Tan importante como sacar una mancha es saber evitar que se produzca o que la suciedad quede percutida.
Uno de los secretos fundamentales para mantener en buen estado tanto las prendas de vestir como los muebles y electrodomésticos, es seguir las instrucciones del fabricante.
Cuando de aparatos del hogar se trata, lo más aconsejable es leer atentamente las instrucciones que aparecen en la sección de limpieza y mantenimiento de los manuales adjuntos. En el caso de la ropa y de algunos calzados, es fundamental prestar atención a la lectura de las etiquetas que vienen cosidas en el interior de la prenda y que traen la información necesaria para su tratamiento y cuidado. Existen dos tipos de etiquetas: las que dicen el porcentaje de los diferentes tipos de fibras de un tejido, y las que nos cuentan qué tipo de materiales toleran esas fibras y qué otros materiales o tratamientos las dañan.
A efectos de que te resulte más sencillo entenderlas, hemos elaborado un listado con los signos más frecuentes:
■ Algunas prendas, como los tapados, llevan una etiqueta por cada tipo de tejido utilizado en su confección (una etiqueta corresponde al material exterior, otra al relleno y una tercera al forro interior). Lo mismo sucede con las etiquetas utilizadas para indicar el porcentaje de cada tipo de fibra en un tejido.
■ Si eliminaste algún tipo de manchas con anterioridad y exitosamente, anotá en un lugar a la vista, en el lavadero o donde realices el lavado diario, el nombre del producto que utilizaste y el material del que estaba hecha la prenda que pudiste rescatar. Esa clase de información te puede ser muy útil en otra oportunidad. En ese lugar también podés guardar los botones de repuesto que suelen venir con las prendas de vestir.
■ En un caja o dentro de un cajón, colocá materiales que te puedan ser de utilidad a la hora de limpiar una mancha. Algunas de las cosas que no pueden faltar allí son un cepillo de dientes en desuso, varias hojas de papel secante (excelente a la hora de absorber), un
pulverizador viejo para rociar las manchas y algún polvo absorbente (almidón de maíz o talco sin perfume). Recordá tener siempre trapos limpios o una esponja exclusiva para absorber las manchas cuando aún están frescas.
■ Tratá de eliminar una mancha cuando ésta se encuentre fresca. En todos los casos, esa medida te facilitará el trabajo.
■ Si la mancha tiene una parte sólida, tratá de absorber lo máximo posible con servilletas o pañuelos de papel blanco antes de comenzar a tratarla. Una vez que no haya más que absorber, podés comenzar a limpiarla.
■ Antes de experimentar con cualquier agente limpiador, probá con el elemento más común: agua fría. De todas maneras, antes de utilizarla, leé la etiqueta de la prenda porque algunos tejidos pueden dañarse hasta con el agua.
■ Si no usás agua como agente limpiador, cada vez que experimentes con un producto nuevo, probalo en una parte no visible de la superficie a limpiar. Si resulta, recordá anotarlo en el apartado especial que creaste a tal efecto.
■ Siempre limpiá la mancha desde los bordes externos hacia el centro y presionando, no refregando. Esto evitará que se extienda.
■ Cuando no estés segura de querer quitar la mancha vos misma, o creas que el material es muy delicado, no dudes en llevar la prenda a la tintorería y, al dejarla, recordá comentarle al tintorero el origen de la mancha y qué tratamiento le diste en tu casa, en caso de haberlo hecho.
■ Si desconocés el origen de la mancha, tratá de darte cuenta si es grasa o no: si es una proteína (sangre, pasto, huevo), poné la prenda en remojo en agua fría tan pronto como te sea posible.
■ Una vez tratada la mancha, secá la prenda al aire libre: el uso de secarropas puede reafirmar la mancha si es que el