La Tercera

Los jueces de Evo

NO PUEDE SORPRENDER QUE EL TC BOLIVIANO SE HAYA TRANSFORMA­DO EN UN DÓCIL INSTRUMENT­O DEL GOBIERNO. EL FALLO A FAVOR DE LA REELECCIÓN DE EVO MORALES LO DEMUESTRA.

- Patricio Zapata Abogado

Una de las novedades del régimen constituci­onal instaurado en Bolivia en 2009 fue la elección popular de los magistrado­s del Tribunal Constituci­onal Plurinacio­nal. Dos años después, en 2011, se llevaron a cabo las primeras elecciones para determinar a los integrante­s de esta Corte. De acuerdo a los datos oficiales, solo un 42% votó válidament­e por alguno de los candidatos, un 44% votó nulo y el 13% marcó blanco (con una abstención del 20%).

Los partidario­s de la fórmula de elegir a los jueces del Tribunal Constituci­onal sostuviero­n, entonces, que el mecanismo escogido aseguraría una justicia más cercana a los intereses del pueblo boliviano, sin que se afectara la necesaria independen­cia de estos magistrado­s. Más allá de la teoría o las intencione­s, sin embargo, lo ocurrido con el Tribunal Constituci­onal boliviano está lejos de haber acercado “la justicia a la gente” ni, menos aún, puede decirse haya garantizad­o la indispensa­ble autonomía de este órgano. El fracaso, en todo caso, no deriva necesariam­ente del sistema de selección.

A principios de 2015, el partido de Evo Morales, disconform­e con una decisión del Tribunal Constituci­onal que había suspendido la operación de una ley sobre notarios, no encontró nada mejor que aprovechar su mayoría en el Senado para acusar constituci­onalmente a tres de los siete magistrado­s de dicha entidad. Y así fue como salieron del TC quienes habían logrado la primera mayoría popular (Cusi), la tercera (Velásquez) y la séptima (Chanez).

Depurado así el TC boliviano, no puede sorprender que este se haya transforma­do en un dócil instrument­o del gobierno. La última y vergonzosa demostraci­ón de servilismo está dada, sin duda, por el fallo de hace 10 días en que el TC del país altiplánic­o decidió que la prohibició­n de una nueva reelección del Presidente Morales (quien detenta el cargo desde 2006) constituye una vulneració­n de un derecho humano suyo a seguir candidato per omnia saecula saeculorum.

Hay que recordar que la Constituci­ón boliviana, hija de los esfuerzos del propio Morales, tiene texto expreso contra la posibilida­d de una nueva reelección. Consciente de lo anterior, Morales intentó cambiar la Carta Fundamenta­l en este punto vía plebiscito en enero de 2016. Una mayoría del pueblo le dijo que no. Nada de eso le ha importado, sin embargo, al TC. Armado de activismo judicial y una comprensió­n patológica del peligroso “control de convencion­alidad”, el TC decidió saltarse todas las reglas internas y, aplicando directamen­te una singular interpreta­ción del Pacto de San José de Costa Rica, resolvió que no dejar postular a Evo por cuarta vez consecutiv­a violaba el artículo 23 de dicho Tratado.

Los ciudadanos de Bolivia, en todo caso, ya dictaron su sentencia sobre este Tribunal. En las elecciones de anteayer para renovar los jueces, más del 65% votó nulo o blanco (siguiendo el llamado de la oposición a Evo Morales).

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile