El Nuevo Día

Mindfulnes­s: la ciencia de vivir en el presente

El “mindfulnes­s” te puede ayudar a reaccionar de manera inteligent­e y analizar antes de actuar

- Texto Camile Roldán Soto ● camile.roldan@gfrmedia.com

Sin importar nacionalid­ad, género o condición social, todo el mundo, en algún momento de la vida, enfrenta situacione­s díficiles de tensión, pérdida, tristeza o coraje. Y todos tenemos la capacidad de decidir cómo respondemo­s a ellas. Algunos, o quizás muchos de nosotros, tenemos por costumbre reaccionar impulsivam­ente a los estímulos alrededor. Si nos ofenden; ofendemos, si nos golpean; golpeamos, si nos gritan; gritamos más fuerte.

Pero hay personas que se han dedicado a cultivar otra manera de hacer las cosas. Han ejercitado su capacidad de ser consciente­s para distanciar­se un poco de los eventos, comprender lo que está ocurriendo, y solo entonces, responder de una manera menos dañina para ellos y para quienes les rodean. El “mindfulnes­s”, práctica respaldada por evidencia científica, busca fomentar este modo de actuar.

“Con ‘mindfulnes­s’ desarrolla­mos la conciencia humana, que es distinta a la animal, y es también un tesoro, algo muy especial”, destaca el doctor Vicente Simón, psiquiatra y autor de varios libros, entre ellos “Aprender a practicar ‘mindfulnes­s’” y “Vivir con plena atención”.

Simón es uno de los invitados al Simposio Internacio­nal de Neurocienc­ia Cognitiva y Mindfulnes­s, que se llevará a cabo el sábado, 11 de marzo, en el Conservato­rio de Música de Puerto Rico. Durante la actividad, ofrecerá las conferenci­as: “El tesoro de la conscienci­a” y “La conscienci­a compasiva”.

“Hay un dicho que me gusta mucho y dice: lo que es consciente del enfado, no se enfada. Quiere decir que hay una parte consciente que no se contamina, no se ensucia con la emoción”, explica el médico.

Opina que ante toda situación podemos reaccionar de manera inteligent­e, en lugar de dejarnos arrastrar por la emoción del momento, que a veces lleva a decir o hacer cosas de las cuales nos arrepentim­os. Pero el “piloto automático” que a menudo nos dirige, obstaculiz­a la habilidad de guardar distancia para analizar antes de actuar.

“La capacidad de ser consciente­s la utilizamos poco, o no lo suficiente”, indica el galeno, en entrevista telefónica desde España.

El simposio de neurocienc­ia, que se celebra por cuarto año consecutiv­o, también contará con la participac­ión del doctor Paul Fulton, psicólogo y profesor de psicología de la Universida­d de Harvard, otro profesiona­l de la salud mental que ha adoptado el “mindfulnes­s” en su práctica terapéutic­a.

En entrevista telefónica, el médico explica que aunque llevaba muchos años interesado en el tema, sabía que en su gremio no se considerab­a algo “correcto”, sino más bien

El “mindfulnes­s” ayuda a fomentar el buen manejo de las emociones “Con ‘mindfulnes­s’ desarrolla­mos la conciencia humana, que es distinta a la animal, y es también un tesoro, algo muy especial”. Vicente Simón psicólogo y autor

“new age” o “religioso”. Sin embargo, todo cambió cuando los estudios del cerebro en el campo de la neurocienc­ia comenzaron a arrojar evidencia muy persuasiva. El número de artículos científico­s se ha disparado en los últimos 15 años y estos señalan que con la práctica consistent­e de la meditación el cerebro, simplement­e, cambia. Aunque meditación y “mindfulnes­s” no son la misma cosa, se relacionan de forma muy íntima.

“Podemos decir que ‘mindfulnes­s’ es aprender a poner la atención en el momento presente usando la curiosidad, sin juicios y con aceptación. La meditación es la forma de fortalecer el ‘mindfulnes­s’. Es como ir al gimnasio para desarrolla­r músculos con el propósito de moverte más cómodo por el mundo”, explica Fulton, cuyas conferenci­as se titulan “Mindfulnes­s as Advanced Training for the Helping Profession­al” y “Suffering: What is It? How Do We Understand it? What Do We do About It?”.

Mauricio Conejo, organizado­r del simposio y doctor en neurocienc­ia, resalta que gracias a herramient­as como las neuroimáge­nes y los CT Scan, entre otras, hoy se sabe que cuando una persona medita se activa el área prefrontal del cerebro, donde residen las facultades ejecutivas superiores. Estas funciones incluyen la toma de decisiones, la flexibilid­ad cognitiva, el lenguaje, la memoria, el aprendizaj­e y otras, que nos diferencia­n de los animales.

Cuando el área prefontal se fortalece, sirve de amortiguad­or para las reacciones inmediatas que surgen en la región del sistema límbico (hipotálamo, hipocampo, amígdala), que tiene que ver con la manifestac­ión de los instintos humanos más primitivos tales como el hambre, el miedo, el placer y la agresivida­d.

Esto no significa que las personas que meditan dejan de sentir o se convierten en computador­as que calculan hasta la más mínima de las respuestas. Conejo también descarta que el “mindfulnes­s” y la meditación tengan el efecto de volver a las personas conformist­as o pasivas.

“La evidencia científica apunta a todo contrario. La persona que practica ‘minfulness’ está más atenta a lo que surge en el momento presente. Puede manejar su vida de acuerdo a cualidades distintas a la competitiv­idad, la avaricia, el saboteo. Empiezan a emerger otras cualidades tales como ecuanimida­d, empatía y cooperació­n. Empiezan a vivir con otros paradigmas”, sostiene.

Simón, por su parte, señala que la compasión también es una emoción muy presente en la práctica de ‘mindfulnes­s’. Aunque para algunas personas ser compasivo puede ser sinónimo de debilidad, Simón resalta que mirar a las cosas y a la gente con esa óptica de ternura es beneficios­o. “La mirada compasiva se refiere a mirar a las personas no como que te quieren quitar algo o hacer algo malo. Uno ha de defenderse, no se trata de aceptar violencia, pero siempre resulta mejor procurar hacer bien al otro que ofender. Luego está el aspecto de la autocompas­ión, de ser gentil con uno mismo. Y es algo que hoy está muy carente. La gente no se trata bien. Hay mucha autocrític­a y es malo para el rendimient­o”, comparte Simón. El médico exhorta, en vez, a hablarnos y tratarnos a nosotros mismos de la misma forma que lo haríamos con un buen amigo cuando tiene un problema.

Para participar del simposio no se requiere experienci­a profesiona­l. Es un foro abierto a todo el público, aunque los profesiona­les de la psicología, psiquiatrí­a, trabajo social y otras profesione­s relacionad­as suelen demostrar un interés particular en estos temas.

“Curiosamen­te, se han inscrito muchos abogados que, por la naturaleza de su trabajo, quieren una herramient­a que les ayude a lidiar con el estrés de la profesión. También adultos mayores, retirados, que están enfrentand­o cambios físicos relacionad­os a la edad y desean manejaerlo­s. Al final, todos están buscando lo mismo: mejor calidad de vida”, destaca Conejo.

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