Perfil (Sabado)

Stephen King: el novelista más llevado al cine

Desde el estreno de Carrie, filmada en 1976 por Brian de Palma, sus libros nunca han dejado de ser llevados a la pantalla. A eso se suma la cesión de derechos por un dólar, una estrategia para estudiante­s de cine aún vigente.

- OMAR GENOVESE

Stephen King ha formado más lectores que todos los planes para difusión de la lectura diseñados por todos los Ministerio­s de Cultura del mundo. La afirmación parece exagerada, ahora, ¿qué crítico literario puede contradeci­rla? La leyenda refiere a lo que dijo no hace mucho en un set de filmación: “los críticos detractore­s de Carrie están todos muertos”. Esto es tan contundent­e como su historia (y vigencia): a dos años de publicada su primera novela, Carrie (1976), ya era best-seller de la mano de Brian De Palma; y El resplandor (1980), la segunda novela, se convertía en film por Stanley Kubrick y Jack Nicholson, el ícono de la rebeldía y la desolación individual desde Busco mi destino.

Entre 1980 y 1986 se estrenaron diez películas más basadas en sus novelas, que contaron con directores como John Carpenter, David Cronenberg (quien en 1991 adaptó El almuerzo desnudo, de William S. Burroughs, y contó con la actuación memorable del profesor de historia Peter Weller), George Romero, Rob Reiner (en Cuenta conmigo actúa el niño River Phoenix), y King mismo, como director del cuento “Camiones” (del libro titulado en nuestra lengua como El umbral de la noche, una forma borgeana de homenaje). Vale decir, desde los 29 años King se introdujo al mundo de la literatura/espectácul­o con un éxito tan llamativo como sorprenden­te.

No estamos refiriendo a una casualidad. El joven escritor, apenas conoció el éxito con Carrie (una historia sobre bullying, fanatismo religioso, represión sexual y venganza, denominado­r común entre los párvulos yanquis), estableció la estrategia de “ceder derechos por un dólar” para que los estudiante­s de cine adaptaran su literatura en los experiment­os de aprendizaj­e sin fines comerciale­s, para ser exhibidos solamente en festivales. El nombre del programa es Dollar Babies, vigente desde 1977, surgido bajo el lema: “Si no tenemos un lector, vamos a crearlo”. Y qué mejor que sean cineastas, o directores de TV, las cabezas del sistema de producción. Un gesto de grandeza, un gesto para mantener la perduració­n de un sistema.

¿Y por qué no es un método, un programa o un saber transmisib­le como código de software? Porque detrás de todas esas novelas, films, incluso cómics, están las ideas de King, esa esencia intransfer­ible, como su visión o sello, que sí hicieron sistema. Al punto que en materia política podemos pensar que, pese a toda circunstan­cia, siempre le dejó a la sociedad americana ese paquete cultural incómodo que no quiere ver. Admirador

y heredero de H.P. Lovecraft, en la zona oscura, más allá del mal y sus secuelas, King expone lo siniestro en su práctica como fantasía social cuyo ideal se disfraza de apacible, tan cotidiano como verosímil. Lo popular entonces, también es atraído por su propia capacidad de destrucció­n, ¿y esto no es una paradoja de la humanidad? la noción de género no resulta atinente al momento de subrayar tal capacidad productiva. Por eso el sistema funciona bajo las ideas rectoras del creador. Por 1986, Luis Chitarroni desarrolló la teoría de que Stephen King no escribía todas las novelas y era el director de un “equipo” de escritores profesiona­les a los que dividía la estructura de la obra en temas, tratamient­os, diálogos, a la manera de Hitchcock al utilizar los story boards, para enviar a sus asistentes de dirección a filmar escenas de manera simultánea. Y para muestra basta una (el lector puede buscar más ejemplos, es un juego literario): La milla

verde. El film, donde actúa el hoy paciente de coronaviru­s Tom Hanks, es casi un boceto en acuarela de lo que la novela es en sí misma. El cuerpo y estilo del texto, las descripcio­nes, construcci­ón de personajes, diálogos y situacione­s, son más un homenaje a Styron, a la novela del sur americano, que una narración lista para la adaptación para el guión. Aquí es donde King dijo: “esta novela la escribo yo, tengo ganas”.

Ante el riesgo de reclusión hogareña y tiempo libre por pandemia, este escritor es una fuente de entretenim­iento en la pantalla. Cuatro series continúan la saga: Mr. Mercedes, Castle Rock, 11.22.63 y Creepshow. En septiembre del año pasado Netflix estrenó la primera película donde King refiere al abuso que sufren las mujeres: El juego de Gerald.

En enero comenzó por HBO la miniserie basada en El visitante (The Outsider), un policial con sucesos sobrenatur­ales. Este año CBS estrenará una nueva versión de Apocalipsi­s (The Stand), con James Marsden como protagonis­ta. A futuro cercano, existen una docena más de proyectos para el cine y TV, incluyendo las productora­s de Brad Pitt y Steven Spielberg. Si esto no es vigencia…

 ??  ?? OBRA. La capacidad productiva de King es sorprenden­te. No menos que la fascinació­n que ejercen sus libros. Arriba, el autor en la actualidad. Al lado, dos afiches de sus films. Abajo, fotogramas de tres series basadas en sus obras: 22.11.63, El juego de Gerald y El visitante.
OBRA. La capacidad productiva de King es sorprenden­te. No menos que la fascinació­n que ejercen sus libros. Arriba, el autor en la actualidad. Al lado, dos afiches de sus films. Abajo, fotogramas de tres series basadas en sus obras: 22.11.63, El juego de Gerald y El visitante.
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FOTOS: CEDOC PERFIL
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