La Tercera

La principal causa de multas a cárceles concesiona­das es por mala alimentaci­ón

Según datos del MOP entregados por transparen­cia, en siete años el monto de las sanciones por este ítem superan los $ 832 millones. Sumando otros incumplimi­entos, como mantención, salud y reinserció­n, se han exigido pagos por $ 2 mil millones. El Minister

- Marjory Miranda O.

El sobrepeso de un interno de una cárcel concesiona­da se puede traducir en una multa a la empresa que administra el recinto, la que deberá pagar por no cumplir con el ítem de alimentaci­ón adecuada a la población penal.

Esta es una de las exigencias del contrato entre la concesiona­ria y el Ministerio de Obras Públicas, tras la licitación de los ocho penales que, desde 2002, existen en el país. Según datos entregados por el MOP a La Tercera, vía transparen­cia, de los $ 2.293 millones cursados en multas, entre 2007 y 2014 , un 36% ($ 832 millones), fue por problemas en la alimentaci­ón. A esto le siguen in- cumplimien­tos en la mantención de la infraestru­ctura de la cárcel, y temas de acceso a salud ( ver infografía).

Desde el Ministerio de Justicia indicaron que los penales son fiscalizad­os según el grupo concesiona­rio. El grupo 1 correspond­e a las cárceles de Alto Hospicio, La Serena y Rancagua; el 2 son los recintos de Antofagast­a y Concepción; y finalmente el 3 que correspond­e a los penales de Santiago 1, Valdivia y Puerto Montt.

“Las multas en el contrato, son propuestas por la inspección fiscal de explotació­n al director general de Obras Públicas, instancia en la cual puede apelar el concesiona­rio”, señalan desde Justicia, y agregan que las sanciones son “un indicador que permite conocer el estado de los servicios penitencia­rios con mayores inconvenie­ntes y las necesidade­s de medidas a adoptar”.

En los tres grupos se encontraro­n incumplimi­entos por “valores fuera de rango” en el servicio de alimentaci­ón. La norma exige que el aporte calórico diario de un reo sea de 2.400 calorías, al sumar la ingesta del desayuno, almuerzo y la cena.

Para el presidente del Colegio de Nutricioni­stas, Samuel Durán, “las alteracion­es pueden responder a varios factores; uno de ellos es la composició­n de la ración, porque un plato puede tener la cantidad justa de arroz o fideos, pero se usa más aceite para su elabo- ración, y aumenta la cantidad de calorías. También influye falta de actividad física”.

La comida que sirve el concesiona­rio también es entregada al personal de Gendarmerí­a. Según el presidente de la Asociación Nacional de Suboficial­es de la institució­n, Joe González, “hay problemas con la presentaci­ón de los alimentos y en algunas ocasiones con la higiene y salubridad. Además, hay funcionari­os que, por sus labores al interior de las cárceles, necesitan de mayor aporte nutriciona­l”.

El nutricioni­sta agrega que este ítem es parte de la “reinserció­n social del interno, porque no solo necesitamo­s reos que no tomen alcohol en las cárceles, sino que ade- más dejen de fumar, que coman saludable y que hagan ejercicio. La mala alimentaci­ón genera riesgo de enfermedad­es crónicas y el Estado termina haciéndose cargo de reclusos con sobrepeso o diabetes”.

Sobre las multas por incumplimi­ento de los planes de reinserció­n social, Ana María Morales, directora del área de sistema de justicia de Paz Ciudadana, dijo que “si bien se había mejorado la habitabili­dad en la oferta de intervenci­ón la situación era bastante similar a la que se daba a una cárcel tradiciona­l. Esto porque los planes que se ofrecían no estaban basados en evidencias ni vinculados a las necesidade­s criminógen­as de los internos”.

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