Revista Ñ

La intimidad pública de un testigo privilegia­do

En sus memorias, Carlos Spadone cuenta cómo fueron sus vínculos con Perón, Evita, Menem y un generoso arco de personalid­ades.

- POR LUCAS PRADO

“La primera vez que pude tocar a Evita con mis manos fue cuando ella me ayudó a subir al palco. La segunda vez que la vi, recibí su beso en la mejilla en un encuentro de los Campeonato­s Infantiles Evita en la cancha de Racing. Y la tercera vez, cuando, junto al general Perón, sacamos su cuerpo del cajón y lo colocamos sobre una mesa de mármol en el living de la casa de Puerta de Hierro. Isabel pasó más de un día peinando con gran paciencia los cabellos de Evita, que estaban intactos, y limpiando con algodón su cuerpo lleno de barro”. El testimonio es de primera mano, de un testigo privilegia­do, un amigo de Juan Domingo Perón.

El que reconstruy­e esta cercanía con los grandes líderes del peronismo es Carlos Pedro Spadone. Es empresario, entre muchas otras profesione­s, oficios y habilidade­s que lo llevaron a compartir momentos de intimidad con Perón, Isabel, Carlos Menem, López Rega, Antonio Cafiero y con muchos otros políticos peronistas, y de otros partidos, dirigentes de todos los ámbitos, artistas, autoridade­s, colegas empresario­s. Un relato que recorre los momentos clave de la segunda parte del siglo XX y el actual en el escenario argentino, tanto en el territorio o en lugares clave donde se decidía el destino del país. La culpa la tuvo el chancho (Editorial Planeta) es el título de las memorias de este multifacét­ico hombre que cuenta su vida que, en definitiva, es un espejo del país reciente y actual.

Spadone es un empresario político, pero, sobre todo, ha sido y es un empresario peronista. Podríamos pensar que su relación con el Partido Justiciali­sta es sentimenta­l. Y lo es, más allá de lo ideológico porque lo vive desde los días de Eva Perón. De hecho, “la abanderada de los humildes” le consiguió un puesto de cartero cuando era apenas un adolescent­e. En los años del exilio del Juan Perón, exactament­e entre 1969 y 1973, solía acompañar al líder que vivía en la residencia de Puerta de Hierro (España). Fue en esa casa en la que Perón se encontraba con sus fantasmas y con sus más fieles amigos y compañeros de la política. Pasaban horas y horas imaginando el lugar futuro que la Historia les guardaba a ellos y a la Argentina. Fue allí también donde recibieron el cadáver de Eva y donde también se eligió a Héctor Cámpora como el candidato que, tras 18 años de exilio, le daría la bienvenida a Juan Perón en la Argentina y con todos los honores. Es decir, Spadone nos dice que además de testigo privilegia­do fue protagonis­ta y también un consejero influyente.

En su libro, Spadone también cuenta que, tras la muerte de Perón, él le dijo a Isabel que se estaba preparando un golpe de Estado y que se iba a producir a comienzos de 1976. “Era un golpe cantado por la calle”, sostiene. “Arguindegu­i era el jefe de policía; Massera y Videla ya estaban en el gobierno. En diciembre del 75, Martínez de Hoz viajó a Estados Unidos para ver cómo arreglar los problemas económicos cuando fuera ministro de Economía después del golpe”. Ya estaba todo escrito y anunciado.

Spadone queda reflejado bajo su propia pluma como un hombre exitoso, dueño de empresas que abarcaron desde la logística hasta el agro. También dirigió medios de comunicaci­ón como el diario La Razón; fue un hombre del mundo teatral y de hecho, hoy es una especie de mecenas del Lola Membrives. También se dedicó a las vitivinicu­ltura y al turismo. Pionero y visionario fue uno de los primeros en ver la importanci­a que iba adquiriend­o China y el hecho de hacer negocios con ese país. Incluso, llegó a ser presidente de la Cámara ArgentinoC­hina de la Producción, la Industria y el Comercio. No solo ha sido amigo del mundo peronista, en esta autobiogra­fía aparecen Arturo Frondizi, Domingo Cavallo, Raúl Alfonsín, Mauricio Macri, pero también personajes del teatro y la televisión, empresario­s, deportista­s, etcétera.

Con quien tuvo una relación muy estrecha fue con Menem y también con toda su familia. “Siempre fui fiel y creo que por eso Menem me tenía mucho afecto estaba muy agradecido. pero percibí que también me tenía recelo porque –él mismo lo reconocía– pensaba que yo era más capaz que él. (...) Quería tenerme a su lado porque le resolvía muchos problemas pero, en cierto modo, también mi presencia lo inquietaba”.

El libro contiene una amplio y generoso álbum fotográfic­o en el que abundan fotos con Perón (muchas desconocid­as), con Menem, Zulema Yoma, Alfonsín, Isabel Perón, Eduardo Duhalde, José Ignacio Rucci, Lorenzo Miguel, Mauricio Macri, Diego Mardona, Muhamad Alí, Libertad Lamarque, Tania, Raúl Lavié, Mirtha Legrand, Horacio Ferrer, Susana Giménez, entre muchísimas otras estrellas mundiales.

El título del libro, La culpa la tuvo el chancho, guarda cierto misterio. Significa que el autor de esta narración se hace cargo del rumbo que tomó su vida, que no descarga responsabi­lidades ni culpas en problemas familiares, circunstan­cias políticas o avatares del destino. En un contexto en el que muchos tienden a culpar a otro por las acciones u omisiones propias, el autor propone –tanto para sí mismo como los demás– tomar las riendas de su propio destino, ser artífices y también responsabl­es de cada uno de sus actos.

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. Con Diego Maradona, Liz Fassi Lavalle y Ricardo Bochini.
 ??  ?? En Puerta de Hierro con Perón, A. Arce, L. Guerrero y Ginocchio.
En Puerta de Hierro con Perón, A. Arce, L. Guerrero y Ginocchio.
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Carlos Pedro Spadone Editorial Planeta
376 págs.
$ 899
La culpa la tuvo el chancho Carlos Pedro Spadone Editorial Planeta 376 págs. $ 899

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