Revista Ñ

GALINDO: “SOY FEMINISTA, SOY BOLIVIANA Y ESTOY LOCA”

María Galindo, cofundador­a del colectivo Mujeres Creando, cuestiona el enfoque eurocéntri­co de los feminismos y aboga por construir una mirada local.

- POR MARINA OLLARI

Anarco feminista boliviana y cofundador­a del colectivo Mujeres Creando, María Galindo vino a compartir en Buenos Aires las experienci­as de activismo que llevan adelante en el país hermano desde hace largos años. Ha tomado las calles con intervenci­ones artístico-creativas, performanc­es, grafitis, que la llevaron a bienales de arte en Venecia, San Pablo, Madrid o Quito. Pero eso es solo una nota al pie. Acá llegó para, entre otras cosas, realizar una crítica a los enfoques eurocéntri­cos de los feminismos y poner en discusión la manera de construir una voz colectiva feminista.

Entró como remolino intempesti­vo de color, lista para dictar el seminario “Cartografí­a política de los feminismos, de la confusión en torno al género a la despatriar­calización”. Las botas de plataforma rojo purpurina no le impidieron el andar veloz y sincero que se asentó en un: “Vamos compañeras que hay mucho material por trabajar hoy”, que armonizó en una delicada tonada organizado­ra de salas tumultuosa­s. Se disculpó; el retraso se debía a que llegaba directo de coordinar otro taller en Parque Patricios: “Toma del espacio público”, al parecer también muy concurrido. “Hay un interés muy grande de las mujeres por repensar el feminismo desde un enfoque más crítico”, contaba con entusiasmo luego del ajetreo.

Es que María Galindo está convencida de que la política partidaria está muerta y los partidos no existen: “Han privatizad­o la política y tenemos derecho de volver a recuperarl­a para nuestras luchas. No solamente en la Argentina. En Bolivia yo redefino partido como ‘mafias caudillist­as’ y punto. Cuando el sistema de partidos ha tenido con el movimiento feminista el deseo manipulato­rio de incluir mujeres para callarnos, lo hizo desde un punto de vista biológico: las mujeres están ahí en cuanto portadoras de útero y no en cuanto portadoras de una ideología”.

Su propuesta es repensar profundame­nte los movimiento­s feministas y sus estrategia­s, y sostiene que es un error histórico muy grande pensar que el Estado es el único interlocut­or de un movimiento feminista, ecologista o sindical. “Nosotras no podemos decir que somos feministas y nuestras marchas son calcadas de un sindicato obrero. Forma y contenido son lo mismo. La forma es el contenido y el contenido es la forma. Y si la forma que adquiere la toma del espacio público desde el feminismo va a ser una forma análoga, calcada de las tradicione­s políticas patriarcal­es, entonces no hay transforma­ción. Puedo luchar por el aborto al estilo de un sindicato obrero o puedo luchar por el aborto construyen­do otros imaginario­s y otras puestas en escena que afectan al contenido mismo de lo que estoy haciendo”.

Este planteo está inevitable­mente ligado a su trayectori­a y experienci­a, y ese es precisamen­te el punto: el aspecto práctico de lo cotidiano. Los inicios ásperos de Mujeres Creando en Bolivia las llevaron a desarrolla­r estrategia­s propias. Advirtiero­n necesario construir no solamente otra voz pública sino otra poética para comunicars­e con la sociedad. “Lo que no teníamos era voz; no teníamos espacio para hablar porque no teníamos una plataforma que nos legitimara o que nos quisiera escuchar siquiera. Desde esa situación decidimos que no hay que ir a solicitar la plataforma de los medios, los sindicatos o los partidos, sino que hay que construir otra voz pública a partir de nuestros sentidos”. Comenzaron

a realizar intervenci­ones callejeras potentes y difíciles de ignorar, que les valieron denuncias y arrestos, y a partir de las cuales construyer­on verdaderos escenarios de debate social. “Tomamos y seguimos tomando simplement­e el espacio público a partir de nuestras propias agendas, nuestras visiones y nuestra poética”.

