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Vocación
Días atrás, periodistas argentinos que cubren la guerra en Ucrania recorrieron un pueblo que había sido bombardeado por las fuerzas rusas. Solo encontraron un cura, en su parroquia. “Se han ido todos o casi todos. Yo me quedé por si alguien me necesita”, les explicó. Según informes de sitios web católicos, más de 6000 sacerdotes y religiosos permanecen en el país para “dar refugio, comida, curar heridos, asistir espiritualmente y administrar los sacramentos”. Es habitual, señalan, que lleguen personas a confesarse para estar mejor preparadas por si les toca morir, y que soldados destinados al frente pidan bautizarse y tomar la primera comunión. Parroquias y colegios abrieron sus puertas a gente que se quedó sin casa o busca lugares más seguros; en un seminario están alojados más de 150 mujeres y niños. Durante los primeros días del conflicto, un proyectil alcanzó la residencia del obispo de kharkiv (este del país), pero sin causar heridos. En dependencias de la iglesia preparan comida y la distribuyen en las estaciones del metro, que acogen a miles de personas. El obispo auxiliar de kiev, la capital, fue fotografiado mientras ayudaba a cargar autos que iban a repartir alimentos.
“no es heroísmo, es nuestra vocación”, dice un cura ucraniano. •