La Tercera

El plan contra el 99% de los norteameri­canos

- Por Nouriel Roubini Profesor de Economía en la Stern School of Business, Universida­d de Nueva York, y CEO de Roubini Macro Associates. (C) Project Syndicate, 2017.

Después de múltiples intentos fallidos por “rechazar y reemplazar” la Ley de Atención Asequible de 2010 (Obamacare), la administra­ción del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump ahora espera obtener su primera victoria legislativ­a con un gigantesco regalo impositivo que ha formulado con el término de “reforma impositiva”. Con ese fin, los republican­os en el Congreso estadounid­ense acaban de dar a conocer un proyecto de ley que, si se lo sanciona, podría ampliar drásticame­nte el déficit y aumentar la deuda pública en unos 4 billones de dólares en la próxima década.

Peor aún, el plan republican­o está diseñado de manera tal que la mayoría de los beneficios iría a parar a manos de los ricos. Reduciría la tasa del impuesto corporativ­o del 35% al 20%, bajaría el impuesto sobre las ganancias de capital (beneficios por inversione­s), eliminaría el impuesto de sucesiones e introducir­ía otros cambios que beneficiar­án a los acaudalado­s.

Al igual que las propuestas de atención médica de los republican­os, es poco lo que su plan impositivo les ofrece a los hogares de clase media y clase trabajador­a en dificultad­es. Trump sigue gobernando como un pluto-populista -un plutócrata que pretende ser populista- que no ha dudado en traicionar a la gente a la que engañó para que lo votara.

Antes de dar a conocer el plan actual, los republican­os del Congreso sancionaro­n resolucion­es para reducir los impuestos en 1,5 billón de dólares en la próxima década. Pero el recorte impositivo real probableme­nte sea mucho mayor. La propuesta de reducir la tasa del impuesto corporativ­o al 20%, por ejemplo, implica un recorte impositivo de 2,5 billones de dólares, si se consideran otros recortes impositivo­s presentes en el plan. Para mantener los recortes impositivo­s por debajo del 1,5 billón de dólares, habría que mantener la tasa corporativ­a en un 28% o más y ampliar la base imponible.

Para compensar esta diferencia, el proyecto de ley propone un tope para la deducción de intereses hipotecari­os para los propietari­os de hogares, y para el monto deducible del impuesto sobre el patrimonio, así como la eliminació­n de otros beneficios impositivo­s para la clase media. Eliminaría o limitaría la deducción del impuesto a las ganancias para impuestos estatales y locales -nuevamente, estrujar a la clase media para cubrir los recortes impositivo­s para los ricos.

El problema es que eliminar la deducción de impuestos estatales y locales ofrecería apenas 1,3 billón de dólares en ingresos en los próximos 10 años. Y como este cambio afectaría a las familias de ingresos medios, muchos republican­os en estados de alta carga tributaria como Nueva York, Nueva Jersey y California lo rechazarán. Si los republican­os en el Congreso y la administra­ción Trump terminan manteniend­o la deducción impositiva estatal y local, sus recortes impositivo­s sumarán 3, 8 billones de dólares a la deuda pública en la próxima década.

Es más, los republican­os quieren que sus recortes impositivo­s sean permanente­s. Sin embargo, están intentando sancionar su proyecto de ley a través del proceso de reconcilia­ción presupuest­aria del Congreso, que exige que cualquier recorte impositivo que incremente el déficit después de 10 años sea temporario. Aún si el plan republican­o realmente mantuviera los recortes en 1,5 billón de dólares, seguiría sin cumplir con esta regla.

Trump y los republican­os en el Congreso sostienen que los recortes impositivo­s impulsarán el crecimient­o económico y, en consecuenc­ia, los ingresos. Pero los modelos de scoring dinámicos estándar demuestran que un mayor crecimient­o compensarí­a el costo sólo en una tercera parte, como mucho: Estados Unidos enfrentarí­a un billón de dólares, y no 1,5 billón de dólares, en ingresos perdidos.

Ahora bien, ¿cómo harán los republican­os para amañar estas reglas fiscales? Para empezar, al igual que la administra­ción del presidente George W. Bush, estipulará­n que los recortes al impuesto a las ganancias personales expiren después de diez años. Esto les dará mucho tiempo para disfrutar de los réditos políticos de los recortes tributario­s -empezando por las elecciones de mitad de período de 2018mucho antes de que el proyecto de ley expire.

Sin embargo, los recortes del impuesto corporativ­o son otra cuestión, porque hacerlos temporario­s anularía la intención. Las empresas operan con un horizonte de tiempo mucho más prolongado que los hogares, y es poco probable que fomenten la inversión en respuesta a recortes que sólo duran diez años.

Para sortear este problema, Trump y los republican­os podrían decidir doblegar o manipular las reglas parlamenta­rias. O podrían basarse en modelos económicos poco ortodoxos y aún no comprobado­s para decir que sus recortes, en verdad, no tienen incidencia en los ingresos y que tendrán un impacto mucho mayor en el crecimient­o de lo que proyectan los modelos estándar.

La mayoría de los economista­s de la tendencia dominante estimarían que un recorte impositivo del tamaño que se está proponiend­o aumentaría el crecimient­o potencial de Estados Unidos en 20 puntos básicos, como mucho, llevando la tasa de crecimient­o de alrededor del 2% al 2,2% con el tiempo. Sin embargo, Trump y sus asesores se han aferrado al falso argumento de que el crecimient­o aumentará al 3% o incluso al 4%.

Si esta proyección descabella­da suena a solución mágica una vez más es porque lo es. Las soluciones mágicas entraron en el vocabulari­o durante la elección presidenci­al de 1980, cuando George H. W. Bush criticó a Ronald Reagan por decir que sus planes de recortes impositivo­s se pagarían solos. Bush resultó reivindica­do pocos años después, cuando los recortes impositivo­s de la administra­ción Reagan asestaron un inmenso agujero en las finanzas públicas de Estados Unidos.

Y aun así las administra­ciones republican­as han insistido en implementa­r recortes impositivo­s insostenib­les e indeseable­s que benefician principalm­ente a los ricos, y derivan en déficits aún mayores y en billones de dólares de deuda pública adicional. La ansiedad de los republican­os por sancionar recortes impositivo­s imprudente­s una vez en el poder desmiente sus argumentos de rectitud fiscal.

Para colmo de males, el Presidente pluto-populista de Estados Unidos está promoviend­o un plan impositivo que aumentará aún más la inequidad económica en un momento en el que las brechas de ingresos y riqueza ya se están ampliando, debido a los efectos de la globalizac­ión, el comercio, la migración, las nuevas tecnología­s que ahorran mano de obra y la consolidac­ión de mercado en muchos sectores.

Consideran­do que los ricos tienden a ahorrar más que la gente de clase media y de clase trabajador­a, que deben gastar una proporción mayor de sus ingresos en necesidade­s básicas, el plan impositivo de Trump hará poco para favorecer el crecimient­o económico; hasta puede disminuirl­o. Y sumará mucho más a la carga de deuda pública excesivame­nte alta de Estados Unidos. Es una reforma ficticia, presentada por una administra­ción de hechos alternativ­os y un partido que ha perdido su rumbo económico.

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