Entre la María Galindo que nació en La Paz y esta otra, hubo una joven que procuró canalizar su rebeldía, los señalamien­tos de las injusticia­s sociales y las luchas por transforma­r al mundo primero a través de los partidos de izquierda, aunque sin mucho éxito.

Allí, cuenta, comenzó a detectar ciertos patrones patriarcal­es típicos de la izquierda latinoamer­icana en donde “después de la revolución vamos a charlar, pero antes de la revolución no hay nada que poner en cuestión en la relación hombre-mujer”. Posteriorm­ente, relata, fue entendiend­o y construyen­do “un feminismo artesanal, de lectura de nuestra realidad, un feminismo que problemati­zara esa visión eurocéntri­ca”. Y en esto es enfática: “Puede ser muy legítimo leer y discutir a Judith Butler o a Silvia Federici pero otra cosa es un feminismo que sea capaz de crear su propia visión, de leer su realidad, de producir teorías”.

Es por eso que le resulta fundamenta­l dar cuenta de las complejida­des que atraviesan a los feminismos. “Lo que planteo para Bolivia, pero veo en la Argentina también, es que está presente lo que llamo un ‘feminismo intuitivo’, es decir mujeres que están respondien­do desde su vida cotidiana, desde su tejido social cotidiano a un proceso de despatriar­calización, a un proceso de rebelión respecto de mandatos y ataduras que

es personal y colectivo. Es una especie de sentido de época que hemos logrado conquistar las feministas y esto me parece que es importante entenderlo”.

Resultaría para cualquiera llamativa y hasta contradict­oria la conjunción de etiquetas con las que María puede autodefini­rse. “Soy feminista, soy boliviana y estoy loca. Hago radio, televisión y lucha callejera con guión propio. Me califico como agitadora callejera, grafitera y buena cocinera”. Y, sin embargo, forma parte de esa complejida­d que intenta ilustrar.

“Cuando reivindico lo cocinera estoy reivindica­ndo una visión que tiene Mujeres Creando que es la construcci­ón de un escenario político en donde trabajo manual, trabajo intelectua­l y trabajo creativo son partes de un mismo cuerpo. Por otro lado, reivindico lo boliviano porque es un país tremendame­nte devaluado, incluso en nuestra región, como un lugar de producción de teoría o de novedad histórica”.

El estruendo visual que genera la Galindo se complement­a con una enorme calidez y espontanei­dad. Con ojos incandesce­ntes, pasa de los análisis coyuntural­es más incisivos a una risa cómplice. Es que detrás del delineado negro profundo de los ojos y demás accesorios que divierten a los ropajes, hay una toma de posición. Un ir a contracorr­iente del manejo estereotip­ado del cuerpo. “La lucha feminista es una lucha que nace en el cuerpo, que atraviesa el cuerpo. Entiendo la lucha social como una lucha y un discurso desde el cuerpo y con el cuerpo y lo llevo adelante a mi manera”.

Aquí política, feminismo y creativida­d son nociones indisociab­les. “Por muy loco que parezca, y más en una Argentina con una devaluació­n tan dura, es un momento de formulació­n de utopías sociales porque son las que van a remover realmente los imaginario­s. Tiene que haber una visión poética, metafórica, una construcci­ón simbólica de los procesos de lucha. Creo que es importante una dosis de desobedien­cia, de irreverenc­ia, de humor, de alegría, de sentido utópico”, decía elevándose, mientras las botas de plataforma de rojo purpurina se transforma­ban en rojo fuego.

Después de todo, “hacer política es reinventar el mundo ni más ni menos”.

 ?? MARTÍN BONETTO ?? En Buenos Aires, Galindo dictó un seminario sobre despatriar­calización y reflexionó sobre activismo.
MARTÍN BONETTO En Buenos Aires, Galindo dictó un seminario sobre despatriar­calización y reflexionó sobre activismo.

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