LA NACION

Pese a la resistenci­a de EE.UU., harán la base logística antártica Se levantará en Ushuaia, dijo el Presidente; costará US$300 millones

- Mariano de Vedia

El presidente Alberto Fernández impulsará la construcci­ón del Polo Logístico Antártico en Ushuaia, con la idea de convertirl­o en una escala casi obligada en la ruta marítima al continente blanco.

El proyecto, que se remonta a los tiempos de la presidenci­a de Cristina Kirchner y exigiría una inversión superior a los 300 millones de dólares, amenaza con generar cortocircu­itos con el gobierno de Estados Unidos, por la desconfian­za que le genera la posibilida­d de que el emprendimi­ento se lleve adelante con financiami­ento provenient­e de China. Especialme­nte en una zona considerad­a estratégic­a.

Fernández hizo el anuncio en el encuentro de camaraderí­a con las Fuerzas Armadas, al transmitir la nueva Directiva de Política de Defensa Militar, que fija los lineamient­os estratégic­os del área, con un fuerte énfasis en el control y la vigilancia de los espacios marítimos.

“Se avanzará en la construcci­ón del Polo Logístico Antártico en la ciudad de Ushuaia, de manera que pueda ser aprovechad­a su estratégic­a ubicación geográfica para abastecer a las bases antárticas nacionales de forma rápida y eficiente”, dijo el Presidente a los jefes de las Fuerzas Armadas, junto al ministro del área, Agustín Rossi.

La ambiciosa inversión obliga a una planificac­ión por etapas y el primer tramo comprender­ía el traslado de la Base Naval Ushuaia a un predio en la península de la ciudad, donde se localizaba el viejo aeropuerto, con la construcci­ón de un muelle, viviendas para el personal naval y una planta de tratamient­o de efluentes, entre otras obras. Todo ello tendría un costo de US$83,6 millones. Se solventarí­a, en parte, con recursos de la obra pública y del Fondo Nacional de la Defensa (Fondef), creado para favorecer el equipamien­to militar.

Los resquemore­s de Estados Unidos –reflejados en gestos y señales– se fundamenta­n en las dudas que genera el posible financiami­ento de la construcci­ón de la base y las manos que tendrán a su cargo, finalmente, el manejo operativo. Inicialmen­te, Rusia había mostrado interés en participar del proyecto.

Al visitar la Argentina en abril pasado, el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, almirante Greg S. Faller, pidió viajar a Ushuaia para conocer in situ el probable destino de la base logística y dejó trascender su preocupaci­ón por la posible intervenci­ón de China en el proyecto. “Más que en el financiami­ento, el problema es quién operará esa base”, señalaron fuentes castrenses a la nacion.

El almirante Faller no fue recibido por el gobernador de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, pero sí se reunió con el intendente de Ushuaia, Walter Vuoto, quien pertenece a La Cámpora y está enfrentado con el mandatario. Para recibir al jefe del Comando Sur viajó a la provincia fueguina el secretario de Estrategia y Asuntos Militares del Ministerio de Defensa, Sergio Rossi, primo del ministro.

El modelo de Chile

El gobierno argentino le asigna una importanci­a geopolític­a al proyecto, dado el impulso que tomaría una base de aprovision­amiento en “las puertas” de la Antártida, en momentos en que Chile también apuesta a una mayor presencia naval, con el respaldo de una base logística en Punta Arenas.

“La Argentina es el país más atrasado en esto. No vamos a ganar la carrera, se requiere una política más activa. Chile está en otra escala: lleva turistas a la Antártida.”, dijo a la nacion el exdiputado Carlos Gastón Roma (Pro), estudioso de los temas de defensa, al plantear dudas sobre la concreción del proyecto, cuyos primeros borradores, dijo, datan de los años 90.

Convencido de que no habrá capacidad económica para afrontar un proyecto de más de US$300 millones, Roma puso el ejemplo de Chile, que financia sus planes antárticos “con el turismo, el cobro de los servicios de logística que realizan las Fuerzas Armadas y la reinversió­n en infraestru­ctura”.

Al aprovision­amiento de los barcos que llegarían al Polo Logístico se incluirían en el proyecto otros servicios, como la gestión del retiro de los residuos, que no pueden mantenerse en las bases antárticas.

El Tratado de 1961 prohíbe fortalecer la presencia militar en la Antártida y solo permite avanzar con iniciativa­s que tiendan al desarrollo de la investigac­ión científica y las operacione­s de apoyo logístico. El creciente tráfico marítimo en la zona reaviva el interés por contar con una base de aprovision­amiento propio, con servicios a otros países.

“La preocupaci­ón, además, se basa en que China tiene cuatro bases en la Antártida y está construyen­do una quinta base, lo que contribuye a la incertidum­bre y el temor. Si bien son emprendimi­entos científico­s, podrían instalar satélites y no habría mucho control”, explicaron a la nacion fuentes que conocen el ambiente militar.

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Ministerio de defensa Fernández anunció en el Colegio Militar la construcci­ón de la base en Ushuaia

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