Arte público, en esas hermosas playas
En Collins Park. Seis argentinos pusieron obra en esa céntrica plaza, como cierre de Art Basel Cities.
Las obras de Marie Orensanz, Pablo Reinoso, Matías Duville, Graciela Hasper, Marcela Sinclair y Agustina Woodgate se posaron al unísono una noche, fuera de la vista de los turistas, en el céntrico parque Collins, con el museo más antiguo de Miami Beach, The Bass, al fondo de la perspectiva verde. Revestido de piedra de coral, el edificio bajo y rectangular tiene un neón en letras de imprenta, Eternity now, que desde la calle y de noche quedaba justo en el ojo de la cerradura de Orensanz, titulada Imposible. Fue uno de los juegos del punto de vista ideados por las curadoras Diana Wechsler, responsable de Bienalsur, y Florencia Battiti, directora del Parque de la Memoria. Todos coincidieron allí la semana pasada con las autoridades porteñas para inaugurar la muestra Disrupciones, rúbrica de la alianza Art Basel Cities.
Derrame, la obra de Marcela Sinclair, fragmentaba en una multitud de piedras flúo el emblemático menhir seudopaleolítico del suizo Ugo Rondinone, que ella juzgó lo más apto para deconstruir: una postal fálica de Miami. Su obra, junto a la de Agustina Woodgate, fueron las piezas rigurosamente de sitios específico, dado que el resto habían sido vistas antes o recreadas a otra escala.
Un bebedero es casi sinónimo de plaza en la memoria infantil. Simétricos en sus formas a los pedestales que sostienen unos bustos patricios, hechos con la misma piedra del museo, los cuatro bebederos públicos que componen The source, de Agustina Woodgate, cumplen además la función pública más básica: se supo esta semana que los ha comprado Miami Beach para su mobiliario urbano y se quedan en la isla.
Woodgate realizó las piezas en piedra coral, basamento geológico de toda península donde habitualmente se recicla para la construcción, Para ser más precisos, la artista ensambló dos tipos de piedra fósil, el oolite y la roca de los cayos cercanos: “Son el equivalente local de la piedra Mar del Plata; las viejas casas de Coconut grove todavía tienen frentes de ese árido rugoso y muy opaco”, agrega.
Cuenta Woodgate cómo es la vida cotidiana en Collins Park una vez que se apagan las luces de Art Basel y la plaza sirve de refugio a los homeless, sobre todo en el verano tropical. Todos los estados de clima templado reciben desde hace años a los homeless del norte, desde que la administración de George W. Bush cerró numerosos refugios de acogida. “Las personas sin techo, que abundan en Miami Beach más de lo que piensan los turistas, se tiran debajo de las palmeras -sigue- pero sobre todo aprecian el lugar porque a la derecha tienen la Biblioteca Pública, donde no solo usan los baños, los enchufes para cargar los celulares e internet gratis, para comunicarse. Y gozan del aire acondicionado mientras leen. Para que se vayan de la plaza, el municipio corta el agua de los dos bebederos que existen”. Woodgate imagina que al subir a los bebederos, que son elevados, la persona también se convierte en un busto de prócer.
Según Woodgate, que vive en Miami, el agua es un tema central de preocupación para el estado de Florida: no tiene falta de agua dulce pero sus reservas tienen los días contados debido a que el desague es lo primero que se ve afectado por el aumento del nivel del mar. El mismo basamento poroso de piedra coral está saturado de agua salobre y podría llenar de sal el valioso acuífero local; fue ese el motivo de que ella empleara estas piedras.
Esta joven artista argentina participó anterioriormente de las ferias de Miami y tuvo un primer plano en 2019, cuando como integrante de la Bienal del Whitney con una instalación, estuvo entre quienes pidieron el retiro de su obra en protesta por la figura de Warren Kanders, miembro del gran museo neoyorquino escrachado como fabricante de gas lacrimógeno y otros insumos represivos usados contra inmigrantes. El escándalo, en este año tan politizado en el arte del mundo entero, llevó a la renuncia final del “benefactor” de las artes.