El legado
Una de las nuevas manifestaciones de la posverdad, es el intento actual de fabricar un legado personal que no es tal, al menos como lo plantean. Nada de la dura realidad es blanco y negro, sino lleno de grises. Probablemente las tres causales del aborto pueden ser un legado, la Ley Ricarte Soto, o el manejo del tema energético, pero hasta ese ministro exitoso abandonó el gobierno.
Hay quienes señalan que el cambio del binominal es un logro, pero está por verse en la práctica. El aumento de parlamentarios era a todas luces innecesario, y la atomización política que hoy alcanza más de 30 partidos amenaza con serios problemas de gobernabilidad al próximo gobierno, sea éste cual sea. En mi opinión, el balance general de su gobierno simplemente no es bueno. El país retrocedió.
Para su sector, logró destruir la cohesión de la centroizquierda que ella misma articuló. La crisis DC-PC fue terminal. No lograron ni siquiera tener primarias, de las que tanto hablaron, y se les abrió un Frente Amplio por el flanco izquierdo, que nunca pensaron y que genera una polarización que habíamos olvidado.
En educación, jamás se entró al tema propiamente tal. Su posición fue esencialmente ideologizada, basada en la propiedad, la contabilidad y el poder, pero jamás dijo una sola palabra de qué es la calidad de la educación en el siglo 21. Hizo un ataque destemplado y sistemático a la educación privada, simbolizada en la poco feliz frase de los patines. Obligó a muchos colegios subvencionados a entrar a la gratuidad, hizo promesas de financiamiento y al segundo año simplemente no cumplió. Fue todo un engaño del que tendrán que hacerse cargo los gobiernos que vienen, pero después de una farra pública que nos dejó sin recursos.
Para la gratuidad en educación superior, fue incapaz de hacer una ley y usó los resquicios legales de la Ley de Presupuestos. Esto abre muchas incertidumbres. Lo concreto es que el déficit que genera en las entidades educacionales irá deteriorando sistemáticamente la calidad de la educación.
En la economía fue lamentable. Tras su periodo hay una fuerte caída del ahorro y la inversión nacional, bajando el crecimiento de tendencia, lo que es muy delicado. La grosera deuda pública se usó para pagar gastos corrientes y se elevó a cifras históricas. Nos hipotecó, pero sin la casa.También cayó la productividad. El déficit fiscal que se hereda podría tomar varios años en recuperarse con fuerte reducción del gasto. Su gobierno contrató a más de 100.000 funcionarios. Por cierto, no hubo inversión relevante en infraestructura. La prueba de ir sin destino claro fue el inédito récord desde 1990 de tener tres ministros de Hacienda.
La salud tuvo el mayor gasto histórico que se conoce y sin embargo empeoró. No hizo los hospitales y camas que prometió, aumentaron las colas de atención de la salud pública, faltan especialidades, en fin. Murieron 20.000 personas esperando atención.
Tres ministros del Interior dicen mucho del manejo del gobierno. El creciente clima de polarización, el escándalo Caval, las reformas con retroexcavadora ampliamente repudiadas por la población. Un récord histórico de rechazo al gobierno, leyes mal hechas, aumento de la delincuencia, crisis del Sename, de La Araucanía, un Censo que resultó peor al que criticó, y el escandaloso uso del aparato estatal para perseguir adversarios, como fue el tema del SII, incluso reconocido por el director jurídico de la institución, obviamente removido de inmediato.
El legado de Bachelet queda sintetizado en su desafortunada frase: “Cada día puede ser peor”.