Perfil (Sabado)

Rugby femenino con un equipo de reclusas

Son internas del penal de San Martín.

- JOSEFINA HAGELSTROM

Cada lunes, las Espartanas salen a la cancha en uno de los patios de la Unidad 47 de San Martín. Son el primer equipo de rugby femenino de una cárcel bonaerense, y muestran orgullosas sus camisetas. La iniciativa, inspirada en los resultados del equipo de rugby de la Unidad 48, por el que ya pasaron más de 400 internos, lleva seis meses.

A las dos de la tarde empieza el entrenamie­nto. Llueve, pero a ninguna le importa, el barro no las frena; las motiva más. “Sentir la lluvia mientras jugamos es algo espectacul­ar”, dice Patricia, una de las internas que llegó desde un penal de máxima seguridad, donde no se sentía como ahora. A sus casi 40 años le cuesta jugar, pero cada vez se anima a jugar más y a tacklear como las demás. “Adrenalina”, “descarga”, “compañeris­mo” son las tres palabras que dicen para definir lo que les representa estar ahí. Las causas de encierro son varias, pero adentro de la cancha son todas iguales.

El proyecto surgió en noviembre, cuando Carolina Dunn, su entrenador­a y también jugadora de rugby femenino, se contactó con la Fundación Espartanos que desde 2009 trabaja en el penal. Además del rugby, las 15 internas que están en el equipo hacen yoga los martes y tienen charlas con psicólogos los miércoles, para reforzar la unión entre ellas. Son de pabellones distintos, y la condición para estar en el equipo es estudiar: están terminando el primario, el secundario o la universida­d.

“Desde que empezamos les cambió mucho la conducta, creo que el hecho de cumplirles y hacerles ver que las cosas se pueden hacer mejor las ayudó. Hoy son un equipo, se cuidan y ayudan entre ellas, tienen códigos de convivenci­a diferentes; todo eso va mucho más allá del jue- go”, explica Dunn, mientras acomoda las pelotas y arma la cancha para el partido. Cuando empezaron, ninguna sabía de rugby; ahora corren, tacklean, se dan pases con precisión, buscan el try. Reinserció­n. Según el Servicio Penitencia­rio Bonaerense, el 62% de los presos hace algún deporte, herramient­a clave para la reinserció­n social. Rugby, fútbol, voley, hockey, boxeo son los que más se practican. El ejemplo de los Espartanos es de los más contundent­es: entre los que pasan por el programa, la tasa de reincidenc­ia, que en la Provincia ronda el 60%, bajó a un 6%. Además de tener su propio pabellón, salen a jugar contra clubes, los recibió el papa Francisco y están construyen­do su propia cancha dentro del penal.

Las Espartanas no se quieren quedar atrás. “Que nos juntaran a los dos pabellones fue un voto de confianza, eso estuvo muy bueno y somos más compañeras”, dice Luján. A Noelia le quedan dos años para salir. Estudia Sociología, y desde que entrena, dejó de fumar. “Si no, el cuerpo no te da”, dice. “Acá todas le ponemos garra. El ánimo no es el mismo siempre, pero entre nosotras nos buscamos. Está bueno porque hacés deporte y te divertís, aprendés a reponerte de un golpe, a ser paciente, a preocupart­e si alguna no viene a entrenar”, agrega.

Terminan de jugar y vuelven a sus pabellones. Se saludan, cansadas y embarradas, pero contentas. El próximo lunes se vuelven a encontrar.

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FOTOS: JUAN OBREGON RESULTADOS. Estudiar es una condición para estar en el equipo. Lograron mejoras en la conducta.
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EQUIPO. Noelia (izq.) con la pelota. Carolina Dunn, la entrenador­a, con las Espartanas (der.).

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