Por qué se cae el CAE
Lo primero que se enseña para otorgar un crédito es la regla de “las tres C”: carácter, capacidad de pago y colateral ( o garantía). Esto obliga a quien otorga un crédito a analizar con cuidado la honestidad del deudor (su carácter), su capacidad de pago, y la calidad de la garantía. Si esta es un aval, se analizan las tres C del aval.
Cuando el aval es de primera, pasando la prueba de la honestidad del sujeto, los prestamistas suelen olvidarse de su capacidad de pago.
Y he aquí el drama del CAE: como el aval es el Estado (A+ según Moody's), no importa mucho la capacidad de pago: lo importante es "encajarle" un crédito al nuevo estudiante, y mientras más grande tanto mejor. El que otorga el crédito no corre más que un riesgo mínimo: el riesgo es del aval- Estado, como podría haber dicho el marido fresco de doña Flor. Y la universidad se esmerará para no ser ella quien se quede con "la chiflota", sino más bien endosársela al Estado.
Da lo mismo si financian Medicina en una universidad top -capacidad de pago aseguradao Filosofía Griega en la Arcis -cero capacidad de pago-; da lo mismo, el Estado se hará cargo al final.
Y esto -mantenido por más de una década- ha tenido consecuencias de largo aliento. Aparte de crearse carreras "atractivas", pero de muy baja empleabilidad, para captar más alumnos (Cine, Teatro, Fotografía, etc.), el aval estatal corre, siempre y cuando el alumno egrese (el título da lo mismo). Entonces, la universidad se empeña en "el egreso a toda costa", aunque no tenga talento, aunque no sea empeñoso.
De modo que no seamos exigentes. Demos hartas oportunidades para que nadie repruebe ramos; si egresa paga “Moya”. Si no egresa, pago yo. ¿Y la calidad? Bueno, el pago es prioridad.
En resumen: la AE, del CAE, tiene incentivos perversos para admitir alumnos sin aptitudes ni conocimientos; impartir carreras de muy baja empleabilidad; alargar carreras. Y, además, tratan por medios lícitos e ilícitos que hayan egresados. Porque solo si egresan, papá fisco toma la carga.
Entonces, el sistema ha logrado varias cosas pésimas: universidades malas, con alumnado mediocre o pésimo; montones de carreras "llamativas", pero de casi nula empleabilidad posterior; baja calidad y exigencia, acicateada por la necesidad intensa de que los alumnos de alguna manera egresen.
El resultado además es un altísimo porcentaje de egresados, sin posibilidad de pago, en listados de Dicom, que los perjudica aún más para encontrar empleo. Y el Estado con una carga enorme que debe pagar como aval sí o sí.
El sistema ha resultado ser diabólico, porque tiene todos los incentivos al revés: no asegura calidad, ni mérito, y no pide responsabilidad a los alumnos y universidades.
Hoy, la masa de créditos en poder del Estado, creados por esta monstruosidad, es enorme. Y es una ficción contable; una deuda hacia alumnos que no pueden (o no quieren) pagar.
Nada de esto ocurriría con un buen sistema de becas por mérito. Y responsabilidad del que la otorga, del que la recibe y del plantel educacional que educa.