La Tercera

Por qué se cae el CAE

- César Barros

Lo primero que se enseña para otorgar un crédito es la regla de “las tres C”: carácter, capacidad de pago y colateral ( o garantía). Esto obliga a quien otorga un crédito a analizar con cuidado la honestidad del deudor (su carácter), su capacidad de pago, y la calidad de la garantía. Si esta es un aval, se analizan las tres C del aval.

Cuando el aval es de primera, pasando la prueba de la honestidad del sujeto, los prestamist­as suelen olvidarse de su capacidad de pago.

Y he aquí el drama del CAE: como el aval es el Estado (A+ según Moody's), no importa mucho la capacidad de pago: lo importante es "encajarle" un crédito al nuevo estudiante, y mientras más grande tanto mejor. El que otorga el crédito no corre más que un riesgo mínimo: el riesgo es del aval- Estado, como podría haber dicho el marido fresco de doña Flor. Y la universida­d se esmerará para no ser ella quien se quede con "la chiflota", sino más bien endosársel­a al Estado.

Da lo mismo si financian Medicina en una universida­d top -capacidad de pago aseguradao Filosofía Griega en la Arcis -cero capacidad de pago-; da lo mismo, el Estado se hará cargo al final.

Y esto -mantenido por más de una década- ha tenido consecuenc­ias de largo aliento. Aparte de crearse carreras "atractivas", pero de muy baja empleabili­dad, para captar más alumnos (Cine, Teatro, Fotografía, etc.), el aval estatal corre, siempre y cuando el alumno egrese (el título da lo mismo). Entonces, la universida­d se empeña en "el egreso a toda costa", aunque no tenga talento, aunque no sea empeñoso.

De modo que no seamos exigentes. Demos hartas oportunida­des para que nadie repruebe ramos; si egresa paga “Moya”. Si no egresa, pago yo. ¿Y la calidad? Bueno, el pago es prioridad.

En resumen: la AE, del CAE, tiene incentivos perversos para admitir alumnos sin aptitudes ni conocimien­tos; impartir carreras de muy baja empleabili­dad; alargar carreras. Y, además, tratan por medios lícitos e ilícitos que hayan egresados. Porque solo si egresan, papá fisco toma la carga.

Entonces, el sistema ha logrado varias cosas pésimas: universida­des malas, con alumnado mediocre o pésimo; montones de carreras "llamativas", pero de casi nula empleabili­dad posterior; baja calidad y exigencia, acicateada por la necesidad intensa de que los alumnos de alguna manera egresen.

El resultado además es un altísimo porcentaje de egresados, sin posibilida­d de pago, en listados de Dicom, que los perjudica aún más para encontrar empleo. Y el Estado con una carga enorme que debe pagar como aval sí o sí.

El sistema ha resultado ser diabólico, porque tiene todos los incentivos al revés: no asegura calidad, ni mérito, y no pide responsabi­lidad a los alumnos y universida­des.

Hoy, la masa de créditos en poder del Estado, creados por esta monstruosi­dad, es enorme. Y es una ficción contable; una deuda hacia alumnos que no pueden (o no quieren) pagar.

Nada de esto ocurriría con un buen sistema de becas por mérito. Y responsabi­lidad del que la otorga, del que la recibe y del plantel educaciona­l que educa.

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