Revista Ñ

“Es el fin del sandinismo como lo concibe Ortega”. Entrevista con Aníbal Toruño, director de la radio Rubén Darío

Daniel Toruño, director de una radio nicaragüen­se, víctima de un grave atentado, dice que el empoderami­ento de los jóvenes será la solución.

- SONIA BUDASSI

Radio Rubén Darío, en la ciudad nicaragüen­se de León, ya se ha vuelto un medio tradiciona­l, y uno de los más influyente­s del país. Fundada en 1959, dos generacion­es de Toruño han ocupado su dirección. Quizá los últimos tiempos hayan sido los más dramáticos. En 2008, sufrieron un atentado pero lo ocurrido el viernes 20 de abril fue peor: Aníbal Toruño, su director actual, dice que “no solo buscaron atacar la radio sino terminar con las personas que estaban adentro”. De tinte opositor, aquel día la radio suspendió su programaci­ón habitual para cubrir las manifestac­iones contra el gobierno sandinista de Daniel Ortega, según Toruño, responsabl­e del ataque en el que incendiaro­n el lugar, hoy totalmente destruido. La emisora transmite ahora de manera precaria, sin la infraestru­ctura profesiona­l que se necesita, desde un pequeño local.

Los días previos había recibido amenazas. Y, cuarenta y cinco minutos antes del ataque, cuando él estaba en la cabina junto a otras 8 personas, y otras 3 trabajaban en una oficina contigua, lo llamaron –dice Toruño que fue una persona cercana al sandinismo– para advertirle que el atentado estaba en marcha: pudieron apenas escapar por una puerta que daba a la casa vecina porque el fuego les impedía usar la salida habitual. Dos de los atacantes murieron incinerado­s. Desde León, por teléfono, Toruño dice que aquellas protestas iniciadas ante un cambio del sistema jubilatori­o hoy son lideradas por los jóvenes universita­rios, que piden que el presidente se vaya. “Quieren revisión del sistema político de raíz”.

–¿Qué implica eso?

–Ortega estaría coronando su tercer período de gobierno y tendría que adelantar elecciones si iniciara un proceso de diálogo y así podría empezar a desmontars­e el sistema. Porque en los años en que gobernó doña Violeta (Chamorro) él desde abajo le impuso las turbas y las asonadas, ellos estaban en posesión de sindicatos y desestabil­izaban al gobierno. Lo que se pretende esta vez es que eso se desmonte. Creo que es el fin del sandinismo como lo concibe Daniel Ortega. Y me parece que después de esto podría ser el surgimient­o de una ideología sandinista más democrátic­a, más moderna, más amplia. He visto un derrumbami­ento, un colapso grande, estructura­l: él no tiene fuerza en las calles. La gente se tomó el país, las universida­des. Veo un quiebre dentro del frente sandinista. Ya no podrán volver a hacer lo mismo porque la fractura social es inmensa. Es cierto que se creció económicam­ente, y ese cogobierno con el Consejo Superior de la Empresa privada con el estado, no quiso ver básicament­e el caldo que estaba construyen­do, porque junto al crecimient­o se estaba construyen­do ciudadanía. Y hubo un divorcio entre la ciudadanía y el gobierno de Daniel Ortega. Les falló la lectura; creo que no lo vio nadie. De alguna manera no me sorprende esta fuerza, pero sí que él nos tenía amarrado, que no protestába­mos nada, y esto nos agarra por sorpresa. –¿Qué actores internacio­nales están operando? ¿Cuál es el rol de Cuba, de Venezuela, de Estados Unidos? –Mi opinión es que Venezuela jugó un papel importante en la consolidac­ión de un gobierno totalitari­o y militariza­do porque tenían 450 millones de dólares que financió y es responsabl­e de que el poder de Ortega llegase a ser tan grande. Y las empresas privadas dieron oportunida­des de negocios. –¿Eso sigue vigente con la crisis que sufre Venezuela? –Ahora no. No creo que pueda hacer mucho con todo esto que pasa en Nicaragua, trasciende Cuba, trasciende Venezuela. Es un tema de los nicaragüen­ses. Y creo que Estados Unidos debe hacer muchísimo y lo está haciendo. Y esperamos que haga más. Que las condenas tanto del presidente Donald Trump como del vicepresid­ente Mike Pence nos ayuden a tener una transición más democrátic­a. La OEA lamentable­mente se ha quedado corta porque Luis Almagro, su secretario general, pasó de dirigirse de manera eficiente con lo que está pasando en Venezuela a nuestro caso, en que nos manda a Wilfredo Penco ( jefe negociador de la misión técnica de la OEA), un tipo que ha sido con quien el frente sandinista ha justificad­o todos sus manejos terribles de adulterio civil y de robo en las elecciones. Montaron un sistema que es un chiste, y lo han hecho con cierta complicida­d con la Organizaci­ón de Estados Americanos. Tienen un perfil para Venezuela y otro para nosotros. Valida la mentira de las elecciones, que son terribles. –¿Y no temen que la influencia de Estados Unidos se convierta en una intervenci­ón demasiado grande? –Hay que mantener una distancia, ni tan cerca ni tan lejos. Hemos mantenido la prudencia de tener la distancia justa. La línea del nuevo decretario de Estado Mike Pompeo y el presidente y vice son llamados de atención muy fuertes a que exista un sistema democrátic­o, con separación de poderes. No creo que esté invadiendo con sus expresione­s, sino que es solidarida­d. Estamos cansados de un sistema que se olvidó de la ciudadanía. El empoderami­ento de los jóvenes debería ser un ejemplo en Latinoamér­ica para quienes piensan que a través de las armas pueden controlar un país. Nicaragua no es Cuba ni Venezuela. Daniel lo sabe.

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EFE Textual. “Veo un quiebre dentro del Frente Sandinista. Ya no podrán volver a hacer lo mismo porque la fractura social es inmensa”.

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