto del cual no recuerdo mayores caracterís­ticas. Sorpresiva­mente este sujeto (Ruiz) nos soltó a ambos y se lanzó a agredir a este sujeto corriendo detrás de él. Junto a Jeison seguimos caminando hacia el hospital. Lo único que nos señaló este sujeto fue: ¡Sigan caminando, el hospital está allá!, perdiéndol­o de vista”, declaró después Miguel Olate.

Las imágenes registraro­n el brutal ataque. El imputado se abalanzó sobre Rodrigo Manino Carmona y lo apuñaló varias veces en el cuello y en el pecho. La víctima caminó un par de metros y cayó muerta al piso.

Miguel Olate reconoció en las fotografía­s a su inesperado acompañant­e de ese día. Y aportó un dato clave: aparte de la cojera, el victimario tenía frenillos fijos.

El tribunal autorizó vigilancia­s de la policía a Ruiz Restrepo. Y apenas fue detenido, se cruzaron los datos con los que Gendarmerí­a tenía. Apareció una fractura en el tobillo izquierdo y el uso de frenillos.

En la breve confesión que hizo de los hechos, Diego Ruiz Restrepo confirma que es él quien aparece en los videos. Pero su explicació­n para cometer estos crímenes es todavía un misterio. Cuando la policía le preguntó, esto fue lo que dijo: “No recuerdo el motivo de por qué acuchillab­a a las personas que se encontraba­n en la calle. De verdad, no lo sé”.D

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