SINFONIA DE COLORES
Hospedarse en una landhuis, probar un aperitivo azul brillante y recorreos callejones de los barrios Punda, Otrobanda y Pietermaai es apenas algo de todo lo que podría hacer en estala neerlandesa. Las playas, un sueño.
Aguas de color turquesa, mariscos deliciosos, buceo de superficie y arena blanca: hay muchos lugares en el Caribe que tienen todas estas cosas maravillosas, pero tal vez aún no haya descubierto Curazao. Ubicado entre Aruba y Bonaire, y a 497 kilómetros desde la costa venezolana, Curazao es más grande que las islas vecinas y está lleno de tesoros memorables. De todas las Antillas Neerlandesas, Curazao bien podría ser la más neerlandesa; Willemstad, la capital de la isla, parece una mini-amsterdam colorida, y la moneda de Curazao es el florín, la antigua moneda de los Países Bajos (aunque también se aceptan los dólares estadounidenses en toda la isla). Las cartas de los restaurantes con frecuencia ofrecen tanto bitterballen (albóndigas neerlandesas fritas) como kabritu stoba (estofado antillano de cabra), y cuando juegan los equipos de fútbol neerlandeses, los bares están llenos de personas con camisetas de color naranja que beben cerveza Heineken y hablan papiamento, el idioma local. En medio de esta cultura mixta se encuentra el paraíso de los playeros, y la mejor manera de disfrutar todo lo que ofrece la isla es alquilar un auto y recorrer los caminos de la isla hasta encontrar el rincón preferido.
Día 1. Punda y Otrobanda
Ubicada en una calle central en Punda, la ciudad vieja de Willemstad, se encuentra La Bohème Curaçao, una cafetería que atrae a los viajeros gracias a sus batidos y su café fuerte. Tome asiento afuera, donde pasan los comerciantes con artesanías y fruta, y recargue energías con algunas bebidas llenas de vitaminas como The Hulk, un batido verde con brócoli y apio. No olvide pedir una arepa: las de pollo al curry son especialmente deliciosas. El almuerzo para dos cuesta US$ 25.
Una de las mejores maneras de comenzar su aventura en Curazao es pasear por los callejones estrechos de Punda, llenos de tiendas y galerías de arte. Pase por la galería de Nena Sánchez para ver los lienzos brillantes de esta artista de la región, que tienen peces coloridos y flores tropicales. Haga una parada en Senior & Co. para probar su licor azul de Curazao, hecho con las cáscaras de las naranjas laraha originarias de la isla. Trate de no tropezar cuando atraviese el pintoresco Puente de la Reina Emma –una estructura flotante que se abre para dar paso a las embarcaciones– para llegar a la otra orilla de Willemstad, llamada Otrobanda. Y finalmente observe el colorido tramo de edificios coloniales neerlandeses que ofrecen una vista clásica de Curazao, digna de una postal. Para entender la mezcla de culturas de Curazao, primero tendrá que entender la historia de la esclavitud del Caribe en el pequeño Museo Kura Hulanda en Otrobanda, cerca del puerto donde los neerlandeses alguna vez comerciaron con esclavos. La exposición, a lo largo de 15 estructuras, permite que los visitantes recorran el trayecto de un esclavo desde Africa hasta el puerto de Curazao, donde los empresarios neerlandeses de la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales vendían esclavos e intercambiaban especias y queso con españoles, portugueses, franceses y otros propietarios de plantaciones. El museo se considera una de las exposiciones más completas sobre el comercio caribeño de esclavos en la región (entrada US$ 10).
Un atardecer tranquilo y hermoso se disfruta en Pirate Bay, un bar al aire libre sobre
GROTE KNIP Una playa única, azul intenso, con acantilados y salto de clavadistas
un muelle de pescadores en Otrobanda. Pruebe el Blue Lagoon, la bebida tropical de color azul brillante preparada con curasao, acompáñelo con un bocado de pez león frito (una especie invasora del Caribe, para dos US$ 20), y luego zambúllase en las aguas
claras de la bahía durante la puesta de sol. Luego diríjase al establecimiento Caña Bar and Kitchen, un lugar que parece una cueva con iluminación tenue, donde los lugareños llenan la barra, y enseguida
hará amigos que lo inviten un trago. Los camareros neerlandeses veloces preparan cócteles tropicales ingeniosos con maracuyá, albahaca y otros ingredientes frescos. No se pierda el ceviche ni las costillas. La cena para dos, US$ 50.
