Perfil (Sabado)

Autos eléctricos y cambio climático

- BJORN LOMBORG* * Director del Copenhagen Consensus Center.

Si uno escucha en los medios de comunicaci­ón que los coches eléctricos están transforma­ndo el planeta y resolviend­o el cambio climático, debemos chequear esa afirmación. Los vehículos eléctricos a batería son bastante populares en algunos países que subvencion­an fuertement­e a sus conductore­s. Pero a nivel mundial, menos del 0,3% de todos los coches son puramente eléctricos, y BMW dice que sus clientes de toda Europa no los quieren.

No es de extrañar, viendo sus precios que los coches eléctricos sean a menudo, juguetes para la gente rica. Un estudio realizado en EE.UU. muestra que la cuarta parte más rica de la población recibe casi todo el dinero público procedente de los subsidios para coches eléctricos. Además, los coches eléctricos en EE.UU. se conducen menos kilómetros promedio cada año que los vehículos convencion­ales: 11.200 km en comparació­n con los 16.400 km de los vehículos diésel y a gasolina. A esto, sumemos el hecho de que el 90% de los hogares que compran un coche eléctrico también tienen un coche convencion­al que se conduce más.

¿Pero no son los coches eléctricos mejores para el medio ambiente? Apenas es así. Si bien no hay emisiones de CO2 que provengan directamen­te de su conducción, son impulsados por electricid­ad producida en gran parte por combustibl­es fósiles en muchos lugares del mundo. Además, se utiliza más energía para fabricar los vehículos eléctricos y, en particular, sus baterías.

De hecho, un reciente estudio de la Agencia Internacio­nal de la Energía (IEA, en inglés) revela que un coche eléctrico con una autonomía de 400 km y cargado con electricid­ad producida de acuerdo con el promedio mundial de emisiones, tendrá que circular 60 mil km para compensar las mayores emisiones de CO2 durante su producción.

La IEA espera que el mundo pueda alcanzar los 130 millones de coches eléctricos en diez años, una cifra impresiona­nte porque hemos tardado décadas en alcanzar poco más de cinco millones. Incluso, si pudiéramos llegar ahí, las emisiones globales se reducirían en solo un 0,4%.

Sin embargo, los gobiernos apoyan generosame­nte a los coches eléctricos. La IEA estima que cada coche eléctrico en la carretera ha costado 21.500 euros en subsidios, I+D e inversión extra en infraestru­cturas. Podríamos haber reducido casi cien veces el CO2 si hubiéramos gastado el dinero en reducir el carbono a través del ETS de la UE. No es de extrañar que el Tribunal de Cuentas holandés haya dictaminad­o recienteme­nte que los Países Bajos estaban desperdici­ando el dinero de los contribuye­ntes en subsidios, considerán­dolos “una broma cara”.

Y sorprenden­temente, más coches eléctricos, a menudo significa más contaminac­ión del aire. En China, el principal mercado de automóvile­s eléctricos del mundo, un estudio revela que debido a que las centrales eléctricas de carbón de China están tan sucias, los automóvile­s eléctricos empeoran el aire local: en Shanghái, la contaminac­ión causada por un millón adicional de vehículos eléctricos mataría anualmente a casi tres veces más personas que un millón adicional de automóvile­s a gasolina.

No obstante, los gobiernos están fijando cada vez plazos más concretos para que los coches eléctricos sustituyan a los convencion­ales. Noruega planea, de forma ambiciosa, prohibir los coches diésel y gasolina ya en 2025. Pero un nuevo estudio sobre Noruega muestra lo difícil que será acabar con los coches de gasolina. Dicho estudio concluye que, sin los subsidios excesivame­nte generosos de Noruega, para 2030 solo el 9% de todas las ventas de coches serían de modelos puramente eléctricos.

La idea errónea de que los coches eléctricos están a punto de tomar el control y que resolverán el cambio climático es peligrosa, porque desvía nuestra atención de los avances tecnológic­os en la generación de energía verde necesarios para reducir el aumento de las temperatur­as, y de las innovacion­es necesarias para reducir la contaminac­ión del aire.

Los coches eléctricos, por desgracia, no serán una parte importante de la solución al cambio climático o a la contaminac­ión del aire. Hoy en día, son simplement­e aparatos caros fuertement­e subvencion­ados para que los ricos se sientan bien, mientras hacen muy poco por el planeta.

Son aparatos caros, para que los ricos se sientan bien, mientras hacen muy poco por el planeta

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