Día 2. Sabana Westpunt
Las playas más hermosas de Curazao están en el extremo noroeste de la isla, en Sabana Westpunt. Diríjase hacia el norte, a través del paisaje lleno de cactus, y en el camino haga una parada en Landhuis Klein Santa Martha. Esta casa señorial del siglo XVII, sobre una colina, es un modelo bien restaurado de los landhuis históricos de Curazao, es decir, las casas neerlandesas de campo de la época colonial. Reciben a huéspedes que se quedan por la noche y también a comensales diurnos para un almuerzo con vista a la bahía de Santa Marta (para dos, US$ 45).
La mejor manera de disfrutar esta hermosa región es alquilar un auto y pasear por las playas. Aunque la mayoría ofrece alquiler de reposeras, pocas playas tienen buenos servicios. Comience con las más populares, Playa Porto Mari y Cas Abao, ambas ensenadas pacíficas con una buena cantidad de espacio. Después visite Playa Lagun, ubicada entre altos acantilados con buenos espacios para el buceo de superficie. Luego conduzca hasta Kleine Knip y asegúrese de bucear donde los acantilados se unen al mar, y donde nadan las tortugas marinas. Resérvese tiempo para visitar Grote Knip (también llamado Kenepa), quizá la playa más pintoresca y tranquila de la isla, con aguas brillantes y de un azul imposible, del mismo tono que el licor por el que se hizo famosa a la isla. Termine su paseo playero con pedido de frituras de funchi (polenta) y limonada fresca en el restaurante Playa Forti, donde puede ver a los atrevidos clavadistas saltar al mar desde el acantilado. Los instructores de la tienda de buceo Ocean Encounters están listos y dispuestos a sorprenderlo con una sesión de buceo nocturno usando luces fluorescentes (en vez de blancas), lo cual hace que los arrecifes de Curazao, de por sí hermosos, brillen en asombrosos colores. Mire a su alrededor y descubrirá los ojos de las anguilas que se asoman entre los castillos de coral y los tentáculos verdes y destellantes de las anémonas que se contonean en la marea. Puede elegir un recorrido privado o ir con un grupo. El buceo nocturno de dos horas con un tanque y todo el equipo incluido cuesta US$ 80 por persona. A la noche cene en uno de los restaurantes más populares de Curazao: Kome. Pruebe los vegetales asados o elija el ojo de bife con chimichurri (cena para dos, US$ 50).
Pasee por la vieja ciudad neerlandesa de cuento de hadas de Pietermaai, llena de callejones entrelazados con guirnaldas de luces y burdeles convertidos en boutiques. En Mundo Bizarro, un bar lleno de rincones acogedores, podrá escuchar música en vivo.
Día 3. Shete Boka
Uno de los proyectos culinarios más emocionantes de Curazao es la granja Hofi Cas Cora, tierra adentro desde Willemstad. Los fines de semana abre su restaurante y ofrece productos locales y sustentables. Tómese su tiempo para explorar la granja, que tiene de todo, desde árboles de papaya hasta pavos reales bebés, antes de probar la ensalada de la casa, de verduras recién cosechadas, o la moussaka de batata (almuerzo para dos, US$ 30). Sienta el poder salvaje y brutal del mar visitando el Parque Nacional Shete Boka, donde las olas se adentran en la roca volcánica, tallando cuevas y ensenadas para después brotar en chorros que son aterradores y emocionantes. Puede conducir alrededor del parque, pero recorrer sus senderos a pie es la mejor forma de meterse de lleno en la gloria de la naturaleza. La entrada cuesta US$ 10 por persona.